TENIS | MASTERS 1.000 CINCINNATI
Alcaraz obtiene su revancha en un partido interminable
El español se venga en Cincinnati de la derrota que sufrió ante Paul en Toronto, en un partido que fue parado cuatro veces por la lluvia. Este viernes, contra Purcell en cuartos.
Carlos Alcaraz se tomó este jueves (madrugada del viernes en España) en los octavos de Cincinnati la revancha de la derrota que sufrió la semana pasada en cuartos de Toronto contra Tommy Paul. El español demostró que es el líder del circuito con un trabajado triunfo ante al estadounidense en otro duelo que iba para épico, pero que quedó empañado por una lluvia que provocó hasta cuatro paradas: 7-6 (6), 6-7 (0) y 6-4 en 3h09 de juego real. Quedó demostrado lo difícil que es ganar dos veces seguidas al número uno del mundo. Nadie lo ha conseguido desde que Novak Djokovic ganó a Rafa Nadal en las finales de Madrid y Roma en 2011. El dueño del trono se enfrentará el viernes (en horario por confirmar) por primera vez al inopinado australiano de la previa Max Purcell (25 años y 70º), que apeó al suizo Stan Wawrinka (6-4 y 6-2).
“No más lluvia”, escribió en una cámara de la realización televisiva Alcaraz, que sufre mucho contra Paul (61 errores no forzados), porque el americano le quita tiempo al resto. Se anticipa con rapidez para no dejarle hacer su juego y le intuye las dejadas. Intenta no darle ritmo. En el inicio del primer set los servicios se impusieron, aunque Charly tuvo un punto de quiebre que no convirtió nada más empezar. Fue su rival el que encontró antes la rotura y después levantó un 15-40 para aguantar la ventaja. Pero cuando sacaba para ganar con 5-3, el murciano le sorprendió con un par de intercambios largos muy bien manejados. “¡Que te pongas roca!”, le había dicho Ferrero, su entrenador. Y lo hizo, aunque desperdició un 0-40 y no le quedó más remedio que jugársela en un desempate. Lo bueno para él es que este año está de dulce en esa suerte y lo ganó. Su marca en ese momento era 15-4 y se había apuntado los últimos cinco.
En la segunda manga, Paul trató de ser más agresivo con subidas a la red tras las devoluciones y Alcaraz, en lugar de achantarse, hizo lo mismo. Esa lucha provocó que hubiera varios breaks. Se adelantó hasta tres veces el tenista local y en todas reaccionó el de El Palmar, que tuvo tres puntos de partido con 6-5. No los pudo aprovechar y luego se acabó su racha en tie-breaks de manera contundente, con un 7-0 de su adversario.
Lejos de hundirse, Carlitos le puso buena cara al mal tiempo (el cielo se había nublado), sonrío y rompió de salida en el tercer parcial. Consolidó la diferencia y la mantenía ante un Paul extrañamente apático, demasiado tranquilo incluso para un deportista tan tranquilo como él, poco emocional. Y en esas, llegó la lluvia y el duelo se detuvo unos pocos minutos. Aunque Alcaraz prefería no seguir, se reanudó con luz artificial y amenaza de tormenta. El ambiente era cada vez desapacible, justo cuando el campeón de Wimbledon se sentía mejor, y hubo otro parón, esta vez largo con 4-3 y 15 iguales. No sería el último, porque una hora después, los jugadores regresaron a la pista, pero también volvieron las precipitaciones. De nuevo a los vestuarios, otros 20 minutos. A la vuelta, Charly estaba decidido a sentenciar, pero apenas se jugaron cinco puntos. Ganaba 5-3. Paul lo tenía crudo con tanta interrupción. Fue un sainete, vaya. Pasaron otros 53 minutos, antes de que por fin, acabara el incómodo partido, tres horas y pico más tarde del primer match ball del vencedor.
Reflexión
Luego tenía que jugar Djokovic contra Gael Monfils en el segundo turno de la sesión de tarde-noche de la Central. El serbio había cuestionado el miércoles esos horarios. Las quejas van en aumento, no solo por la nocturnidad, también por la habitual incertidumbre con el orden de juego, que se establece cada vez más tarde de un día para otro, y por lo apretado y largo que es el calendario. Circunstancias que afectan también y hacen insoportable el seguimiento a los medios de comunicación que informan sobre el deporte de la raqueta. En el circuito hay un debate que debería hacer reflexionar a los organismos que gobiernan el tenis y a los dueños de los torneos. Para empezar, ¡pistas cubiertas en los Masters 1.000, ya! En el Lindner Family Tennis Center no tienen ni lonas para cubrir la cancha, confían en sus máquinas secadoras. Y dinero, seguro que hay.