El Madrid se agobia

Sarunas Jasikevicius, enemigo íntimo del Madrid, volvió a levantar un puño metafórico en el WiZink Center en señal de victoria: 79-89 (domina 21 a 18 en los cara a cara con el equipo blanco). El técnico lituano ya ha ganado al Real con tres clubes diferentes, el Zalgiris, el Barça y ahora al frente del Fenerbahçe, con el que lleva 11 victorias en 15 jornadas en esta Euroliga desde su fichaje el 14 de diciembre. Emerge como uno de los candidatos a pelear el trofeo. El Madrid, tras el éxito de la Copa y el parón de las Ventanas, parece haberse tomado un respiro competitivo mientras trata de recuperar la rutina de los entrenamientos. Decíamos, cuando faltaban 9 jornadas, que jugaría el playoff, e incluso podría tener la ventaja de cancha (los cuatro primeros), si caía en todos los encuentros que restaban de la fase regular. De momento, ya van tres seguidos: en Milán antes de la cita copera y luego contra el Panathinaikos y el Fener en casa, donde andaba invicto. La escuadra turca, por cierto, es la única que ha tumbado a los de Chus Mateo en los dos duelos (en Estambul, el 30 de noviembre, venció en la prórroga por 100-99, entonces aún con Itoudis en el banquillo).

En el Madrid, un desacierto extremo (2 de 14 en triples, aunque iba 0 de 10 ya entrado el último cuarto), mucha precipitación y muchos errores, ansiedad por una remontada que no llegaba. Y no llegó porque el Fenerbahçe tuvo una actuación muy seria atrás y solvente en ataque, donde atrapó 17 rebotes (30 a 45 en el total). Pocos vaivenes que reforzaron su sensación de solidez con otro partido redondo de Nigel Hayes, ex del Barça, que venía promediando 32 minutos y esta vez jugó… otros 32 con 17 puntos y 12 rechaces para 26 valoración. Buenos momentos del joven Biberovic y superioridad de Calathes (12+6+6) sobre Campazzo y Sergio Rodríguez. El griego y el argentino se engancharon a 52 segundos del final del tercer cuarto, pero cerraron la noche con un abrazo, en positivo. En la fase más crítica, Llull trató de liderar, de empujar la nave; el desatino era muy grande precisamente el día que Jaycee Carroll andaba de visita en la grada. Las faltas borraron a Tavares, vimos algo de Hezonja, de Musa y... poco más (ni Alocén ni Abalde participaron, tampoco Rudy por lesión).

El resultado de diez abajo al descanso (33-43) no era tan adverso si se subían en una balanza las sensaciones y los números. Quitando los seis primeros minutos, en los que conectó muy bien con Tavares (7 de los 9 primeros puntos) y vencía por 15-13, el Madrid nunca encontró el ritmo. Del intercambio inicial de canastas con fluidez pasó a atascarse ante un contrincante que había ajustado las continuaciones del pívot, también luego con la pareja Chacho-Poirier. El apagón dejó al Real en blanco los últimos cuatro minutos y medio del primer cuarto. Y, después de un par de aciertos de Poirier, volvió a frenarse por completo durante algo más de tres minutos. Un paso por detrás en ataque, y en defensa, especialmente por la sangría en el rebote (11 capturas menos, 10 rechaces cedidos bajo su canasta entonces). Si a eso añadimos un 0 de 6 en triples, la diferencia se explica sola. Solo Tavares y Musa veían aro, y poco. Chus Mateo probó varias combinaciones, incluida una sin pívots puros con Hezonja, Deck y Yabusele a la vez. Wilbekin, Hayes y Motley sumaban en situaciones claras, tras los citados rebotes defensivos no atrapados y algún despiste atrás, también por el desajuste en varios cambios sin que hubiera ayudas. El ogro Jasikevicius lucía de nuevo su diente afilado en el WiZink Center.

Campazzo-Calathes, enganchón y abrazo

En el vestuario seguro que se apeló al orgullo torero frente a uno de los candidatos al trono. El Madrid cambió el paso en la reanudación: más fuerza, más intensidad… Más verticalidad para encarar el aro ante el desacierto en el tiro, más pegado atrás. El equipo se volvía consistente, limaba poco a poco la desventaja (49-52), muy despacito porque el Fenerbahçe mantenía una línea muy firme. Tanto, que aprovechó la cuarta personal de Tavares en un bloqueo para rehacerse: Hayes clavó un triple, Campazzo erró en la réplica y Calathes acertó con la bandeja. A continuación, el Facu embocaba su segundo 2+1 y Hayes repetía de tres. Otra vez la brecha se abría, a los 9, a los 11 tantos… A falta de 52 segundos y en pleno pique entre los bases, Calathes se cruzó en una carrera delante de Campazzo, este se lo recriminó y cuando la acción se paró, el griego se acercó al argentino por detrás y este se revolvió contra él. Dos antideportivas, una para cada uno, y dos técnicas, una a cada banquillo. Se compensaban, sin tiros libres.

En el minuto 32, Llull acertó con el primer triple merengue. Daba igual, la ansiedad perseguía a los blancos con Sergio Rodríguez ahora al timón en lugar de Campazzo. Esa agitación se traducía en errores, en fallos de marcaje, en rebotes no cerrados, en pérdidas... Imposible remontar con tanto desasosiego, y más frente a un rival centradísimo, que no perdía la compostura en defensa, que exigía mucho para ser superado, y que en ataque aprovechaba cada pequeño resquicio (y no eran tan mínimos). La renta tocó el +17 (64-81) a cinco minutos de la bocina. Jaque mate.