Euroliga | Bayern de Múnich | Berrocal
“Algunos de los grandes no estarán en la Final Four y quizá tampoco en el playoff”
Josep María Berrocal estuvo 13 años en el Barça y ha entrenado en siete países. Después de una temporada extrema en el Maccabi, ejerce en el Bayern de ayudante de Gordon Herbert.
Josep María Berrocal (Barcelona, 1970) vive una aventura continua desde que en 2010, después de 13 años en el Barça (ganó la Euroliga como ayudante de Pesic y luego de Xavi Pascual), se marchara a Ucrania. Trece equipos en siete países, incluida la vuelta a la ACB. Después de una año extremo en el Maccabi, Berrocal ha llegado a Múnich como ayudante de Gordon Herbert. El Bayern está arriba en la Euroliga, empatado con otros cuatro equipos en la segunda plaza, y recibe este viernes en el flamante SAP Garden al Barça (20:30, Movistar+ Deportes).
En 2010, después de 13 años en el Barça (en la base y como entrenador ayudante del primer equipo), se va a Ucrania, al Budivelnyk Kiev, y empieza una aventura que lo llevará por 13 equipos y seis países, siete si contamos los regresos a España.
Hay una parte buena y otra difícil de moverte tanto. La positiva es que acumulas experiencias y conoces otros baloncestos y culturas. Este año iba a seguir en el Maccabi, donde tenía una gran relación con Oded Kattash, el entrenador; pero ya era tarde cuando vi que no continuaba, se habían caído otras opciones y me surgió lo de Múnich. El único pero de trabajar fuera es cuando tienes familia con hijos y llega un momento en el que te tienes que replantear las cosas. Tarde o temprano, volveré a España. Ahora mi familia está en Barcelona y eso es difícil. Si puedo, intentaré que no pase más.
Antes de sus aventuras en el extranjero estuvo en dos equipos de ensueño, en el Barça que ganó la Euroliga en 2003 con Pesic y en el que repitió en 2010 con Xavi Pascual.
Cuando has pasado por cinco equipos de la Euroliga y no has vuelto a jugar una Final Four, empiezas a valorar más lo anterior. En mis primeros ocho años en el Barça, la jugamos cuatro veces y se veía normal, y es excepcional. Hace ya 14 años del último título del Barça, que tarde o temprano volverá a conseguir otro. Lograr el éxito en tu ciudad y en tu club es muy bonito.
¿Cómo recuerda aquellos triunfos?
La primera Euroliga con Pesic fue maravillosa, me emocioné después de haber visto perder muchas Final Four al Barça. Me acuerdo de que Roberto Dueñas me pidió algo para leer, trataba de desconectar en un momento trascendente. Luego, cuando he sido primer entrenador, he cogido la costumbre de leer antes de los partidos por esa razón. Aquel equipo tenía grandísimos jugadores y uno determinante como Bodiroga. A veces era el ‘Bodiroga sistema’, pero es que le dabas el balón y sabías que la iba a meter. En 2010, con Xavi Pascual, existía un gran compañerismo. Los jugadores se reunían, jugaban al póquer y de ahí venía que el grito previo fuera “all-in”, la apuesta máxima. Me acuerdo de Mickeal, Navarro, Lorbek… grandísimos jugadores que se compenetraban muy bien. Y de Ricky Rubio. Había menos partidos y el equipo estaba supertrabajado. Fui un afortunado.
¿Como ayudante se tiene más cercanía con los jugadores?
Sí, se siente menos tensión y, a veces, eres más cercano, no te ven como una amenaza, el que les pone o les quita. La comunicación hoy es imprescindible para una buena dinámica de equipo, incluso más importante que la táctica.
En 2010 deja Barcelona y empieza la aventura: Kiev, Menorca, Alicante, Donetsk, Panathinaikos, regreso al Barça, Eskisehir turco, Estudiantes, Baskonia, Bahréin, El Prat, Maccabi y ahora Bayern.
