EUROLIGA | MADRID 80 - PANATHINAIKOS 95

Las claves de la derrota del Madrid: triples, faltas, el fin de la vieja guardia...

Los blancos cayeron ante el Panathinaikos y se quedan sin revalidar el trono de la Euroliga. Tras un primer cuarto brillante, todo se vino abajo.

Euroliga

El Real Madrid se ha quedado sin la Euroliga. La máxima competición continental tiene nuevo dueño, el Panathinaikos de Ergin Ataman, entrenador de un megaproyecto espectacular, de muchos millones, que permite a los verdes reinar en el Viejo Continente por primera vez desde 2011. Con Kostas Sloukas de líder, el base que se marchó del Olympiacos al eterno rival para conquistar su cuarta Final Four tras hacerlo dos veces con su primer equipo en Grecia, una con el Fenerbahçe y otra ahora. Ha sido la victoria del talento y del corazón, de un equipo que consiguió su billete para Berlín en el quinto partido del playoff de cuartos de final, que empezó la temporada renqueante y ahora ha conseguido la joya de la corona. Para esto se construyó una plantilla de ensueño, llena de grandes nombres propios y estrellas absolutas. De un técnico que se reafirma como uno de los más exitosos de su generación, el mejor en estos momentos, con su forma y fondo, de la Euroliga. Una que conquista por tercera vez tras hacerlo en dos ocasiones consecutivas con el Efes.

Pero también está la otra cara de la moneda, la del fracaso, la de la derrota. La de un Real Madrid que saboreaba el triunfo, la repetición, la vuelta a lo más alto un año después de batir al Olympiacos con ese tiro ganador de Sergio Llull al que no pudo responder Sloukas, que cambió entonces al finalista por el rival de toda la vida. El Madrid ha quedado primero de la fase regular con el histórico récord de 27 triunfos, fue el único equipo que se clasificó para la Final Four arrollando en su eliminatoria (3-0 al Baskonia) y se pasó por encima del Olympiacos en semifinales. Pero se le ha atragantado la final a pesar de anotar 36 puntos en el primer cuarto. El bajón posterior fue enorme, las respuestas inexistentes y lo que podría haber pasado no pasó. La gloria se escapó de entre los dedos. Y fue por muchos motivos. Aquí, las claves de la derrota blanca en la final de la Euroliga.

Las faltas

Marcaron el partido y fueron una constante que los blancos no pudieron controlar en todo el partido. En los primeros 200 segundos, Edy Tavares cometió dos personales muy rápidas y se tuvo que ir al banquillo enseguida. Cuando regresó, al inicio de la segunda mitad, cometió la tercera cuando no había sumado ni puntos ni rebotes a su cuenta particular. Vincent Poirier no tuvo más suerte y acabó eliminado por 5 faltas, torturado por Mathias Lessort. Y Facundo Campazzo, muy de mano de las protestas, también acabó eliminado en la recta final del encuentro. Una tónica que afectó mucho al equipo blanco, que no encontró soluciones y vio como las señalizaciones se acumulaban sobre sus jugadores más importantes, especialmente Campazzo y Tavares. Los epicentros de una plantilla que se ha quedado sin premio.

El bajón en la segunda mitad

Se podría incluso hablar de un bajón desde el segundo periodo. Los blancos anotaron 36 puntos en el primero periodo... y 41 en los tres siguientes, incluidos 7 en el tercero, una cifra horrorosa que les impidió frenar el ímpetu de un Panathinaikos con la gloria metida entre ceja y ceja. Nada funcionó: ni la inclusión en la rotación de la vieja guardia al mismo tiempo ni ramalazos de talento de Dzanan Musa o Mario Hezonja. Todo ello con un denominador común: los triples. El Madrid tiró mal, con un 11 de 36; y se empecinó mucho, insistiendo en algo que no funcionaba. La segunda parte fue el horror: 0 de 9 en el tercer cuarto y 3 de 19 entre el tercero y el último, uno postrero al final y ya cuando no contaban con ningún tipo de opciones. Si eso no funciona, el Madrid pierde mucho. Y se nota.

Cansancio

Los blancos empezaron muy fuerte, corriendo mucho al contraataque, con velocidad y fuerza en la zona. Pero todo se fue diluyendo: Eli Ndiaye salió de titular y empezó con dos triples y una canasta, pero luego no regresó al encuentro. Y las rotaciones se acortaron mucho, tanto por eso como por la acumulación de faltas. Al final, el Panathinaikos fue imponiendo un ritmo lento, de posesiones largas, impacientando al Madrid y cortando su velocidad. Chus Mateo llegó incluso a probar con la zona para forzar pérdidas y obligar a tiros lejanos con los que atrapar rebotes largos y correr, pero tampoco funcionó. Ergin Ataman le ganó la partida en los banquillos y los verdes jugaron a lo que querían. Mientras que a los blancos les ocurrió justo lo contrario.

La ausencia de Gabriel Deck

Estaba claro que la lesión del astro argentino iba a tener importantes repercusiones de cara a la Final Four, pero su ausencia fue demasiado grave como para ignorarla y la posición de ala-pívot sufrió mucho durante todo el choque, torturada por las ayudas de Lessort y la actividad de Konstantinos Mitoglu y Juancho Hernangómez no encontró respuesta alguna en el Madrid. Ndiaye no volvió a pista de forma incomprensible tras su espectacular inicio y los que pasaron por ahí consiguieron poco o nada: Guerschon Yabusele se quedó en 6 puntos en casi 20 minutos y Mario Hezonja no fue la solución en ningún momento. El croata, con el sainete de su renovación este verano y rumores que le colocan precisamente en el Panathinaikos. Acabó con 8 puntos, 8 rebotes y 2 asistencias, pero 1 de 7 en triples y muy desquiciado, a la par que el resto de sus compañeros. Un problema enorme y un equipo que echó mucho de menos a uno de sus referentes, Deck.

Adiós a la vieja guardia

Rudy Fernández disputó su último partido en la Euroliga, mientras que Sergio Rodríguez podría hacer lo mismo, al igual que Fabien Causeur. Sergio Llull, que cubre el trío dinámico con los otros dos españoles, se alineó con ellos en algún momento del partido, tanto en la primera mitad como en la segunda. E incluso anotó dos triples que hicieron dudar de la victoria del Panathinaikos. Pero la magia que buscaba Chus Mateo esta vez no existió y los exteriores sufrieron permanentemente ante un extraordinario Jerian Grant, reafirmado en la gran final: Rudy se quedó sin anotar (logró 3 robos), el Chacho consiguió 11 tantos y Llull 6. Causeur, con 2, más de lo mismo. El milagro esta vez no se dio. Ni siquiera por parte de aquellos acostumbrados a protagonizar grandes gestas.

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