POLÍTICA

Golpe de Ucrania a Rusia en un enclave estratégico

Las tropas ucranianas vuelven a poner un pie en la península de Crimea. La ofensiva relámpago lanzada sobre la zona, ocupada desde 2014, marca un punto de inflexión en la guerra.

STRINGERREUTERS

A principios de un convulso 2014 Rusia rubricaría un tratado singular cuyo fruto era la anexión de Crimea y Sebastopol. Las regiones ucranianas volvían a pertenecer a un país cuyas fronteras abandonaron tras la disolución de la Unión Soviética. El Euromaidán había golpeado la moral del Kremlin y el régimen de Putin había devuelto el derechazo. Desde entonces ningún soldado de Kiev había vuelto a pisar la península. Hasta ahora.

Nueve años después Crimea vuelve a escuchar los silbidos de los disparos patrios. Ha sido en una misión nocturna la noche del 24. Los protagonistas, diez militares ucranianos. La irrupción fue un visto y no visto: cuatro lanchas incursionaron raudas y silenciosas en la playa de Olenivka, ubicada en el extremo más occidental de la costa de Mayak. Venían navegando desde Mikolaiv u Odesa.

Y sin que el Sol desprendiese sus primeros rayos, los soldados se adentraron en uno de los complejos castrenses más relevantes de Crimea. Allí donde se almacenan radares y una batería antiaérea S400; allí de donde se lanzan los misiles de crucero y los drones Shaeed que atormentan el sur de Ucrania. Todo protegido por una guarnición de cientos de guardias moscovitas. Dormían.

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Era el momento. Los militares ucranianos colocaron la bandera nacional y adornaron con explosivos las cabañas donde descansaban los soldados de la Z. Cuando volvían a las barcas despertaron y abrieron fuego. Hay diferentes versiones de lo sucedido. Según algunos blogueros rusos, Rusia hizo del tiroteo una sangría y acabó con todos. Según otros, los ucranianos salieron ilesos y culminaron una emboscada relámpago de manual.

Más “sorpresas” en la península

Dos noches después, las fuerzas armadas ucranianas han lanzado otro ataque contra una brigada rusa en la península. Como resultado, según recoge la agencia Ukrinform, cuya base informativa descansa en fuentes del Servicio de Seguridad de Ucrania, “decenas de víctimas”. Otro derechazo más. “El ataque contra la 126.a brigada de la Flota Rusa del Mar Negro ha sido una operación especial realizada conjuntamente por la inteligencia del Servicio de Seguridad de Ucrania y las Fuerzas Armadas de Ucrania”, reza el parte del medio.

Se reconoce el uso de drones, aunque sin especificar el número. Se habla de las bajas humanas, haciendo hincapié en los daños causados sobre depósitos de municiones. Un éxito para Kiev. Otro. “Ya podemos hablar con seguridad de varias decenas de rusos muertos y heridos. También fueron alcanzadas las zonas de almacenamiento de munición. Además, el material militar resultó gravemente dañado”, resumen las fuentes al diario.

Estas mismas fuentes son tan claras y meridianas como coquetas con la incertidumbre. Como quien sonríe sabiendo que esconde algo. El Servicio de Seguridad de Ucrania ya ha anunciado más “sorpresas” para las fuerzas de ocupación en la península. Pondrán pie en tierra otra vez. Han cruzado una línea que Moscú considera roja y que Kiev juzga milagrosa para la moral de unas tropas que miraban con recelo una parte que un mal día fue anexionada por un tratado que a nadie convenció. Un puñetazo que llevaba gestándose nueve largos años.

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