Y ahora, el Olympiacos

Cuando hablamos de una Euroliga salvaje, nos referimos a esto: final de la Supercopa el domingo; viaje al día siguiente a Bolonia, una de las salidas, a priori, menos duras; vuelta de madrugada con traspié; entrenamiento y, este jueves, el Olympiacos, el segundo favorito al título en la mayoría de las quinielas. El Real Madrid cerró la pasada Euroliga el Primero de Mayo con una derrota en casa frente a los de El Pireo tras un triple de Abalde que no entró, el quinto tropiezo del curso con el Oly en seis encuentros. Y esta noche (20:45, #Vamos), cinco meses y un día después, regresa la Euroliga al Movistar Arena, se estrena el proyecto Scariolo ante su afición tras dos derrotas en tres duelos.

El método Scariolo es (re)conocido, meticuloso y siempre de menos a más, detalles y gran carga táctica, con habituales malos comienzos, ya sea en un campeonato de selecciones o en una liga. Lo que ocurre en la actual Euroliga es que siempre que un aspirante no supera el 50% de victorias suenan las alarmas, y la cosa va 0-1 y con un partido de alto riesgo por delante.

El Madrid está muy desacoplado, lejos de lograr una cohesión mínima general, es decir, incluyendo los fichajes, y la evolución favorable se dibuja lenta. De hecho, sus mejores partidos quizá fueron los primeros de pretemporada, el que ganó en Málaga en el Costa del Sol, aún sin Scariolo en el banco, con un juego más simplificado a la fuerza, con menos peso de los sistemas. Todo es un proceso, pero hasta que concluya el equipo tiene que agarrarse a los básicos para sumar triunfos clave en Europa: defensa del uno contra uno, rebote, concentración y puede que correr algo más cuando se dé la ocasión para driblar el atasco en media pista. Y meter triples, claro, porque ese 3 de 23 (13%) del martes en Bolonia casi garantiza la derrota sea el rival que sea. “Intentaremos mostrar una versión cada vez mejor”, asegura Scariolo, que advierte: “La homogeneidad de la condición física la encontraremos en unas semanas”.

La evolución y la estructura de la plantilla

Hay una cuestión de trabajo y evolución; y otra de estructura de la plantilla, que se ha reforzado con piezas que arropan al núcleo duro, pero que no crean situaciones de ventaja por sí solas (Kramer, Okeke…), sino que se alimentan de otros que las producen. Trey Lyles sí dispone de esa capacidad, aunque debe encajar en la estructura y Maledon, llamado a dar ahí un paso diferencial, no juega por lesión (tampoco Procida, que se hizo un esguince el domingo contra el Valencia). Con dos manejadores siempre en pista de entre Campazzo, Feliz, Llull y Abalde, los partidos previos parecen demostrar que falta un refuerzo de talento, el de un escolta con rango de titular, puntos y generación de juego que permita subir al primer escalón de los favoritos. Mientras, más responsabilidad en manos de Campazzo y Tavares, con un Hezonja muy irregular tras perderse la pretemporada, volver a la carrera para la Supercopa y ajustar su defensa al puesto de alero, donde prefiere actuar. Si es tres, le toca frenar también a los exteriores rivales. En Bolonia, su defensa no fue buena y su tiro exterior (y selección), tampoco.

Trabajo a paladas para Scariolo, los técnicos y los jugadores, y sin mar de calma, claro, que en el Madrid eso no existen, aunque conviene que la haya dentro.

El Olympiacos llega ya con Fournier, Vezenkov y cinco fichajes, todos de complemento (Tyson Ward, Donta Hall… un Ntilikina que aún no debutará); y por lo visto en Vitoria el martes (triunfo por 96-102), con más protagonismo para Tyler Dorsey (21 puntos). El capo, eso sí, es Vezenkov (24 y 13 rebotes). Real Madrid-Olympiacos, la final de 1995, 2013 y 2023, y el playoff de abril-mayo pasado, el del primero contra el octavo con aquel arbitraje en La Paz y la Amistad. Hay tomate.

¡Tus opiniones importan!

Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí.