El tenis USA llega a la meta
Estados Unidos tendrá un finalista, Taylor Fritz o Frances Tiafoe, 18 años después de que lo fuera Andy Roddick, el último campeón local. La inversión y la descentralización, claves.
El viernes, los espectadores que acudan al estadio Arthur Ashe disfrutarán de una semifinal entre dos de sus compatriotas, por primera vez desde que Agassi le ganó a Ginepri una de las que se jugaron en el US Open 2005. Esta la dirimirán Taylor Fritz (26 años y 12º), que eliminó en cuartos al alemán Zverev, y Frances Tiafoe (26 y 20º), que pasó por abandono por una lesión en la pierna izquierda del búlgaro Dimitrov, cuando le ganaba por 6-3, 6-7 (5), 6-3 y 4-1. Eso significa que el domingo habrá seguro un finalista estadounidense en el torneo, 18 años después del último, Andy Roddick, que perdió la de 2006 contra Federer, que ayer estuvo como espectador en el major neoyorquino.
El extenista de Omaha, que lidia con un cáncer de piel desde que le extirparon un tumor en el labio, es también el último campeón de Grand Slam (US Open 2003) de su país y el último que estuvo en duelo por el título de un major (Wimbledon 2009).
El tenis masculino USA llega por fin a la meta y ve la luz tras un par de décadas de decepciones, marcadas, hay que decirlo, por el dominio absoluto del Big Three de Federer, Nadal y Djokovic, con el acompañamiento de Andy Murray y Stan Wawrinka. Las generaciones de John Isner, Sam Querrey, Jack Sock, Steve Johnson, Ryan Harrison, Donald Young, Denis Kudla, Tennys Sandgren y Bradley Klahn pasaron con más pena que gloria. La sombre de Jimmy Connors, John McEnroe, Pete Sampras, Jim Courier y los ya mencionados Agassi y Roddick era muy alargada.
El poder económico de la Federación (USTA) es brutal, pero hasta ahora no ha garantizado resultados en los Slams. El año pasado tuvo unos ingresos de 530 millones de euros, casi todos generados por el US Open entre venta de entradas, patrocinios, hospitalidad corporativa y derechos de TV. Y ha puesto en marcha un plan para que en 2035, 35 millones de personas practiquen el deporte de la raqueta, aumentando el número de torneos, de entrenadores y pistas, sin olvidar el apoyo a los futuros profesionales.
Recortes y tenis comunitario
Aunque a causa de las pérdidas ocasionadas por la pandemia de la COVID y la consiguiente ausencia de aficionados en el Abierto de EE UU de 2020, se redujo la inversión, como denunció el exjugador español y ciudadano estadounidense desde hace años, José Higueras, impulsor del programa de desarrollo de tenistas de la USTA, que ayudó, entre otros, a Fritz y a Tiafoe, también a Tommy Paul, cuartofinalista este año.
“La USTA quiere fomentar el tenis comunitario, popular, pero sigue teniendo un presupuesto muy grande para desarrollo”, explica a AS Emilio Sánchez Vicario, campeón del Slam neoyorquino de 1988 en dobles junto a Sergio Casal (ese año fueron subcampeones olímpicos en Seúl), con quien tiene una academia con sede en Florida desde hace 13 años. “Invirtieron mucho en desarrollo en otra etapa y por eso hay ahora una generación de jugadores tan potente. Si alguno consigue ganar y abrir la lata, los demás también se animarán”, dice el madrileño de 59 años, que añade los nombres de “Sebastian Korda, que trabaja en Florida, y Brandon Nakashima, que hace la pretemporada en nuestro club. Y Ben Shelton, que hizo semifinales el año pasado”. En el top-100 también están Marcos Giron, Alex Michelsen y Aleksandar Kovacevic, y lo estuvieron hace poco Christopher Eubanks, lesionado y circunstancial entrevistador en el US Open, y Mackenzie McDonald. Llama a la puerta Zachary Svadja (102º), de 21 años.
La parte baja de la pirámide
Emilio, que viajó el martes en Nueva York para disfrutar un par de días del último Slam del año, y su Academia tienen su papel dentro del entramado del tenis americano. “Nosotros somos colegio y hacemos Middle y High School, o sea, lo que sería desde los 11 hasta los 18. Damos la posibilidad de poder compaginar tenis y estudios. Y luego somos como un centro regional de la USTA, porque hacemos como 30 torneos al año. Funcionan por level 7, 6, 5, 4, 3, 2 y 1. Y luego los nacionales. Nosotros hacemos muchos de la categoría intermedia, 4, 5 y 6 y entre cuatro y torneos profesionales futuros. Somos un centro de competición donde vemos mucho el nivel de la competición en la parte más baja de la pirámide”.
Sánchez apunta un problema que tiene la Federación. “Aquí, a los jugadores internacionales no les dejan jugar por encima del nivel 3. Solo juegan a nivel nacional los jugadores americanos, puros y duros. En España, los extranjeros que se estrenan ahí las academias de Nadal, o la nuestra de Barcelona ya pueden jugar hasta el campeonato nacional. Así que en Estados Unidos la competencia es más floja. El tenis americano pierde un poco del nivel, porque teniendo tanta gente aquí entrenando, si los dejasen jugar también contra los locales en esas edades más tempranas, mejorarían más”.
Volviendo al éxito actual, el hermano de Arantxa y Javier Sánchez Vicario argumenta una de las claves: “Hay una estructura de torneos importante y también ayudan a los jugadores universitarios. Pero lo fundamental fue la descentralización, dejar que los chicos trabajaran con sus entrenadores en casa y no llevarles a un sitio con otros técnicos”. Ahora, uno de ellos puede ser campeón en Nueva York.
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