Punter: “El Real Madrid estaba acabado”
El escolta del Partizán recuerda la polémica de cuartos de final de la Euroliga y habla de su ‘no’ al Barça para seguir en Belgrado: “Escuché a mi corazón”.
Kevin Punter (30 años) fue uno de los grandes protagonistas de la pasada Euroliga. El escolta del Bronx se ha convertido definitivamente en estrella a las órdenes de Zeljko Obradovic, con el que lleva dos años en el Partizán. En la máximo competición continental promedió 16,1 puntos y 15 de valoración. Después, claro, llegó la sonada eliminatoria contra el Real Madrid. El Partizán salió 0-2 del WiZink con 26 puntos y un triple decisivo de Punter en el primer partido. Luego, el guard sumó 14 puntos en el segundo, pero fue sancionado para los de Belgrado por la pelea que impidió que se acabara el partido, uno de los momentos más bochornosos de la historia reciente de la Euroliga. El Real Madrid sobrevivió (2-2) en Belgrado y forzó un quinto partido en su pista, que ganó (rumbo al título) con una remontada milagrosa en la segunda parte. Punter anotó 28 puntos y 7 triples, pero falló uno que podría haber empatado el partido a 24 segundos del final.
Después, ya en verano, se habló de un fichaje casi consumado por el Barcelona. Pero la operación se cayó de forma fulminante y todo acabó en nuevo contrato por dos años con el Partizán. Ahora, Punter ha explicado ese trance en una entrevista para Mozzart Sport: “Igual parece una locura, pero al final decidí escuchar a mi corazón. Fue eso. Tomé la decisión a medianoche, mandé un mensaje a mi agente, él me preguntó si estaba seguro y después le dijo al Partizán que sí, que lo estaba”.
Punter también deja claro que sigue pensando que el incidente del segundo partido les dejó sin Final Four a él y a su equipo: “Si no llega a haber pelea, si no me hubieran sancionado, si no hubieran pasado todas esas cosas que pasaron… el Partizán habría jugado la Final Four. El Real Madrid estaba acabado, solo teníamos que rematarlo”.
Además, el escolta explica con sinceridad cómo fue la transición y la adaptación al baloncesto europeo: “Se suponía que tenía que haber sido jugador de la NBA. Todo pasó muy rápido, pero la clave fue mi amor por el baloncesto. Por eso no desistí. La primera vez que tuve que irme a jugar fuera de Estados Unidos, todo me molestaba. Era una cultura nueva, otro estilo de juego… hasta el aire olía distinto. Pero me fui acostumbrando, fui aceptando los retos que se me presentaban y crecí, como jugador y como persona”.