Homenaje pleno a Pablo Laso: emoción y victoria

El Madrid suma y sigue: 27 triunfos en 29 encuentros, líder de todo. Pero si ha habido un partido distinto al resto en mucho tiempo, uno cargado de todo, pleno de sentimientos, que incluso ha conmovido a la grada, ha sido este: el día que Pablo Laso se reencontraba con su gente, con su afición, año y medio después de su salida tempestuosa del club. Un reconocimiento del WiZink Center y de su antigua plantilla, un homenaje pleno, que cerraron Llull y el Chacho, dos de los suyos, junto con Rudy dándole a probar de aquella medicina con la que anestesió a tantos rivales. Un 14-0 de parcial liderado por los Sergios, con 7 tantos de Llull y 5 de Rodríguez, doblegó al Bayern de Laso, de un técnico que se despidió tras el bocinazo final, casi literalmente, abrazado con la gente que hace latir al Palacio.

“Bienvenido, Pablo. Esta es tu casa”, se leía en la pancarta desplegada por el principal grupo de animación del baloncesto blanco. Un mensaje que ondeaba en el WiZink con toda la grada en pie aplaudiendo sin tregua casi tres minutos al que fuera su entrenador durante 11 temporadas, el que reflotó la nave vikinga para llevarla a una nueva edad de oro. El técnico de los 22 títulos y las 659 victorias; pero, más que eso, el que devolvió la emoción y la ilusión a la hinchada merengue. La gente quería compensarle con semejante ovación, con esos aplausos, su fea salida del club. Decirle, un año y cinco meses después, “esta es tu casa, gracias por tanto, no te olvidamos”. El club dio pie a este homenaje con una presentación especial del entrenador, ahora rival; sin embargo, no hubo un reconocimiento institucional a pie de pista. La directiva aplaudía desde el palco. Y Laso no paraba de moverse, inquieto, con las emociones desbordadas mientras sus exjugadores le rendían igualmente tributo, como lo hacía Chus Mateo y el que fuera su cuerpo técnico. Tres minutos muy sentidos, puros, de corazón. A veces, la sencillez vale más que el mejor ornato. Aunque al final también tuvo su placa conmemorativa, la que le entregaron los Berserkers cuando todo acabó.

Al Bayern se le puso el inicio cuesta arriba con la habitual salida en tromba local (8-0), pero reaccionó bien. Un parcial de 11-23 le hizo llegar por delante al concluir el primer cuarto. Ibaka se fajaba con Tavares y un Musa acelerado era arrastrado por la corriente, la de los errores (técnica incluida) forzados por la buena defensa alemana, una diseñada desde el conocimiento. Poirier acaparaba protagonismo en el segundo cuarto, con una rotación más larga que otras veces, el Chacho le daba un buen respiro a un Campazzo bien vigilado y el acierto de Llull permitía al Real estirar algo el cuello antes del descanso: 42-35.

En la reanudación, nuevo tirón. Aparecían Hezonja (dos triples) y el Facu: 57-45. Nada definitivo, porque este Bayern está aprendiendo a coser las brechas. Labor completa de Bonga, que de inicio había ayudado a alterar a Musa, en defensa y atacándole, y aparición de Carsen Edwards, el Carroll de Laso en Múnich. Así que todo se estrechaba otra vez: 63-57.

El desenlace quedaba para el último acto, aunque apenas hizo falta medio, menos incluso. Desde el 63-59, en tres minutos de crecida total, de fuerte inclemencia meteorológica para el adversario, momentos en los que este sabe que sus aspiraciones han zozobrado, el Madrid acabó con el Bayern. No había mejor reconocimiento para Laso de sus exjugadores que derrotarlo con su estilo, el que el vitoriano llevó durante más de una década a la máxima expresión: concentración, anticipación defensiva, pases rápidos, carreras, atrevimiento, triples imposibles… Y todo firmado por la vieja guardia, la pretoriana del entrenador: Llull y el Chacho, también Rudy. Entre los tres más Deck, otro de los ya clásicos, y Poirier levantaron un parcial definitivo de 14-0. Doce tantos de los Sergios. Homenaje completo al Lasismo, emoción y victoria.

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