El Barça patea la crisis

La crisis acuciaba al Barça (siete derrotas en los últimos diez partidos) y venía de visita el gran coco europeo de esta temporada, alguno lo vio como una encerrona, pero Roger Grimau y sus jugadores lo intuyeron como una oportunidad. Respondieron con nota, con una defensa que oscureció a Campazzo y Tavares y acabó secando el caudal encestador merengue hasta dejarlo en unos pobres 31 puntos en la segunda parte. Los veteranos culés, igual que en el buen arranque del curso, antes del hundimiento de diciembre, dieron un paso al frente, asumieron la responsabilidad y alejaron de un patadón el brete en el que andaban inmersos (83-78). Lo hizo Vesely de forma exquisita, qué partidazo (27 puntos en 27 minutos, 11 en el último cuarto), y lo hizo un enorme Laprovittola para romper el pulso, cuando los azulgranas armaron un parcial de 16-0 en medio cuarto que descabalgó al Madrid. El argentino agrupó en el acto definitivo 7 de sus 14 tantos y 5 de sus 8 asistencias. Kalinic y Jabari Paker los secundaron. Tipos de talento y galones. Tercera derrota de los blancos esta campaña (33-3) desbordados por la gran crecida local, por su entusiasmo y la mejoría en defensa.

Temblaba el Palau con la llegada del Madrid. El líder de todo, en ritmo arrollador, frente a un Barça en el atolladero y al que había dominado en los tres Clásicos anteriores. Esas vibraciones en la cancha, sin embargo, se convirtieron en fuente de apoyo a los suyos, salvo en un tramo del segundo cuarto, cuando Willy encadenó dos fallos y se escucharon algunos pitos. Los azulgranas caían 22-30 coincidiendo con una buena entrada en escena de Llull (9 tantos en 8 minutos) en su Clásico 110, más que nadie en fútbol o baloncesto. Atrás quedaba un inicio atípico, en el que Grimau apostaba por un quinteto con cinco jugadores por encima de dos metros, con Satoransky y Kalinic como bajitos, Jabari Paker de tres y Da Silva y Vesely como hombres altos, aunque el brasileño se emparejaba con Campazzo, una anécdota porque la defensa era de cambios casi continuos. Al Facu le costó tomar el mando (8 asistencias, eso sí), tampoco Tavares se sentía cómodo. El Barça dominaba así el rebote, cerraba la pintura, pero concedía algún triple de más, también Musa se mostraba excelso con 4 de 5 de tres (el último con adicional por falta de Parker) en los seis primeros minutos.

Una exhibición que el técnico culé trató de compensar dándole galones a Laprovittola, ausente de salida, y llegándolo a juntar con otros dos bases (Jokubaitis y Satoransky). El argentino anotaba y creaba juego, conectaba a sus compañeros. Y Vesely estaba ahí desde el principio, salvo los 7 minutos en los que le sustituyó Willy (12:59 disputó al final el MVP del Eurobasket 2022 y -7 con él en pista). El checo explotaba con éxito su tirito de cinco metros y ayudaba a coser la brecha, a abrir el campo a su manera, a dar aire a una ofensiva a la que le costaba seguir el elevado ritmo anotador del duelo en la primera parte.

Aun así, el Real mandaba 40-47 en el último minuto… Segundos después (de juego, porque en medio quedó el parón del descanso), el Barça estaba por delante. Un triple de Kalinic le ponía arriba (48-47) tras una sucesión de errores merengues. De nuevo, el quinteto alto (Parra sustituía a un Da Silva con tres faltas) y ahora Musa no metía tanto como antes. Campazzo y Tavares volvían a sufrir frente a esa disposición y su tempo encestador bajó a mínimos, apenas seis puntos (dos triples) en siete minutos: 56-53.

Chispas en el Palau y un 16-0 decisivo

Solo la entrada del Chacho cambió la inercia con un 0-7 que devolvía el gobierno a los blancos (58-62). Estaba a punto de saltar la chispa que provocó un conato de incendio: un golpe con el antebrazo de Sergio Rodriguez en la cara a Lapro, que provocó la reacción del argentino. Antideportiva para ambos, por lo que se compensaban y sacaba el Madrid. Eso incendió al Palau, el Chacho perdió el siguiente balón por la presión y ahí se gestó la crecida azulgrana, una imparable. La guio Vesely, que rompió a Poirier y luego a Tavares (algo menos) con la ayuda de un genial Laprovittola en el pase y la creación de ventajas.

El mazazo fue tremendo, un 16-0 de parcial, un rosco en el casillero visitante que se estiró cinco minutos en los que el Barça pateó fuerte su crisis, se la quitó de encima (74-62, minuto 34) para hacer buenas las palabras de Grimau en la previa: “El Madrid es el mejor rival posible en esta situación”. Se refería a la motivación y concentración extra que necesitaban, la que encontraron, la que tuvieron también para abortar la postrera reacción madridista, esa que siempre llega. Con 80-75 Musa marró un triple y Laprovittola replicó clavando el suyo. La magia del Palau que reclamaba Navarro.

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