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Rafa Nadal está media hora más en pista por partido jugado

El domingo comienza Roland Garros, donde Djokovic aspira a ganar por primera vez, lo que le daría el número uno. Nadal llega con sus peores números sobre tierra desde 2005.

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Rafa Nadal llegará a Roland Garros, donde persigue levantar la Copa de los Mosqueteros por novena vez, con los peores números sobre tierra de su carrera, por lo que el reto, esta vez, se presenta mayúsculo frente a un Novak Djokovic que le ha derrotado en las cuatro últimas finales que han disputado. La última, el domingo en Roma, sobre tierra.

En la gira europea sobre arcilla previa a Roland Garros, el número uno siempre había levantado al menos dos trofeos. Esta vez llega sólo con uno, el Madrid Open, y con las dudas que dejó la retirada de Kei Nishikori en el tercer set cuando estaba siendo superior al español. El otro título en esta superficie es el de Río de Janeiro, pero lo conquistó en febrero.

Un dato habla a las claras de que a Nadal le está costando más que otros años dominar a sus rivales: el tiempo en cancha.

Exigencia. La media de tiempo por partido que ha estado en pista entre Río (campeón), Montecarlo (derrota en cuartos contra David Ferrer), Barcelona (cayó en cuartos con Nicolás Almagro), Madrid (campeón) y Roma (finalista) ha sido de 1 hora y 52 minutos, media hora más que lo que necesitaba el año pasado para cerrar sus duelos. Desde 2007, cuando las finales de los torneos pasaron de cinco a tres sets, siempre había empleado menos tiempo para conseguir sus victorias.

Eso, porque también le han hecho más sets que nunca, diez. Incluso ha perdido cuatro muertes súbitas de las ocho que ha disputado, algo que tampoco le ocurría en su superficie favorita desde que explotara en 2005.

“Los tres primeros partidos aquí —recapituló Nadal en el Foro Itálico— fueron muy exigentes. Así que he llegado un poco cansadito de piernas. Me faltó un poco de energía”. Consecuencia de pasar tanto tiempo en pista, de dominar los puntos a ser dominado. Una plasmación fue su debut frente a Gilles Simon, cuando tuvo que emplear 3h:19 para derrotarlo, el partido más largo de este año a tres mangas. Tanto a Youzhny como a Murray, en octavos y cuartos, debió remontarles un set. Y eso se traduce en más kilómetros. En más sufrimiento. En pasión frente a chispa física.

Así que la vía que tuvo que explotar el número en Roma fue la del corazón, la de la pasión. “Las situaciones difíciles las he afrontado con ilusión, y he estado mentalmente preparado para superarlas”, expone Nadal. Pero en el vestuario se sabe que el campeón de trece grandes está abriendo puertas que antes permanecían cerradas.

Corazón. El domingo, por ejemplo, sólo firmó 15 tiros ganadores frente a los 46 que registró el serbio. En Roland Garros, además, estará en juego el número uno. Les separan 650 puntos. Si el serbio gana, recuperará el cetro. O si llega a semifinales y el español no vuelve a ser campeón.

“Estoy mejor que hace una semana, y mis opciones de cara a París, también han mejorado”, advierte sin embargo Nadal. En París, a cinco sets, será fundamental no desgastarse tanto, porque la batalla final promete.

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