TENIS | WIMBLEDON

Cena de campeones y sesión fotográfica en la Central

Alcaraz disfrutó el domingo de su primera cena de gala en Wimbledon y este lunes posó de nuevo en la pista con el trofeo. “Es mi segundo padre”, le dedica a Ferrero.

AELTC/Thomas Lovelock HANDOUTEFE

Como la final contra Novak Djokovic duró casi cinco horas, Carlos Alcaraz llegó a la tradicional Champions Dinner, la Cena de los Campeones de Wimbledon, pasadas las 23:00 hora local, como cuenta el corresponsal de EFE en Londres, Manuel Sánchez, elegido por los compañeros de la prensa española como representante para cubrirla y, de paso, disfrutar de un momento histórico. Por sexta vez, un tenista de la Armada acudió a la gala que celebra el éxito de los ganadores cada año. Manuel Santana, Conchita Martínez, Rafa Nadal (dos veces) y Garbiñe Muguruza habían vivido antes esa experiencia, también algunos que triunfaron siendo júniors, como Manuel Orantes y Alejandro Davidovich, entre otros.

La familia de Alcaraz llegó una hora antes que Carlos, que lució un traje de Louis Vuitton, acompañado por su entrenador, Juan Carlos Ferrero. Como había hecho antes la campeona femenina, la checa Marketa Vondrousova (no hubo baile con ella), el murciano recogió la réplica de la copa de campeón, que se llevó con él, antes de que reprodujeran en el nuevo pabellón de fiestas anexo al All England Club un vídeo resumen de su actuación en el torneo.

“Fue una locura. Remontar un 6-1 a Novak es algo que no te puedes cree. Lo hace más especial por ser una leyenda de nuestro deporte”, dijo antes de detallar sus planes. “Mañana (por hoy) tengo trabajo, pero de noche vuelo a Murcia, y cuando puede me tomaré unas vacaciones necesarias”. También se acordó sus padres, Carlos y Virginia (“Sin ellos no estaría aquí”) y de Ferrero, que había llorado en la final mientras abrazaba a Carlitos (“Es mi segundo padre, gracias a él soy la persona y el jugador que soy”). No paró de hacerse fotos.

Este lunes, después de atender a la prensa, Alcaraz volvió a la Pista Central de Wimbledon, donde horas antes había tocado el cielo, para una sesión de fotos con el trofeo. El colofón a unas semanas inolvidables.

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