Ruud le arma un lío a Alcaraz en las ATP Finals
El noruego vence en dos sets al español, afectado por un resfriado, que está obligado a ganar el miércoles a Rublev para no caer eliminado.
Los focos, la bruma, la música tecno, la pista rápida ma non troppo (pero no demasiado), las dichosas pelotas, nada le vino bien este lunes a Carlos Alcaraz en el Inalpi Arena de Turín. El español, víctima también de un resfriado cuyo tratamiento le afectó al estómago, empezó las ATP Finals peor incluso que en 2023, cuando cayó en tres sets ante Alexander Zverev. En esta ocasión, la derrota contra Casper Ruud fue en dos (6-1 y 7-5 en 1h25), lo que obliga a Alcaraz a ganar el miércoles a Andrey Rublev para no ser eliminado prematuramente.
“No sabía qué esperar. No tenía expectativas. Solo quería dar lo mejor de mí hasta el último punto. No había ganado nunca a Alcaraz, así que estoy contento por haberlo conseguido por fin”, dijo Ruud, recordando que, efectivamente, tenía un cara a cara muy negativo con el murciano (1-4 ahora). Casper se quitó esa espina porque sacó bien y se defendió aún mejor, con momentos incluso de valentía y agresividad para prevalecer en el inicio de un torneo que se le da de maravilla. Fue semifinalista en 2021 (le ganó Medvedev) y finalista en 2022 (cayó frente a Djokovic). El noruego de 25 años y número siete del mundo demostró que sabe jugar en la cancha cubierta turinesa. Lo hace casi como si la superficie no fuera de cemento, con golpes liftados y bolas altas que dificultan el dominio de sus rivales. En este caso, además, a Carlos le falto mano, finura para encontrar soluciones. Se vio en sus erráticos intentos de dejada.
“No he tenido un buen tramo final de temporada y espero conseguir aquí unas cuantas victorias y seguir así”, apuntó Ruud, que solo había ganado ocho partidos desde Roland Garros (2-8 desde el US Open). Aunque a la hora de la verdad, tras entrar casi de milagro en la Finals, puede estar orgulloso de haber podido con un Alcaraz cuyo lenguaje corporal denota cansancio. Se vio en un primer set en el que no fue capaz ce aprovechar ninguna de las cinco oportunidades de quiebre que tuvo. Lo perdió por 6-1, aunque Ruud tampoco es que le hubiera pasado por encima.
Pero sin saque ni acierto era complicado superar a un contrincante tan consistente como Ruud solo a base de fuerza. No se sabe si fue por la pista, más lenta que la de París, o por la bolas de las que se queja Medvedev, pero las derechas de Carlos, que deberían ser definitivas, las restaba Casper con asiduidad. En la segunda manga, el de El Palmar intentó hacer un tenis más directo, subir más a la red, atacar a fin de cuentas. Y le funcionó en parte también por el conservadurismo de Ruud. Desgraciadamente, para él, perdió la ventaja que había adquirido y encajó un inesperado parcial de 5-1. Bravo por el de Oslo, que no perdió la fe y mal Alcaraz por desperdiciar su oportunidad. Quizá tenía la cabeza en otra parte o le afectó ese resfriado que arrastra y al que aludió después su oponente.
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