Nadal apabulla a Blanch y se queda en el Madrid Open

Con tranquilidad y, aparentemente, sin demasiadas limitaciones, como deseaba, Rafa Nadal solventó de la forma más cómoda posible su regreso al Mutua Madrid Open. Quería jugar, según él por última vez, en un torneo en el que ha ganado más partidos (57) y más títulos que nadie (5), y en el que más veces (20) ha participado a lo largo de su carrera. Si todo va bien, se le verá por la Caja Mágica al menos otro par de días, después de someter (6-1 y 6-0 en 64 minutos), sin despeinarse, a Darwin Blanch, bisoño estadounidense de 16 años y 1.028 del mundo, buen sacador y pegador, pero también muy impreciso y nervioso, como no podía ser de otra manera al enfrentarse a uno de los mejores tenistas de todos los tiempos.

El balear se enfrentará el sábado en segunda ronda al australiano Alex de Miñaur, 10º favorito, que fue su verdugo hace solo unos días en el Barcelona Open Banc Sabadell. “He estado correcto y me siento feliz, porque tengo la oportunidad de jugar otro día aquí. Estamos casi de regalo, aunque intentaré ser lo más competitivo que pueda. A él, las condiciones, por la altura, le favorecen un poco más. Para mí esto es una oportunidad”, expresó, expresó.

Serio y concentrado, y tras ser recibido por un público entregado y en pie, Nadal contrarrestó las malas sensaciones que aseguro haber sentido en los últimos entrenamientos previos, y se las arregló para ganar con una velocidad de crucero un tanto irreal, favorecida, en gran medida, por los errores de su rival (27 no forzados); un chaval con mucho futuro, aunque sobrecogido por las circunstancias, que se forma en la Ferrero Tennis Academy. De hecho, Juan Carlos, su jefe, se sentó en su box para ver lo que era capaz de hacer sobre la tierra batida madrileña. La primera bola, al resto, la tiró fuera y vio cómo el ganador de 22 Grand Slams le colocaba un 3-0 de salida.

Mayor intensidad

Nadal sacó un poco más fuerte que en la Ciudad Condal. Ya había avisado que su intención de aumentar la intensidad de su juego en la capital y hacerlo aún más en Roma para darlo todo y arriesgar finalmente en Roland Garros. Pero lo que dijo en la rueda de prensa del miércoles (”Si fuera hoy, no saldría a jugar en París”), generaba sudas sobre su posible rendimiento. Y estuvo por encima de lo esperado, si bien es verdad que Blanch le dio facilidades.

La diferencia de edad entre el manacorí (37) y Darwin, 21 años y 117 días, es desde ahora la más grande de la historia entre dos jugadores en un partido de Masters 1.000. También fue sideral la distancia en cuanto a nivel, sobre todo en un segundo set en el que el chico se llevó un inapelable rosco. Nadal llevaba 18 ediciones sin perder en la primera ronda del torneo, desde la derrota que encajó en 2003 contra Alex Corretja, cuando Rafa solo tenía 17 años, y este evento se disputaba bajo techo y en pista dura. No iba a hacer una excepción ante un rival que bordea esa edad y que no había nacido cuando el ex número uno del mundo había levantado ya 23 trofeos. De momento, Madrid, donde él se siente más arropado que en ningún otro sitio, disfrutará de él al menos en otro partido. El titán se comprometió a ello: “Gracias, y nos vemos en dos días”.

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