Masarova, Bucsa y Bassols: la otra España
Tres apellidos que acaparan menos focos que Badosa y, en menor medida, Sorribes, pero que serán vitales para España en las Finales.
Lejos de los focos que apuntan a Paula Badosa y, en menor medida, a Sara Sorribes, hay otra España. La de Rebeka Masarova, Cristina Bucsa y Marina Bassols, el fondo de armario de la Selección en las Finales de la Billie Jean King Cup, que arrancaron este martes en La Cartuja de Sevilla. Quizá esos nombres no le suenen de mucho al aficionado más casual, pero serán importantes para el equipo capitaneado por Anabel Medina.
La más veterana de este trío es Masarova, de 25 años. Un proyecto muy interesante en su etapa júnior, en la que ganó Roland Garros. Lo hizo representando a Suiza, antes de decidir competir por España. Esa, la del país alpino, es una de sus tres nacionalidades, junto con la española y la de Eslovaquia, de donde procede su padre, Peter. Su madre, Mariví, es española. Todo lo que apuntaba Masarova entonces, en cambio, no terminó de trasladarse a su madurez. Le costó la entrada en el circuito profesional, pero fue picando piedra en torneos ITF y los resultados han ido llegando.
A comienzos de año jugó su primera final WTA, en Auckland, y se estrenó en el top-100 mundial. Ya es la 65ª, tras alcanzar repetidamente cuartos de final y semifinales en torneos de categoría 125 y 250 a lo largo del año. En la BJKC, donde luce un balance de 2-2 en cuatro eliminatorias, viene siendo un activo en dobles para Anabel Medina, por tamaño (mide 1,84) y potencia. Y tiene un punto fuerte de cara a este torneo en una anomalía en el tenis español: su preferencia por la pista dura, sobre la que se juega esta semana. “Me gusta la pista. Me siento muy cómoda en los entrenamientos. La unión es nuestro punto fuerte y lo que nos hace ser un equipo”, asegura una jugadora discreta, parca en palabras, que habla con fluidez el alemán, el francés, el eslovaco, el inglés, el castellano y el catalán, y a la que entrena Pipo Maresma, de la BTT Tennis Academy de Barcelona. Su hobby está en la cocina.
Todavía no se ha estrenado, aunque haya sido nominada dos veces, Cristina Bucsa, que también tiene orígenes fuera de España. Ella nació hace 25 años en Chisinau, capital de Moldavia, pero desde los tres su residencia está en Cantabria. Como Masarova, ha alcanzado su mejor ranking este año, cuando se colocó la 65ª de la lista el pasado agosto. Semifinalista en Chicago, llegó a tercera ronda en el Open de Australia procedente de la previa (echó en el camino a toda una Andreescu, antes de caer ante Swiatek), su mejor resultado en un Grand Slam hasta la fecha. Pero donde mejor le ha ido es en el dobles, modalidad en la que tiene un título WTA, el 125 de Lyon junto a la rusa Fomina-Koltz, y es la 66ª raqueta mundial. Entrenada por su padre, su superficie favorita es la hierba e idolatra a Serena Williams y Kim Clijsters. Es una ávida lectora. “Me siento muy bien. Me gusta mucho este tipo de pista y veo a mis compañeras fenomenal. Creo que podemos hacerlo muy bien aquí”, afirmó el lunes en rueda de prensa.
La benjamina es Marina Bassols, catalana de 23 años, otra que ha marcado un nuevo techo clasificatorio este año, tan pronto como esta misma semana, cuando se ha colocado la 110ª. Campeona en el 125 de Liubliana, tiene un revés poderoso y un registro que habla bien de su competitividad: la mayor remontada del año pasado en la WTA y una de las mayores de la historia del tenis femenino. Fue en el 250 de Budapest, en la primera ronda de la previa. Pasó de un 6-0, 5-0 y 0-30 en contra a derrotar a la bielorrusa Hatouka por 0-6, 7-5 y 6-4. “Acabaremos los últimos días entreno con mucha fuerza y a ver lo que pasa el miércoles”, apunta Bassols, sin experiencia de juego en la BJKC, que en principio parte como la quinta en discordia para Anabel Medina, pero podría ser un perfil útil, visto lo visto, si el equipo se ve contra las cuerdas. Por suerte para la capitana, hay más España aparte de Badosa y Sorribes.
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