El Chacho serena al Madrid en el partido 100 de Chus Mateo

La cosa ha empezado de tal manera, más allá aun de lo previsto pese al evidente potencial merengue, que la cuestión ahora es quién le pone el cascabel al gato blanco. “El Madrid en este momento es imparable, y no lo digo por desearle mala suerte”, aseguraba Messina (matiz incluido por aquello de que el elogio debilita) tras hincar la rodilla el jueves en el WiZink Center. El Lenovo Tenerife levantó la mano, paso al frente, voluntario para intentarlo: se acercó mucho, incluso llegó a viajar por delante a falta de 12 minutos (58-57); no lo consiguió (76-82).

En el tercer cuarto, en pleno carrusel de pérdidas visitantes (a una por minuto entonces, 19 al final, una barbaridad) y con el juego descontrolado, Chus Mateo mandó al banco a Causeur y Musa (bastante contrariado el bosnio) y apostó por dos bases a la vez, por Campazzo y Sergio Rodríguez (Llull y Hezonja se habían quedado en Madrid). El Chacho, que actuaba en casa, en San Cristóbal de La Laguna, agarró las bridas y tranquilizó a su equipo. El técnico hizo lo propio con Musa, que, tras unos minutos en el banquillo, regresó con un ímpetu recargado, más sereno, y después se lo agradeció a su entrenador. Taponó a Abromaitis en una recuperación defensiva y, a continuación, la clavó de tres desde la esquina. Luego el Chacho sumaba su segundo triple en ese tramo y un tercero que, con Poirier en gran labor y Deck percutiendo, elevó de nuevo el +14: si en el arranque del segundo cuarto había sido 14-28, en el cruce con el minuto 33 era 61-75. Un impulso fundamental, el definitivo, para salir del atolladero, porque el CB Canarias, sin soltarse nunca (70-77), no pareció ya en disposición de provocar otro giro de guion. El primer cuarto y medio lo había lastrado.

El Madrid atrapaba otra victoria y se la guardaba en el zurrón, 12 seguidas en este inicio de campaña (13 con el amistoso frente a los Mavericks) y todo en el encuentro 100 de Chus Mateo desde que es primer entrenador (antes había hecho de principal diez veces [9-1] en ausencia de Laso por sanción o enfermedad). Y en esos 100 asaltos, tres títulos (una Euroliga y dos Supercopas) y un balance de 76% de triunfos (76-24), un gran dato. El líder sigue fuerte.

Txus Vidorreta y el arbitraje

Decíamos que la primera parte casi borra al Lenovo del duelo definitivamente, pero reaccionó a tiempo, lo hizo Txus Vidorreta que vio la manera de estimular a los suyos: “En los primeros 15 minutos no he hecho ningún comentario a los árbitros porque el Madrid estaba siendo claramente superior, es evidente que no podemos ganar si somos, además de blandos al inicio de partido, el que más tiros libres lanza de la competición y hoy vamos 1 a 12 (al final, 8 a 26). No voy a poner la pizarra como Sito Alonso, el 1 a 26 que hubo en Murcia contra el mismo equipo (la temporada pasada)”, afirmaba el técnico vasco al descanso en Movistar+.

El hecho de poner el foco ahí, de presionar a los árbitros y de espolear a los suyos, funcionó. Un cúmulo de circunstancias a las que hay que añadir el nivel defensivo y el acierto, quizá todo derivado de una mayor concentración y motivación. El Lenovo Tenerife se levantó con enorme mérito. Un parcial de 9-0 (tres triples, dos de Jaime Fernández, que sumaba en seguida una buena entrada en una destacada participación: 18 puntos) igualó el pulso. Las recuperaciones locales (hasta 16) y el rebote ofensivo (13) permitieron empatar la contienda. El Madrid reclamaba un par de manotazos en sendos balones extraviados y se le leía en los labios a Mateo preguntarle a uno de los árbitros el motivo de una personal a Tavares en un tapón: “¿Pero dónde está la falta?”. No por esta queja de su entrenador, aunque sí por otras, los blancos acumularon tres técnicas y los aurinegros se pusieron arriba después de una de ellas: 58-57. Como esta se pitó antes de dos tiros libres de Poirier, que el pívot embocó (58-59), todo con el reloj parado a 1:47 del cierre del tercer cuarto, el equipo insular no estuvo ni un segundo arriba.

El Chacho ya tenía los mandos, Musa aparecía y Poirier, con Tavares en serios problemas de personales (cuatro seguidas en medio tercer cuarto), completaba un enorme trabajo forzando hasta siete faltas en las cercanías del aro, donde se echó de menos algo más de Shermadini. Campazzo sentenciaba con un triplazo delante del georgiano: 72-82 a 120 segundos de la bocina. El gato había enseñado las uñas en un momento de peligro, la tarea de que alguien le ponga el cascabel sigue pendiente.