Hecatombe del Milán

El Milán no hace más que cargarse de razones para aparecer en los noticieros y no con buenas nuevas. El club de Lombardía, con cambios como los fichajes veraniegos de Dimitrijevic o Nebo, el más reciente de Mannion y americanos poco adaptados, intenta resurgir en una temporada, otra más, en la que la Euroliga le está dando la espalda. Pero sobrepasar ciertos límites no entra dentro de ningún plan que se precie en uno de los clásicos europeos y, además, uno de los que cuenta con mayor presupuesto.

Perder en Berlín este martes es una de esas situaciones que se pueden calificar como hecatombe. Pongan el sinónimo que consideren. Además de los que se pasen por la cabeza es, con todas las letras, anómalo. Esta cita se decidió en las angustias de una prórroga, 105-101, pero no sólo contar con un tiempo extra es lo extraño. El conjunto que dirige Israel González aterrizó en el partido plagado de bajas (Louis Olinde, Yanni Wetzell, Matt Thomas, Malte Delow, Martin Hermannsson, Christ Koumadje, Justin Bean y Will McDowell-White; la mayoría, por lesión; la del chadiano, por castigo; ¡ocho!) y aun así lo ganó. Esfuerzo de los que hacen afición. Dorian Grosber, Anton Nufer y Amon Dörries, tres inexpertos, ayudaron a una rotación de siete jugadores a completar la hazaña.

El Milán se quedó con un palmo de narices en la que es la sexta caída de lo que va de curso; y con sólo tres alegrías. Un balance horroroso para echarse a la cara. Pero claro, todo va a peor si se mira quién es el que te ha arrebatado el último encuentro: los alemanes, en éxtasis tras acabar con los italianos, atesoraban un único triunfo de ocho posibles hasta que ellos les regalaron el segundo. Es un paso adelante y dos atrás los que da este Olimpia, en el que la paciencia de y con Messina va colmando el recipiente.

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Final de locura en el Uber Arena. Y no por cómo lo manejó el combinado de Ettore Messina, que incluso pareció celebrar como si hubieran ganado el partido el fallo de Matteo Spagnolo que les llevó a todos a la prórroga. 13 de ventaja en el minuto 25 y un +7 al entrar en los últimos cinco minutos, de eso gozaba el Olimpia. Y ni así. La remontada, cocinada a fuego lento, se dio en el alargue; antes, Schneider había empatado con dos tiros libres gracias a una antideportiva bien señalada a Fabien Causeur, con Mirotic errando un tiro a seis metros tras paso atrás y Spagnolo haciendo lo mismo con un tiro de tres sobre la bocina. Cuatro estandartes le dieron al Alba lo que necesitaba: Gabriele Procida (29 puntos), Trevion Williams (23 puntos), Jonas Mattisseck (21 puntos) y el mencionado Spagnolo (20 puntos) para pasar de un 92-92 a un 13-7 con el que redondear la fiesta.

Messina apunta duramente hacia los jugadores

Los milaneses se intentaron aferrar al acierto en la competencia de Nikola Mirotic y Zach LeDay, ya que ambos acabaron con 32 de valoración de manera respectiva. Pero había otras cosas de las que preocuparse: nueve de las pérdidas de balón las protagonizaron los bases, Dimitrijevic y Mannion; el tiro exterior, en 9/32 (28%); David McCormack sigue sin espabilar; y más y más. Ettore Messina trató de buscarle explicación en la entrevista televisiva: “Hemos desplegado la peor defensa del año en el peor momento para nosotros”. También acudía a jugadores de manera directa, sin mencionar nombres, sobre su actuación en tierras germanas: “Creíamos que con trece de ventaja iba a ser fácil de manejar, pero nunca lo es. La superficialidad que hemos mostrado en la segunda parte es, honestamente, muy difícil de aceptar. En este punto tenemos que aceptar que somos así, un equipo superficial, especialmente algunos jugadores que pensamos que podrían tener un mayor rol en el equipo. Todos nuestros desastres son el ir sin cuidado en la ofensiva y en ser extremadamente mediocres en la defensa”. Tan felices que llegaban después de haber derrotado al subcampeón, el Real Madrid, la semana pasada, y pegan un patinazo frente a uno de los conjuntos más flojos de la Euroliga, que además pasaba por una situación de desprotección que a nadie podía pasarle desapercibida. Y la siguiente prueba, dentro de dos días, es en Belgrado ante el Partizán, nada menos.

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