PANATHINAIKOS

Juancho y el nuevo poder verde

El alero llega al Panathinaikos junto a otros diez fichajes y Ataman, el técnico que ganó dos Euroligas con el Efes.

El Panathinaikos, el poder verde de Atenas y su temible OAKA con capacidad para casi 20.000 de los aficionados más ruidosos de Europa. Un equipo con seis Euroligas, el tercero que más empatado con el Maccabi (once el Real Madrid, ocho el CSKA). Cuya mención evoca la rivalidad encarnizada con el Olympiacos, el centro de la urbe contra la zona del puerto. Y en cuya leyenda danzan Zeljko Obradovic, Dimitris Diamantidis, Deja Bodiroga, Fragiskos Alvertis, Mike Batiste, Vasilis Spanoulis, Ramunas Siskauskas… Pero eso es un pasado cada vez más lejano. Después de unos años de zozobra para los dos grandes griegos, el Olympiacos salió de la crisis más rápido, lleva dos años seguidos en la Final Four y el curso pasado se quedó a un tiro (el que metió Llull o el que falló Sloukas) de ser campeón.

El Panathinaikos, mientras, busca una identidad perdida. Lleva desde 2011 sin ser campeón y desde 2012 sin jugar la Final Four. Y desde la temporada 2018-19 no tiene balance ganador (fue sexto). El año pasado acabó penúltimo con 11 victorias, 23 derrotas, líos internos… y una media de menos de 6.500 personas en las gradas de un OAKA por debajo del tercio de ocupación. Y con partidos en mínimos de toda la Euroliga: 2.340 personas ante el Bayern. El infierno verde, congelado. Algo tenía que cambiar.

Y vaya si ha cambiado. El propietario, el volcánico Dimitris Giannakopoulos (un vórtice de líos y titulares escandalosos), prometió en mayo que harían un equipo para “volver a ganar dobletes y tripletes”. “La posición del Panathinaikos no es la última de Europa… pero tampoco la segunda de Grecia”. El Olympiacos había ganado también (3-1) en la serie por el título doméstico.

Giannakopoulos ha marcado este año como un nuevo inicio. Inversión en el OAKA, cuya concesión se ha renovado por 49 años más. Golpe de efecto en el banquillo con la llegada de Ergin Ataman, el caliente técnico turco que hizo campeón en 2021 y 2022 al Efes y que aterriza con pista de apuesta a todo o nada, puerta grande o enfermería: “Nada es imposible, por eso estoy aquí. Tengo las máximas expectativas”. Como una afición que agotó en horas la camiseta especial lanzada para el nuevo curso, verde y blanca con la silueta de la Acrópolis.

Y, claro, revolución en la plantilla. Once fichajes, una apuesta ultra ambiciosa con la que han sacado a Sloukas del eterno rival, el Olympiacos, y con la que han amarrado también a Luca Vildoza, Jerian Grant, Matthias Lessort, Ioannis Papapetrou, los ex-ACB Kyle Guy y Olek Balcerowski… y Juancho Hernangómez, que firmó por dos temporadas después de siete en la NBA. El alero (27 años) ha comprado la ilusión que venden Giannokopoulos y Ataman: “Hay un presidente que quiere ganar como sea, y esa ambición me ha hecho volver de la NBA”.

Una ambición que se materializa en esos fichajes… y que puso del revés el baloncesto europeo durante el verano. El PAO llamó a todas las puertas. Intentó sacar a Vesely del Barça, a Shengelia de la Virtus, a Motiejunas del Mónaco… Giannaokopoulos aseguró que trató de que Willy vistiera de verde, como su hermano (“el rechazo que más me dolió”) y creyó que ficharían a Mirotic: “Hablé con él y me contó lo mucho que ama Grecia. Cuando colgamos, creía que firmaría, pero luego me di cuenta de que le había dicho lo mismo a otros equipos”. Hasta tanteó a Facundo Campazzo, al que dijo haber ofrecido mucho más dinero que el Real Madrid, y a Edy Tavares: “Me sentí como si entrara en un restaurante en el que no había reservado mesa y me dijeran ¿señor, qué está haciendo aquí?”.

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