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Fentanilo, el opioide más fuerte que la heroína: su uso crece en España

Su consumo se ha multiplicado por cuatro en sólo dos años. La respuesta por parte del Gobierno ha sido la creación de un visado que aleja una crisis sanitaria.

El fentanilo es un opioide agonista y sintético tan severo que es 50 veces más potente que la heroína y 100 más que la morfina. Se utiliza como analgésico y, por motivos evidentes, se administra en dosis mucho más bajas que otros medicamentos. Entre otras cosas, tiene el ‘superpoder’ de convertir dolores implacables en un estado de euforia; semejante cambio, en cuestión de segundos, posee un revés muy peligroso: es altamente adictivo.

Este cóctel molotov de riesgos que rodea el consumo de fentanilo estalló hace unos meses en Estados Unidos. De hecho, en el país norteamericano nunca ha muerto tanta gente por sobredosis de opioides como en la actualidad. Solamente en 2021 habrían muerto unos 70.000 estadounidenses por esta causa; cifra que, extrapolada al periodo que transcurre entre 2019 y 2021, se traduce en unos 200 fallecimientos al día. Es decir, el fentanilo ha matado más gente que las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak juntas. Ahora, este peligro ha llegado a España.

Su consumo se ha multiplicado por cuatro

Todavía es pronto para que salten las alarmas. La situación sanitaria es muy diferente entre los dos países; de hecho, los controles a los que es sometido el fentanilo en España alejan la posibilidad de que se produzca una crisis de opioides dentro de nuestras fronteras. No obstante, y según la última Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES), sí que hay un matiz que induce a preocupación: no es el opioide más usado, pero sí el que más crece.

Dicho estudio recoge que el consumo de fentanilo se ha multiplicado por cuatro en solo dos años. Mientras que en 2020 lo habían consumido el 3′6% de las personas que habían usado opioides en alguna ocasión, en 2022 esta cifra se ha disparado hasta el 14%.

ELIANA OBREGONAFP

En plena escalada de consumo de fentanilo, durante 2021, el Ministerio de Sanidad impuso un visado cuya finalidad era recetar este opioide de acción ultrarrápida. El motivo: restringir su uso al dolor oncológico disruptivo; una situación tan concreta que, a su vez, sirve de efecto disuasorio en la propagación de su uso. Es decir, el fentanilo en España solo debe ser administrado a aquellas personas que sufran los peores picos de un cáncer, no para otros dolores más “livianos”.

Aunque todos los medicamentos poseen unas instrucciones concretas de uso e indicaciones específicas sobre el estado de salud de la persona que lo va a consumir, en muchas ocasiones quien tiene la última palabra es el médico. Y su juicio, sumado a las palabras del paciente, no siempre se corresponde en su totalidad a lo que reza el prospecto. Esta flexibilidad, que permite cubrir los huecos que el organismo de cada uno encuentra imposibles de tapar con otros medicamentos -cada cuerpo es un mundo-, es también la puerta al peligroso mundo de la adicción.

Una tarea pendiente de cada Estado

Por este motivo, las autoridades sanitarias mundiales han advertido de la cuidadosa gestión que se debe hacer del fentanilo dentro de cada Estado; con especial atención al control del mercado negro que nace al calor los usos recreativos que se le dan a algunos medicamentos. De lo contrario, es fácil que estalle una epidemia de opioides como la que ha arrasado -y arrasa- Estados Unidos.

En España, el visado ha implantado una semilla de prudencia en las prescripciones médicas. Y, aunque la mayor parte del consumo no provenga por la vía ‘ultrarrápida’, el asunto del fentanilo está, en palabras de la experta en dolor de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Juana Sánchez, “bastante controlado y vigilado”. En estas mismas declaraciones a ‘El País’, añade que los casos de tolerancias se han dado “de forma muy rara y esporádica”

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