El Barça se exhibe frente a la Virtus: partido grande y rival chico

La actualidad del Barça pasa irremediablemente por Ricky Rubio y su vuelta al baloncesto, ya que pidió entrenar en el Palau para probarse y el club se lo ha admitido con gusto. Veremos en qué queda ese tema. Pero la competición no para y Grimau, sabiendo la expectación con ese tema, pide encarecidamente que no sea una distracción. Y más en la previa de uno de los duelos totales que va a tener este curso en la Euroliga. Visitaba el santuario culé la Virtus de Bolonia con idéntico balance en la clasificación, 15-8, en un duelo de segundo contra tercero. Era un partido grande como para pensar en temas que ahora no pasan de secundarios.

El colectivo de la Ciudad Condal pasó de entrar con pies de plomo a pisar y repisar a su oponente. De ahí que el resultado fuera 84-57. Ni descuidos ni casualidades. El Barcelona puso la soga al cuello de la Virtus tras quince minutos de un tanteo más parejo y no paró de apretar hasta que el encuentro terminó. Felizmente para ellos, incluso con un punto gozoso para los italianos; que se acabara pronto.

No fue por cómo empezó el encuentro. Con el impulso de Cordinier, autor de 9 de los 11 primeros puntos para los suyos, hubo un primer momento a salvar en el Barça. Una entrada algo errática que se fue reconduciendo poco a poco.

Juego de bella factura, a puro highlight, en la Virtus de Banchi que fue yendo a menos: Dunston pasó de lanzar un triple horroroso a meter un matazo de mérito para un tiarrón de 37 años; Cordinier empezó a fallar y se animó al hacerle uno de los tapones de la temporada a Oscar da Silva.

La dinámica, sin embargo, era más importante que los flashazos. Hernangómez entró para buscar puntos fáciles y con él los de Grimau se colocaron delante en el marcador. En el segundo cuarto empezó a caer la defensa boloñesa en errores de marca y 9 fue la distancia a la que llegó el Barça.

Un parcial de 14-4 rompió esquemas y obligó a Banchi a imaginar otro encuentro. Zona, bien. Pero con lagunas. Fíjense si lo veía bien Grimau que una acción de despiste culminada por Abass se cortó de raíz con un tiempo muerto. Ni un despiste, como él había pedido. La magia se trasladó a manos de los azulgranas, sobre todo a las de un Nico Laprovittola que incluso deleitó al público con un triple -de los dos en ese tramo- en el que se dio la vuelta antes de que el balón entrara. Confianza plena, sello de Steph Curry. El día de tu 34º cumpleaños te puedes permitir una, dos o incluso más licencias como ésa. Entre la soltura en ataque y que el refuerzo del rebote ofensivo era positivo (Vesely capturó cuatro, el último para cerrar el acto) el Barcelona salía disparado: 41-27 y al vestuario a descansar.

El volver iba a ser casi peor para los de Bolonia. 20 de diferencia y freno echado por Banchi. El descontrol empezaba a ser notorio. Cuatro de sus ocho partidos los ha perdido la Virtus en el último mes y medio. Y en el Palau fue baja Toko Shengelia, en su día objetivo de mercado para el Barça y ahora el jugador de más relevancia en el equipo de Italia. Se notó que él no estaba y muchos de sus compañeros tampoco. El despliegue bianconero era un ídem.

Sólo metía triples Lundberg, que cerró un sombrío 1 de 13 colectivo con el segundo y el tercero. Eso era todo en los visitantes. Belinelli, irreconocible, era un termómetro más fiable que el porcentaje engañoso de su homólogo danés.

La demostración de poder en el bando local les lleva a un apunte interesante: han ganado al resto del top-5 de la competición, Madrid, Virtus, Fenerbahçe y Panathinaikos. De cara a los hipotéticos cuartos y/o Final Four es un golpe de esperanza con el que afrontar el resto del torneo. Pese a las dudas y a los obstáculos que se presentan, hay ganas, hay lucha y también hay calidad. Sólo el Real queda por delante, eso sí, la gran muralla a saltar de camino al estrellato. Como casi siempre.

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