Todo para Alcaraz y Sinner
El español y el italiano, estandartes de una nueva era, se reparten los cuatro Slams de la temporada en el primer año sin títulos para el Big Three.
Un choque temporal. Dos hechos que, de la mano, señalan definitivamente que el futuro ya es presente. Este año, por primera vez desde 2003, cuando Roger Federer conquistó su primer Wimbledon, ningún miembro del Big Three ha ganado un Slam. Al mismo tiempo, poniendo los cimientos de una nueva era que llevaba tiempo avistándose, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner se han repartido todos los grandes de la temporada. De las sensaciones a los números. El español, con Roland Garros y su segundo Wimbledon, y el italiano, con el Open de Australia y el US Open logrado este domingo, no han dejado nada. De un circuito de tres a uno de dos. Una rivalidad que, salvo sorpresa o nuevas incorporaciones, marcará los próximos tiempos. Tan necesario, pues el tenis no se ha quedado huérfano, como terrorífico para el resto de jugadores.
Todo empezó en Oceanía, con el primer grande de Sinner. En la final del Open de Australia, el italiano se impuso a Daniil Medvedev, al que también derrotó en los recientes cuartos neoyorquinos, y estrenó su palmarés de majors, un paso pronosticado, pero que no terminaba de llegar. Sobre todo, debido a los problemas físicos, con un 2022 en el que las interrupciones no permitieron arrancar al transalpino. 2023, de menos a más, ya fue otra cosa. Su victoria en las ATP Finals y su papel en la Copa Davis italiana anunciaron la eclosión. Durante la temporada, ya se había empezado a creer que podía estar en lo más alto. “Hace dos años conocí mejor mi cuerpo y a mi equipo, fue un paso muy importante para mí. El año pasado, intentamos obtener más resultados. Creo que eso me hizo creer que puedo competir contra los mejores jugadores del mundo”, desgranó tras lograr su primer Slam.
En el US Open, Sinner cerró el círculo adueñándose del otro grande sobre pista rápida, superficie en la que su juego, con una derecha y un ritmo difíciles de contestar, brilla en todo su esplendor. La tierra y la hierba, antes, fueron territorio Alcaraz, con más variedad en su escaleta de colores. Un choque de estilos que añade riqueza a su rivalidad. En las semifinales de Roland Garros, en las que el español derrotó al italiano en cinco sets, se vio una vez más. “Probablemente, es uno de los partidos más duros de mi carrera. Varios lo han sido ante Jannik, eso significa lo gran jugador que es y el equipo que tiene, el gran trabajo que hace cada día. Espero jugar muchos más como éste contra él”, le dedicó entonces Alcaraz a Sinner, al que ha ganado en cinco de sus nueve enfrentamientos. Este año, se ha llevado los dos disputados (el otro fueron las semifinales de Indian Wells).
La tercera pata no llega
Sin Grand Slams para el resto del circuito, esta temporada, y con Shanghái y París por disputarse, Alcaraz y Sinner sí han abierto las puertas en los Masters 1.000, con el botín mucho más repartido. El español se llevó Indian Wells y el italiano se ha hecho con Miami y Cincinnati. Stefanos Tsitsipas, en Montecarlo, Andrey Rublev, en Madrid, Alexander Zverev, en Roma, y Alexei Popyrin, en Canadá, completan la nómina de ganadores en el segundo escalafón del circuito, que no encuentra esa tercera pata tradicional. Novak Djokovic, junto al propio Zverev y Daniil Medvedev, de una generación intermedia que se ha visto adelantada, alzan un muro frente al resto, alejado de este top-5. Holger Rune, con el que se fantaseó para formar un nuevo Big Three, ha vivido una campaña de regresión (es 14º del mundo) y, entre el resto de jóvenes talentos, el color aún es demasiado verde. Mientras tanto, todo es para Alcaraz y Sinner.
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