Carsen Edwards, la “máquina de anotar” que lidera la Euroliga

Carsen Edwards es una de las caras visibles de la nueva edición de la Euroliga. En su segundo año con el Bayern de Múnich demuestra, tras otros intentos que no le salieron tan bien, qué clase de jugador de baloncesto es. Anotador compulsivo. Tanto como para ponerse a la cabeza de la lista de encestadores de la máxima competición del Viejo Continente. Los bávaros están volando alto, con siete triunfos en diez compromisos, y él es el factor diferencial.

Desde que llegó de la NBA era uno de los señalados como peligro andante por los rivales. Su capacidad física pese a su escasa altura, mide 179 centímetros, le coloca en buenas posiciones de lanzamiento y tiene toque en esas manos. Por el Fenerbahçe pasó sin pena ni gloria y en 2023 aterrizó en el Bayern. Se lo encontró Pablo Laso en ese novedoso proyecto que sólo duró un año y lo tuvo claro desde el principio: “Carsen es una máquina de anotar. Es creativo y muy intenso en ataque; fuerte y rápido en defensa. Tenemos grandes expectativas puestas en él porque puede competir contra cualquiera”. El vitoriano, que captó perfectamente la esencia en uno de los mejores Real Madrid de la historia, sabe de lo que habla. No fue, sin embargo, hasta que abandonó la estructura de Marko Pesic cuando el base-escolta de Texas empezó a salirse del mapa.

Gordon Herbert es su nuevo técnico y está sabiendo conjugar a la perfección las armas con las que cuenta en su juego exterior. Y son muchas. Poco balón para tantas manos que lo piden. Shabazz Napier y Yam Madar son los bases puros, los dos ultraofensivos, por lo que se debe compensar con Weiler-Babb, escolta que se defiende bien en los dos extremos de la pista. Andy Obst, el especialista del triple. Y Carsen es el que engloba a todos en ataque.

El conjunto de Múnich ha estrenado pabellón, venciendo al Real Madrid ese día para que la fiesta fuera completa, y cuentan con licencia permanente en la Euroliga, ambas cuestiones van de la mano. Se va invirtiendo cada vez más en la sección de baloncesto. Atrás queda la etapa de Djordjevic, Radonjic o Trincheri, en las que las plantillas se hacían con lo puesto y el mérito del entrenador, y el del italiano le catapultó como buen gestor, era enorme.

Edwards, de 26 años, se encuentra en plena madurez. Este producto de la Universidad de Purdue promedia 21 puntos en la Euroliga tras diez citas, pero lo mejor son sus porcentajes: está en 38-52-94, de tres, de dos y de uno, una línea que roza la perfección en términos estadísticos. No es una casualidad que el Bayern esté ganando tanto. Se aventura en la NBA le llevó a Boston, donde los minutos estaban caros en una franquicia que peleaba todos los años por el Anillo; estuvo dos cursos, en cada uno de ellos realizó un partido de 18 puntos cuando tenía la confianza del preparador principal. Brad Stevens, que lo era, tenía un punto de confianza ciega: “Fácilmente puede ser un chico que irrumpa en la rotación durante el año o cuando veamos que no somos capaces de meter el balón en el aro”. Pero no cuajó. El perfil de microondas, el que puede calentar en un momento, iba pegado a su rúbrica. Ha costado que se lo quite. Ha tenido que ser en Europa, en el Bayern, cuando alce la voz para decir que él también puede ser el líder ofensivo de un gran equipo de manera sostenida a lo largo del tiempo.

En el club germano el objetivo continúa siendo meterse en la eliminatoria de cuartos de final, haya o no doble peaje por el cambio de formato. Lo han hecho en el pasado con menos mimbres. La plantilla de esta temporada, reimpulsada de la era de Laso al fichar a un campeón del mundo como Herbert, atesora calidad y fluye con ligereza. Fueron líderes y se mantienen en los puestos de honor. En la regularidad de Carsen Edwards irán muchas de sus posibilidades.

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