Este Madrid es imparable

Son once partidos y once victorias. Se dice pronto y fácil, pero es que viendo a este Real Madrid da la sensación de que las victorias llegan sin querer. El equipo de Chus Mateo está demostrando una superioridad insultante contra cualquier rival en el primer mes de competición. Lo mejor de la victoria ante el Armani Milán (88-71) es que llegó tras sobreponerse a un inicio muy malo en el que los italianos llevaron el partido al barro, desconectando el mejor ataque de Europa durante bastantes minutos. Ni así se doblega a este Madrid, que acabó ganando sobrado y dando la sensación de estar varios peldaños por encima de su rival. Esta vez con el Llull de las grandes noches (19 puntos, 5 triples), con un Campazzo que ya es otra vez capitán general (doble-doble, 12 tantos y 10 asistencias) y con un Hezonja inmenso en la intendencia, además de casi perfecto en los lanzamientos (6/7 en tiros de dos).

El Milán empezó el encuentro mucho más enchufado, con una defensa atosigante y manos por todos lados que provocaban pérdidas blancas a un ritmo insostenible. Las 4 primeras en menos de 4 minutos. Sólo la lucidez de Campazzo, con 5 asistencias en el primer cuarto, daba aire en ataque a un Madrid atascado. El equipo que más puntos anota en la Euroliga se quedaba en 19 después de 10 minutos. Los italianos, con 25, eran dueños del ritmo de partido. Se jugaba a lo que ellos querían, imponiendo su físico en muchos emparejamientos. Si encima Chus Mateo se veía obligado a sentar antes de tiempo a Tavares (segunda falta a 3:25 del primer cuarto) y a Poirier (3 faltas, dos de ataque y una técnica casi seguidas), el problema de centímetros se agravaba sobremanera.

El segundo cuarto empezó con Hezonja de cuatro, aportando durante unos minutos, pero poco a poco desapareciendo ante las embestidas de Mirotic. En una de ellas el hispanomontenegrino se llevó un fuerte golpe en el pómulo con la cadera del madridista que le obligó a sentarse un rato en el banquillo y, aunque volvió, se le notó tocado y fue perdiendo importancia Incluso acabó con un ojo morado. Hasta entonces ya era el mejor del encuentro (9 puntos, 5 rebotes y 2 robos al descanso), con permiso de Llull. El base, en unos de esos días iluminados de cara al aro, se fue al vestuario cómo máximo anotador de los blancos, con 11 tantos y 3 triples. El último, sobre la bocina del descanso para empatar el encuentro a 42. 3 minutos antes el Milán ganaba de 9 (30-39, máxima ventaja) con un notable Shavon Shields, que aprovechaba como nadie el despliegue de bloqueos que tenía preparado Messina.

El Madrid había igualado la intensidad de su rival. Pasó de estar 8-3 en pérdidas y 15-30 en valoración después del primer cuarto a 10-10 y 32-40, respectivamente. A la vuelta de vestuarios siguió la tendencia. El Facu se tomaba el partido como algo personal, hasta el punto de pitarle una técnica por protestar. A Tavares le daba tiempo a meter 6 puntos antes de ver su cuarta personal, un poco pasado de revoluciones. Musa, MVP las dos jornadas de la temporada pasada en las que jugó contra el Milán, comenzaba a ver aro. Y la conexión entre el Chacho y Poirier empezaba a dar sus frutos, como en las últimas semanas. Todo ello puso el +11 para los blancos poco antes de llegar a los últimos 10 minutos. Un estirón del Armani dejaba el marcador 67-61 a falta del último cuarto.

Pero fue un espejismo. El Madrid se puso en modo apisonadora, tuvo cinco minutos perfectos detrás y delante. Un quinteto con la vieja guardia, Hezonja y Poirier para sentenciar el encuentro, aunque todavía quedase más de la mitad del cuarto por jugarse. Pero un par de triples de Llull y otro par de alley-oops de Poirier dejaban tocado y hundido al Armani. 13-2 de parcial. ¿Quién le pone el cascabel a este equipo?

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.