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Paula Badosa
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Jelena Ostapenko
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TENIS | WTA 1.000 ROMA

Badosa se despide de Roma y mira con esperanza a París

La española cae con Ostapenko en tres sets en los cuartos de final de Roma, donde no queda representación española. Escala en el ranking y ya piensa en Roland Garros.

ALEKSANDRA SZMIGIELREUTERS

Paula Badosa se ha cargado de motivos para encarar Roland Garros con optimismo. A pesar de su eliminación del WTA 1.000 de Roma este miércoles frente a la letona Jelena Ostapenko por 6-2, 4-6 y 6-3 en 1h50, la española se despide en cuartos de final del Foro Itálico con la cabeza bien alta. Paula es otra jugadora desde hace unas semanas. Siempre compite, juega de tú a tú ante las mejores y muestra una actitud digna de aplaudir. La de Begur ya mira hacia París, donde llegará a un Grand Slam con las mejores sensaciones que ha tenido en muchos meses.

La catalana vendió muy cara su derrota hoy frente a Ostapenko, 20ª del ranking WTA, campeona de Roland Garros en 2017 y que espera en semifinales a la kazaja Elena Rybakina, que consiguió el pase tras la retirada por lesión en la pierna derecha de Iga Swiatek, número uno mundial, cuando marchaban 6-2, 6-7(3) y 2-2. La tenista letona no tiene punto medio dentro de la agresividad que presenta en pista: las cosas le pueden salir muy bien o muy mal. Hoy tocó cara. En un primer set arrollador, Ostapenko pasó por encima de una Paula que luchó por defenderse, pero que, cuando lo lograba, recibía un nuevo palo letal de la letona. Por poner un pero, Badosa tuvo un flojo arranque en el servicio (45% de primeros en el encuentro), lo que le costó recibir tres breaks consecutivos de salida.

La derrota no estaba siendo tanto demérito de Paula, sino un extremo acierto de Ostapenko, que en Italia está recordando a la apabullante tenista que conquistó Roland Garros. El primer set finalizó con una sangrante estadística: 18 golpes ganadores de la letona por ninguno de Badosa. La española no pudo estar tranquila en pista ni un segundo, y su primer winner llegó en el noveno juego del partido, a los 40 minutos de duelo. Fue en ese segundo set en el que la de Begur demostró haberse reencontrado con su tenis. En otras ocasiones, la desesperación y frustración habría podido con ella, pero esta vez fue muy distinto.

Con la ayuda de su nuevo cuerpo técnico, comandado por Pol Toledo y Edu Esteve, que aconsejaron a su jugadora que colocase restos más profundos y altos, Badosa fue capaz de sostener las embestidas de su rival. No practicó su tenis más reconocible, pero sí uno muy inteligente y productivo. Las defensas de Paula cada vez hacían más efecto, y los errores de Ostapenko poco a poco iban llegando. Ni siquiera desaprovechar una ventaja de 4-1 en el segundo set desestabilizó a la española, que continuó fiel a su plan y volvió a romper en el mejor momento para forzar el tercer set.

Muchos brotes verdes

Lejos de desfondarse, Ostapenko continuó implacable y cosió a ganadores a su contrincante (44 en todo el partido por 8 de Badosa). Lo combinó con algunos errores de bulto, insuficientes para que Paula cambiase el signo del parcial definitivo. Cuando una rival juega a ese nivel durante todo un partido, se puede hacer poco más que aplaudir. Ya lo comentó en Madrid, y es que ahora Badosa trata de sacar lo positivo de cada torneo y evitar autodestruirse. Tras el evento de Roma, en el que esta derrota acabó con toda la representación española, su bolsillo tiene ahora un buen puñado más de razones para ser optimista de cara al futuro.

Badosa llegará a Roland Garros, que arranca en poco más de una semana, como la segunda jugadora con más triunfos sobre tierra batida en 2023 (11, sólo por detrás de Swiatek). Alcanzar los cuartos de final en Roma, los primeros en un WTA 1.000 desde hace más de un año, tiene también otro premio para la catalana: el próximo lunes escalará hasta la 29ª posición del ranking (ahora es la 35), por lo que será cabeza de serie en el segundo Grand Slam del año. Y se ha podido quitar la mochila de piedras ante las top-10, ya que recientemente ha superado a Kasatkina, Jabeur y Gauff. Paula emprende un viaje a París con la cabeza bien alta.

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