El Lenovo Tenerife “sí que es un pedazo equipo”

El derbi canario, ese duelo inédito en la Copa, empezó en fiesta conjunta y pronto derivó en una exhibición mayúscula del Lenovo Tenerife (89-73), una máquina engrasada y pensada de jugar al baloncesto, una gran obra de Txus Vidorreta, su técnico. Si en el duelo liguero previo Marcelinho Huertas y Gio Shermadini habían quebrado las esperanzas del Gran Canaria, esta vez el gran protagonista fue el nuevo, Jaime Fernández, fichado en verano del Unicaja. Acabó con 26 puntos (6 de 8 de dos y 4 de 6 de tres) en solo 19:59 en pista, por la izquierda o por la derecha. Partidazo, como el de Darío Brizuela el jueves en el Unicaja, antaño pareja de baile ambos en el Estudiantes. El CB Canarias está en semifinales de la Copa, bendita rutina, piensan sus fieles: la quinta en seis temporadas. “Esto sí que es un pedazo equipo”, gritaban los suyos.

Nada es casual en el Lenovo Tenerife, porque en la ACB, la liga más exigente de Europa, no se regala nada. Así que cuando un equipo humilde (ascendió de la LEB en 2012) sube como la espuma y se codea con la élite de constante es que detrás hay muchos factores, todos buenos. Ha sabido encajar las piezas, que todos empujen a una, y que esas fichas que hicieron clic se completen con otras nuevas, como un puzle. En el despacho (Aniano Cabrera) y en el banquillo reman sincronizados.

La llegada de Txus Vidorreta en 2015 (dos temporadas), y su regreso al club en 2018 tras pasar por el Valencia, ha sido clave, un técnico que controla todos los aspectos en la pista hasta poner a su equipo en la cima de la efectividad por posesión, quizá juegan menos ataques que otros, pero meten más. Esta vez, sin embargo, fueron más allá, las metieron todas (o casi) en un espectáculo ofensivo formidable cuando aún había duelo, hasta sacar de rueda al Granca.

El carnaval conjunto canario del primer cuarto (25-25, minuto 9), con hasta once alternancias en el marcador, dejó paso en cuanto los de Lakovic desfallecieron un poco a un festival exclusivo del Lenovo, que casi en el cruce con el descanso, a un minuto del parón, llevaba (agárrense) 10 de 11 de dos, 8 de 12 de tres y 7 libres sin fallo para elevarse con +17 (51-34). Fíjense la magnitud del acierto, que en ese tiempo solo hubo cuatro rebotes capturados y registrados bajo el aro amarillo (el quinto fallo quizá no lo cogiera nadie). Reventó al rival, que se desesperó y se soltó antes de tiempo de la cuerda. El Granca había comenzado bien, aunque con su juego al poste no pudo compensar el frenesí aurinegro en el otro aro mientras Brussino era anulado por Elgin Cook (0 puntos, un tiro; 7 asistencias, eso sí).

Hablábamos de piezas. Podemos recordar cuando llegó a San Cristóbal de La Laguna la pareja Marcelinho-Shermadini (en 2019) y como lo hizo un año después el base uruguayo Fitipaldo. Los tres, cada uno en su papel, maestros del bloqueo y continuación, seña de identidad del equipo. Y este curso ha llegado a puerto Jaime Fernández, que por carácter y sintonía con la ambición del club también ha hecho clic. El base-escolta madrileño cerró la primera parte golpeando sobre la bocina (55-38), no había parado de castigar en los 19 minutos y 59 segundos anteriores (16 de sus 26 puntos, entonces). En la reanudación, sopló un poco más el vendaval antes de pensar en la semifinal. Un robo de Huertas y la terminación de Cook (63-41) ponían en pie a la grada: “¡Qué bonito, qué bonito!”.