El Madrid roba el factor cancha

El Madrid llegaba descansado, y a veces eso es un peligro por pérdida de ritmo, y el Barça, al contrario, aún con el fragor en su cabeza de la batalla ante el Joventut, de la que no se ha recuperado Sanli, baja por un esguince. Y lo que vimos fue a un equipo blanco arrollador, vigoroso, muy superior en lo físico y con más deseo, tras un curso en el que cayó hasta cinco veces seguidas en el Clásico hasta que se levantó en el de la Final Four, ese duelo en Belgrado quizá cambiara dinámicas, pensamientos y sensaciones. También marca mucho el despegue de jugadores como Hanga y Deck, determinantes ambos este lunes, el húngaro con 16 puntos en la primera parte y el argentino con otros 16 en la segunda para el 75-88 definitivo. En medio, Causeur para formar el trío de perímetro imprescindible del actual Madrid. Más fuerte como bloque pese a las ausencias, pese a la falta de bases, porque Llull no disputó ni un segundo y Abalde solo 64. Por el camino hubo otro caído, grave y dramática lesión en la rodilla izquierda de Randolph en el minuto 15.

Ni siquiera necesitó Chus Mateo del mejor Tavares (7-0 con el técnico madrileño en el banquillo cuando Laso ha faltado). Poirier andaba por ahí y Yabusele estuvo fantástico en el rebote (9), como Deck, una de las claves del dominio madridista (17 capturas ofensivas), de un 0-1 que se ha dado once veces previamente en una final y que en nueve acabó en título para el que golpeó primero.

Más allá del 5-0 inicial de Mirotic tras un par de despistes visitantes, la aceleración merengue le arrancó las pegatinas al Barça, parecía una competición entre un coche de carreras y otro de calle. El Madrid volaba con su quinteto sin bases, ese que desahució al Baskonia en semifinales, ese que pone a Hanga al timón magníficamente arropado por Causeur y Deck con Yabusele y Tavares por dentro. No había color, ni en ataque, con los dos primeros desatados (primero el francés y luego el húngaro), ni en defensa, con cambios casi continuos y anticipación sobre Mirotic de los pequeños con una ayuda siempre al quite. La energía electrificaba a los blancos, plenos de movilidad, y dejaba tiesos a los azulgranas: 20-37.

El Real dominaba el rebote, también en aro ajeno, y corría, muchas canastas en transición, dos vías de anotación que añadir a un gran acierto en el triple (4 de 5 en el primer acto). Y bastantes veces todo empezaba con una bola a Tavares dentro que sabía sacar bien, justo cuando llegaba el doble marcaje, para que su equipo iniciara la circulación. Las rotaciones no frenaron a los visitantes, que siguieron fuertes con Taylor y Juan Núñez (muy bien el canterano metiendo manos atrás), con Poirier por Edy. Kuric recortaba la brecha a 12 (27-39) y, entonces, nuevo aldabonazo de Hanga y Poirier, este, con un 2+1 sobre Mirotic, ponía el +20 (29-49).

El Palau esperaba el tercer cuarto para el toque de corneta, para la remontada, y, sin embargo, esos diez minutos dejaron cariacontecidos a la hinchada culé. Deck iba a agarrar el protagonismo, la sensación de vigor merengue era la misma que antes, y la aparición de Taylor ayudó: triple, contraataque, dos robos... Al cierre del acto, +23 (51-74) con Mirotic abatido.

Pocos esperaban ya una reacción, una de verdad, pero llegó justo en ese momento. Un 12-0 con triples de Smits y Jokubaitis (castigado antes por Jasikevicius) y una recuperación de Laprovittola. El Madrid se paró, se puso a pensar, a ralentizar el juego y, sin bases, le costó subir el balón. El Barça redujo la desventaja a 10 un par de veces y en ambas recibió una contestación brusca: 2+1 de Deck y, luego, triple de Causeur. Los rechaces ofensivos ayudaron también a templar los ánimos. No había tiempo material para el milagro azulgrana, quizá tampoco argumentos. El Madrid roba el factor cancha, un 0-1 que cambia mucho el reparto de fuerzas de la previa. Este miércoles, segundo asalto.