Tengo la inquietud de conocer el mundo. El baloncesto da oportunidades y cuando eres más joven lo afrontas con más valentía e inconsciencia, porque trabajar fuera es difícil. Al principio lo comparaba todo con el Barça, luego aprendes a aceptar más lo que hay en cada sitio. Es un poco el proceso que va a vivir en Rumanía Roger Grimau, con el que tengo una buena relación. Desde 2010 he ido y he vuelto a España, de primero y de segundo, con jóvenes, con mayores, en distintas experiencias… Si demuestras que estás capacitado, se abren nuevas oportunidades en otros países. A veces puedes estar superpreparado, pero si no has salido, pueden dudar. También, cuando te vas, en España hay quien piensa que ‘este chico trabaja más fuera que dentro’ y eso puede ser negativo. Estoy abierto a las oportunidades laborales, lo que me da capacidad de adaptación. El año pasado en Israel, por ejemplo, fue durísimo porque también viví en lo personal un año extremo. Perdí a mi padre y a mi madre con 40 días de diferencia, todo en plena guerra. Viajaba a Chipre con un americano, luego el equipo se iba a Israel y los extranjeros se quedaban en Belgrado, la familia estaba en Barcelona… Cuatro o cinco cosas así son demasiadas. Y aun así estuvimos muy cerca de la Final Four, valoro mucho haber llegado al quinto partido del playoff en una de las temporadas que está más arriba en mi lista por haber superado tantas situaciones de las que se te quedan de por vida, casi siento más orgullo que por las Euroligas ganadas.
¿Ser emigrante te cambia la mentalidad?
Cuando volví al Barça en 2016 con Bartzokas ya lo notaba, valoraba mucho más a los que vienen de fuera, sus problemas… comprendes a los jugadores y te acercas a ellos. Me acuerdo de un jugador en el Barça que estaba jugando mal y le pregunté qué le pasaba: ‘Mi familia se ha marchado y no volverá hasta dentro de tres meses’. En Ucrania vi llorar a un jugador por una situación parecida. Empatizas porque tú también te has visto así. Llegar a esos jugadores es más importante que cuestione tácticas y me llena mucho más.
¿Con qué jugadores ha empatizado en estos años?
Cada temporada hay alguno. El año pasado hice muy buena relación con el cubano Jasiel Rivero en una situación compleja. En Múnich, ahora, mantengo otra buena relación con Yam Madar. De mis inicios, recuerdo a Gregor Fucka y Gianluca Basile, hablaba mucho con ellos.
Estuvo en el Panathinaikos con Dusko Ivanvoic, con el que luego volvió a trabajar en el Baskonia, y en el Estudiantes de primero, en una temporada en la que salvaron la categoría.
Tengo buenos recuerdos de Atenas, te motiva estar en un club así, pero finalmente no siguió Ivanovic. El Estudiantes también es una entidad especial, aunque a otro nivel y con otros objetivos. Allí debuté como primer entrenador en la ACB y quizá no valoré suficiente lo que hicimos. El equipo, con subidas y bajadas, mantuvo la categoría, lo cual se vio luego que no era tan fácil de conseguir. Un gran club que volverá antes o después a la ACB.
Y este verano desembarca en Múnich, un gran escenario con un clima social de apoyo creciente al equipo, un nuevo y fantástico pabellón, buenos resultados de inicio…
Buscaban a alguien con experiencia en la Euroliga, a Gordon Herbert no lo conocía, un poco como con Kattash en el Maccabi, pero me llamó Marko Pesic. Había trabajado con su padre, Svetislav, en el Barça. Creo que el Bayern ha dado un gran paso como club con el SAP Garden, un pabellón grande, moderno y bonito. Disputar ahí los partidos es una gran experiencia y creo que ayudará al club a crecer: más gente, más socios y espero que más ingresos. El primer partido fue ante el Madrid, vino mi familia... Un gran estreno con victoria en pleno proceso de crear la identidad del equipo, algo que va bien aunque queda mucho.
