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El ‘tercer día’, la estrategia que utilizan los hoteles en los buffets libres

A partir del tercer día, el cliente se relaja y come y bebe menos, cambiando las bebidas alcohólicas por agua, no llena tanto sus platos, no repite, no consume tanta variedad de alimentos...

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El buffet libre es uno de los grandes reclamos a la hora de reservar un hotel en vacaciones, sobre todo en verano. Bien sea para el desayuno, comida o cena, el ‘todo incluido’ incita a los clientes a querer probar de todo y en grandes cantidades para amortizar lo pagado.

Sin duda alguna, representa una oportunidad para que las familias, las parejas o los amigos desconecten por completo de su vida cotidiana y se centren en disfrutar, evitando cualquier tipo de discusión por el restaurante al que acudir a la hora de comer.

El gran truco

De la mano de estos servicios, existe una práctica que llevan a cabo la mayor parte de los hoteles y que, evidentemente, muchas personas desconocen. Es decir, se trata de un truco con el que poder medir la rentabilidad de la comida que ofrece un buffet de un hotel u hostal.

De modo que, no pierden dinero con esta opción, e incluso pueden ahorrar algo. Inconscientemente, siempre se busca lo más provechoso para nosotros mismos, tanto a nivel económico como a nivel personal, y también el coste-oportunidad.

“A partir del tercer día todo se modera”

Es este el motivo por el que se ha demostrado que, al tercer día, el cliente se relaja y come y bebe menos, cambiando las bebidas alcohólicas por agua. Y es que el viajero no llena tanto sus platos, no repite, deja de tomar bebidas alcohólicas durante el almuerzo o la cena y no consume tanta variedad de alimentos.

“Es imposible que durante una semana estés poniéndote hasta las cejas de todo. En los primeros días, todos abusamos de la comida y la bebida, pero a partir del tercer día todo se modera”, ha explicado Rubén Úbric, director corporativo del servicio de restauración de una destacada cadena de hoteles a ‘ABC’.

Todas las partes salen ganando

En concreto, el primer día se suele acaparar con toda la comida suculenta que nos apetece, comiendo demasiado, después vamos bajando la cantidad de comida que elegimos y, de manera general, el tercer día llega la moderación y todos comenzamos a optar por comidas más ligeras y saludables.

Esta tendencia generalizada hace que el hotel pueda adaptar la oferta gastronómica al completo y lo que invierte en ella. Es más, se adaptan a las conductas de sus clientes, y todos salen ganando.

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