Deck levanta al Madrid en el Clásico de los mil errores

En el mundo de los Clásicos, no todo el monte es orégano. Y esta vez, en el tercero de lo que va de curso, apenas seis semanas, el duelo salió regulero, aunque siempre entretenga (65-64). Y salió muy largo, más de dos horas y diez minutos sin prórroga. El motivo, las revisiones en vídeo que tuvieron su aquel, algunas tan importantes para el desenlace como difíciles de dictaminar. Deck fue la pieza decisiva del Madrid (20 puntos y 7 rebotes), el que levantó a la tropa y a la grada, el que volteó la tortilla en el segundo y el tercer cuarto (marcador parcial ahí de 39-22), la cara blanca. La del líder invicto. Su reverso tenebroso (o la cara buena azulgrana) apareció agrupando el primero y el último (26-42 en esos 20 minutos).

Además de Deck, sólida actuación de Poirier (14+7) con Tavares de nuevo en problemas de faltas. Venció el Madrid en el minuto final con Campazzo metiendo en los últimos 76 segundos cinco tiros libres y fallando tres. Un buen resumen de la noche, con los locales en 2 de 22 en triples (un pírrico 9%) y los visitantes en 5 de 20. Ninguno de los dos rebasó el 62% desde la personal y amontaron ¡91 rebotes! por tanto desatino. Roger Grimau notó mucho la ausencia de Laprovittola (lesión muscular) y Chus Mateo se acordó de Yabusele (molestias en la rodilla izquierda).

La primera parte se jugó, pero no para que nadie la recordara. Si acaso el inicio del Barça, aunque su cierre del periodo resultó tan pobre (del 16-30 al 28-30 del intermedio) que querrá sacárselo de la cabeza. Porque a pocos hubiera extrañado que ese +14 del minuto 14, cuando Willy encadenaba cuatro canastas, las dos últimas con tiro libre adicional, hubiera rondado el +20 al descanso. El Madrid pasó de una arrancada timorata (2-9) a colapsarse en ataque. Su nefasta puntería lo sacaba a empujones del Clásico, las pérdidas iniciales también le habían hecho mucho daño.

Los blancos erraban sus primeros 14 triples y anotaron el último intentado sobre la bocina de esa primera parte. Lo hizo Deck, quien enchufó a los suyos con los pases de Campazzo. Y es que el Madrid, que recortó una desventaja de 12 entonces, solo se movía a golpe de las asistencias del base argentino y de Sergio Rodríguez, cuatro por barba en ese tramo. De los 13 aciertos locales, 10 vinieron después de un pase de canasta. Nada de inspiración individual y nada de tiro. Y pese a ello, remontó con Eli Ndiaye de pívot-pívot y Hezonja volando a por cada rechace en pleno apagón total culé: casi ocho minutos a cero (hasta la diana de Kalinic a los 106 segundos de la reanudación) en los que encajó un revés traducido en un 16-0 que puso al Real arriba, 32-30. De nuevo Deck tras asistencia del Facu.

El todoterreno argentino, más de cuatro esta vez por la ausencia de Yabusele, se adueñó del partido por su ardor guerrero y su manera de percutir, de cortar hacia el aro. Sus compañeros, que habían apretado un par de giros la tuerca que marca la presión defensiva, se abrazaron a él; los hizo despegar. Y ahí andaba también Poirier, dominando en las alturas, compensando la pujanza inicial de Vesely y la racha posterior de Willy. Rugía por fin el WiZink Center, que pese al llenazo tardó en que los decibelios se dispararan. Antes, solo un par de picos sonoros, cuando Willy erró dos libres seguidos. La presión ambiental sobre él creció algo respecto al duelo de Liga, pero lejos de lo que en su día vivió Mirotic.

El Madrid seguía hacia arriba y el Barça hacia abajo, parecía incluso que el último cuarto podría sobrar: 55-41 nada más comenzar. ¿Y saben, qué? Nada de eso. Hubo tomate, vaya si lo hubo. El Real se paró por completo con la vieja guardia, hasta la exageración, incapaz de atrapar los rechaces bajo su canasta. Desde el rebote creció el rival, que igualmente aprovechó algunas pérdidas claves. Satoransky firmaba un 2+1 y luego aprovechaba un error de Campazzo para empatar a 59 ya en el último minuto, donde la revisión en vídeo tuvo un papel principal. Primero se cambió un fuera de banda porque Jokubaitis tocó ligeramente el balón y luego se mantuvieron los tres tiros libres para Satoransky en su intento lejano por forzar la prórroga con 4 segundos en el marcador. Pudo hacerlo desde la personal, pero erró el primero y lanzó el tercero a fallar. El rebote en las nubes de Hezonja valía el triunfo: recibió la personal y remachó desde la línea un Clásico extraño, a la baja, plagado de dientes de sierra y no muy afilados. Victoria a fin de cuentas, una que sitúa al Madrid como el único invicto de la Euroliga.

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