China da un paso de gigante: aprueba la primera vacuna inhalada contra la COVID
China aprueba el fármaco de CanSino Biologics, que detalla que con una sola inhalación de la dosis será suficiente para conseguir la protección necesaria.
El coronavirus ha pasado a un segundo plano en la actualidad debido a la guerra, los problemas de suministros y el alza de los precios y la inflación que vivimos en este momento. Sin embargo, eso no significa que la COVID haya desaparecido por completo sino que en mayor o menor medida la enfermedad continúa estando presente en la sociedad.
Por eso, las investigaciones siguen produciéndose con el objetivo de encontrar los mejores antídotos contra un virus que hace más de dos años puso en jaque a toda la población mundial. Ahora, se ha dado un nuevo paso de gigante con la vacuna contra la COVID.
Nuevo método sin agujas
China, que aún continúa lidiando contra la enfermedad y sigue aplicando restricciones y confinamientos, es el primer país del mundo que aprueba una versión inhalada de la vacuna contra la COVID. Este nuevo método sin pinchazo ni agujas ha sido fabricado por CanSino Biologics y tiene ingredientes parecidos a las vacunas que ya se encuentran en el mercado y que han ayudado a desarrollar exitosas campañas de vacunación en todo el mundo.
Esta vacuna inhalada emplea un adenovirus inofensivo con el código genético que ‘enseñará’ al cuerpo a luchar contra el virus. El fármaco es una nueva versión de la vacuna de CanSino contra la COVID, que ha sido utilizada en China, México, Malasia, Hungría o Pakistán. Esta vacuna inhalada se ha aprobado para su uso de emergencia, como una dosis de refuerzo, según detalla la compañía china. Según CanSino, con una sola inhalación de la nueva vacuna sería suficiente para crear la protección inmunitaria necesaria para luchar contra el virus.
Aprobación en otros reguladores como EEUU o Unión Europea
Ahora, habrá que ver si CanSino trata de que su vacuna inhalada sea aprobada en otros reguladores como el de Estados Unidos o el de la Unión Europea, que permitiría su uso en estos territorios y por tanto ampliar su uso. Asimismo, la OMS podría en futuras fechas aprobar su uso tras comprobar su eficacia y así llegar a aquellas partes del mundo que carecen de reguladores oficiales y esperan a que el organismo sanitario dé su visto bueno.