BALONCESTO

Un gesto de Doncic sobre Lillard para explicar bien en qué se ha convertido el All-Star de la NBA

El All-Star de la NBA cada vez engancha menos incluso a los propios jugadores. Jokic y Doncic son dos ejemplos perfectos de ello.

A Luka Doncic se le vio pendiente de la Copa del Rey de España, de su nueva relación deportiva en Dallas Mavericks con Kyrie Irving y de pasar un fin de semana lo más animado posible en Salt Lake City (con lo que bromeaba su nuevo compañero, que reclamaba una cerveza y unas vacaciones exprés para el esloveno), pero no mucho por dar el máximo en la pista del Vivint Arena. Es uno de los problemas con los que habita el All-Star de la NBA: los jugadores no se lo toman en serio. Para Doncic fue la cuarta participación, de nuevo como titular, y estuvo recogido y sin muchas ganas de agradar a los aficionados. Sólo cuatro puntos en casi veinte minutos, y mira que eran fáciles de meter con la poca defensa que hubo. Luka fue captado en el banquillo del Equipo LeBron después de un tiro de Damian Lillard, que sí se esforzó para brillar, reaccionando con desdén a una de las muchas jugadas que no parecieron de partido profesional sino de pachanga de barrio. El base de los Trail Blazers, campeón del Concurso de Triples la noche anterior, lanzó y anotó desde el centro del campo, algo que hace con normalidad en los choques oficiales, pero a Doncic no le enamoró.