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Jessica Bouzas
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Aoi Ito
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Tenis | Montreal

Bouzas sobrevive a las endiabladas rarezas de Ito

La española remonta ante la japonesa de 21 años y 110ª, una tenista con un estilo peculiar y muy incómodo para sus rivales. Le espera en octavos la china Zhu.

MINAS PANAGIOTAKIS
Nació en Madrid en 1972. Se licenció en Periodismo por la Universidad Complutense. Entró en AS en 1996 para documentar partidos de fútbol y estuvo en Cierre antes de encargarse, durante cinco años, de la delegación de Asturias. Después formó parte del equipo de Ediciones y fue redactor de Baloncesto. Desde 2017 se ocupa del tenis día y noche.
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Quien no hubiera visto nunca jugar a Aoi Ito se preguntaría cómo es posible que la japonesa de 21 años y 110ª del mundo, que tuvo que disputar la previa, ganara en la segunda ronda de un WTA 1.000, el de Canadá, a la número seis del mundo, Jasmine Paolini. Al cronista, que no conocía, como casi nadie, el estilo de esta peculiar tenista, le bastaron tres juegos para entender por qué. Jessica Bouzas, desde un punto de vista más complicado, tardó un poco más y casi le cuesta el partido. Pero la española se serenó, aceptó con resignación y paciencia lo que tenía enfrente y remontó para vencer por 4-6, 7-5 y 6-3 en 2h14 y plantarse en los octavos de final del torneo que se disputa en Montreal.

En su primera aparición en la cuarta ronda de un torneo de esta categoría, el sábado, Bouzas se enfrentará a otra rival sorprendente, la china Lin Zhu, veterana de 31 años y 493ª de la clasificación, que juega con ranking protegido (llegó a ser la 31ª) y que apeó con pasmosa facilidad a la neerlandesa Suzan Lamens (doble 6-2 en 65 minutos). Una gran oportunidad para la gallega, que a sus 22 años intenta asentarse en el top-50 (es 47ª virtualmente). “Ha jugado de manera asombrosa. Ella es una gran luchadora. Y había que estar muy concentrada en cada punto”, resumió Jessica, con mano izquierda.

Un tenis heterodoxo

Ito fue un auténtico dolor de muelas para Bouzas. Empezando por su saque, flojo y con efecto, producto de una mecánica extrañísima, muy poco ortodoxa. Por no hablar de las continuas derechas cortadas, no defensivas, no, voluntariamente ejecutadas. O las bolas altas. En resumen, un auténtico enigma que tuvo que desentrañar Jessica para no perder. Hay que reconocerle a la nipona, muy posiblemente seguidora de la taiwanesa Su-Wei Hsieh (pega tanto la derecha como el revés a dos manos), su habilidad para colocar los golpes y la tranquilidad con la que compite, a sonrrisilla limpia, pícara, jugando con la raqueta, restando erguida a los Kyrgios

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Contra todo eso tuvo que jugar la de Vilagarcía de Arousa, que tuvo la virtud de no caer más de la cuenta en la desesperación. No le dio para evitar el fiasco del primer set. Pero en el segundo, pese a acumular errores no forzados (acabó con 70) ante una oponente claramente defensiva que apenas coloca golpes ganadores, su apuesta agresiva, la que maneja mejor, le sirvió combinada con un poco de inteligencia para evitar esa derecha endiablada de Ito y desbordarla cada vez con mayor asiduidad apoyada en su buen revés. La tercera manga fue la mejor para ella, sin discusión ni excesivas complicaciones. Palo a palo y sacando mejor, acabó con la amenaza japonesa. Y pasados los apuros, a otra cosa, seguramente, menos rara.

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