¿Qué baloncesto se ha encontrado en Alemania?
Uno diferente. Donde más similitud hay es entre la Euroliga y la ACB. En Alemania los equipos son parecidos y construidos con perfiles muy versátiles: el dos, el tres, el cuatro y el cinco son a veces intercambiables en defensa, jugadores de dos metros con ciertas similitudes, con un ritmo alto, veloces, con sistemas similares, muy intensos, tiros rápidos, muchas posesiones, mucho cambio atrás, poco juego interior…
¿Es la ACB lo más parecido a la Euroliga?
Es la liga, con diferencia, de un nivel más alto y si la combinas con jugar la Euroliga… Los equipos, los jugadores y los entrenadores que simultanean ambas competiciones tienen un mérito increíble.
Y socialmente, ¿cómo está el baloncesto en Alemania?
Está lejos del fútbol, pero el impacto del triunfo en el Mundial se nota y la gente viene al pabellón y compra las entradas con antelación. Se vive el deporte. Aquí en Múnich está la competencia del hockey hielo, nuestro pabellón es de Red Bull y la pista de baloncesto está encima del hielo.
El Bayern tiene un cuerpo técnico muy potente.
Sí, es muy amplio, más que en otros clubes, y con muchos extranjeros. Creo que solo hay un alemán, que es una persona especializada en números, y el resto somos extranjeros, algo habitual en Alemania, donde hay mucha gente de fuera trabajando. Está el hijo de Herbert; TJ Parker, que es francés; elexjugador Emiljo Kovacic, que es croata; un entrenador serbio…
¿Y cómo es Gordon Herbert?
Un gran comunicador, sabe transmitir lo que quiere, muy metódico y organizado, preparado. Todo lo estudia con mucho detalle. Y yo estoy todavía en el proceso de conocer a la persona, al menos hasta Navidad, como con Kattash en el Maccabi.
Y valiente por haber explicado en un libro su pasada adicción al alcohol.
No he leído el libro ni le he preguntado por ese tema. Pero dice mucho de alguien el hecho de que sepa explicar abiertamente las situaciones que ha vivido. Me demuestra la importancia que le da a la salud mental y para mí ese tipo de entrenador, el que cuida a la persona, es básico.
¿Y TJ Parker?
Le gusta mucho el baloncesto y está contento de esta experiencia fuera de su país después de pasar por el Asvel de su hermano Tony Parker. Es humilde y trabajador y le ha venido bien otro baloncesto, otra gente... Fue un gran asistente y como primero lo hizo muy bien. En América es más flexible eso de ser primero o segundo, aquí en España se te cataloga más.
¿Ve al Bayern en el playoff de la Euroliga?
Ilusión hay, nos encantaría jugar el playoff, o el play in. Toca ser valientes, tener ese objetivo, pero vamos día a día mientras disfrutamos del camino. No sé quién llegará a la Final Four, pero algunos de los grandes no van a estar y a lo mejor tampoco en el playoff.
¿Qué jugador del Bayern le ha sorprendido en las distancias cortas?
Nick Weiler-Babb me ha sorprendido mucho porque es muy completo, muy físico, entiende el juego y ha crecido desde su juventud pasando por todos los puestos exteriores y hasta por el cuatro. Luego, Devin Booker aporta muchas cosas, te das cuenta cuando lo ves de cerca, es solo cuestión de cuántos partidos puede hacerlo porque tiene un nivel muy alto; Lucic, que ahora está lesionado, pero es completísimo; Niels Giffey, un pegamento que lo echamos en falta; Carsen Edwards, quizá desde fuera parezca que coge muchos tiros, pero es muy trabajador y competitivo, no se queja nunca. Me gusta el equipo.
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