¿Ciclismo en carretera o buceo con tiburones?
La alta siniestralidad en el ciclismo debe reducirse mediante la separación del tráfico a motor.
Uno de los deportes outdoor que siempre me habría gustado disfrutar y nunca he podido es el ciclismo por carretera. Sentir el viento, notar como la bicicleta se desliza por un asfalto suave, sin vibraciones constantes y devorar kilómetros con cada golpe de pedal. Pero me horroriza. Si alguna vez tengo que recorrer un tramo de vía urbana o por carretera con la bici voy con los dientes apretados y las uñas clavadas en los manguitos del manillar. Solo vuelvo a respirar cuando salgo a un sendero de tierra.
A los que me conocen se les hace extraño que no quiera montar en una bici de carretera, sobre todo cuando llevo más de 35 años buceando por el mundo y, siempre que puedo, entre tiburones. “¿No te dan miedo los tiburones y sí hacerte una ruta por la carretera de los pantanos con bici?”
En primer lugar, los tiburones no me dan miedo pero sí respeto. Sé perfectamente de lo que es capaz de hacer uno de estos bichos de más de tres metros. Pero mi experiencia en años y años de bucear entre elasmobranquios es que en el 99 % de las veces ni se acercan al buceador, y cuando lo hacen, vienen, te echan una rápida mirada y se vuelven a ir. Son peces bastante “pasotas”. Pero si mi experiencia no fuese referencia sólida como para no temer a estos simpáticos moradores marinos, el archivo internacional de ataques de tiburón muestra que en el 2021, en todo el mundo, solo hubo 73 ataques de tiburón, de los cuales solo el 7 % resultaron fatales.
Es decir, a pesar de los millones de bañistas en la playa, buceadores o surfistas que acuden a la costa cada año. es más fácil que te alcance un rayo, que te ahogues en la playa, que tengas un accidente de tren, que mueras por el ataque de un oso, que te electrocutes arreglando un enchufe y, por supuesto, que un coche te pulverice mientras montas tu bici a que un tiburón te toque. Concretamente, el citado fichero compara los accidentes de ciclistas con los ataques de tiburón en Florida en el 2010. De 4425 accidentes con heridos, murieron 100 ciclistas frente a los cero muertos en 18 incidentes con tiburones.
¿Se imagina que las cifras fuesen a la inversa? ¿Que tuvieran 4425 ataques de tiburón con 100 muertos cada año? No iba a la playa ni el tato en Florida…vamos ni en el resto del mundo.
Pero mi fobia a la bicicleta de carretera no es únicamente estadística. Con apenas 20 años sufrí un atropello, aunque no iba en bici, por un conductor borracho que se salió de la calzada. El resultado fue fractura abierta de tibia y peroné, traumatismo craneoencefálico, magulladuras y lesiones por todo el cuerpo, año y medio de rehabilitación y cinco operaciones. Reconozco que mi estado emocional está más que sesgado cuando salgo a la carretera.
Medidas, conciencia y ejemplos
Aun así, cuando recorro las magníficas rutas para bicicleta de carretera de montaña (en coche) por los Alpes o los Pirineos, orladas por los paisajes más impactantes, deseo con más fuerza poder superar mi temor al tráfico y subirme a una bicicleta de carretera. Así que sigo mirando datos a ver si cambio mi punto de vista, pero estos no son muy halagüeños. En el 2020 en España tuvieron lugar 5499 accidentes con 555 hospitalizados.
Unos datos que no parecen buenos, ni para mí ni para las más de mil personas que se concentraron en Tarrasa (Barcelona) el 26 de marzo, para protestar por la alta siniestralidad entre los ciclistas y para reclamar dureza judicial contra los conductores que provocan el accidente y huyen del lugar (solamente en Cataluña hubo 15 muertos en el 2020). La mayor parte de los accidentes graves y mortales ocurren en vías interurbanas, por lo general carreteras de doble sentido, donde los ciclistas cuentan con poco arcén y los coches circulan a mayor velocidad. En el momento de escribir este artículo un coche ha embestido a una grupeta de 9 ciclistas, matando a dos, cuando circulaban por la carretera C-243c en Castellbisbal. Así estamos.
El mismo mes de marzo entró en vigor la nueva Ley de Tráfico y Seguridad Vial, que contempla una sanción de seis puntos por adelantar a un ciclista sin respetar la distancia de 1,5 metros. Que determina que en vías con más de un carril por sentido, los conductores deberán cambiar completamente de carril para rebasar a las bicicletas. Y prohíbe parar o estacionar en un carril bici o en vías habilitadas para ciclistas.
Desde luego yo esperaré a ver como evolucionan las estadísticas con la nueva ley para subirme a una bicicleta de carretera, pero mucho me temo que las cifras no van a cambiar de forma significativa, a pesar de la ley, de las llamadas desde la DGT a respetar a los ciclistas y de la súplica de la Asociación Nacional de Ciclistas Profesionales para que los conductores compartan las carreteras con los deportistas. No hace mucho circulaba por las redes un video en el que el conductor grababa al ciclista mientras este descendía una carretera de montaña, cumpliendo con todas las normativas de tráfico, pero que de alguna forma provocaba gran frustración en el conductor, el cual no respetaba la distancia de seguridad y dedicaba al ciclista epítetos de toda clase. No creo que esta sea la norma, pero desde luego es un síntoma.
Y eso que las marcas están esforzándose por desarrollar equipación que aumente la seguridad del ciclista. Por ejemplo, Garmin dispone de toda una gama de dispositivos para conectar al ciclista con su entorno, como por ejemplo el radar Varia RCT715, que avisa al ciclista de la aproximación de un tráfico, dispone de luces de aviso para el conductor y tiene cámara integrada que se puede controlar desde el dispositivo móvil en el manillar. O el casco inteligente EVO21 de Livall que dispone de luces automáticas de freno y sistema SOS de llamada a contactos en caso de accidente. Aumentan la seguridad, pero no erradican la posibilidad de accidente.
Munich, el ejemplo
En la calle O’Donell de Madrid, hay un parking, justo al lado del hospital Materno-Infantil, cuya salida está en cuesta, con un cambio de rasante marcado, que cruza una acera peatonal y un carril bici para que los coches se puedan incorporar al tráfico. El problema es que los coches solo pueden ver un trocito del cielo de Madrid mientras están ascendiendo hasta que han alcanzado el pináculo de la cuesta, tienen que invadir el carril bici, y pararse en él, para poder seguir su ruta por la calle ¿Las consecuencias? Infinidad de incidentes entre conductores y ciclistas, con frenazos y algún improperio incluido. Yo he sido testigo de un par de estas escenas castizas que se multiplican por todo Madrid. La buena noticia es que si el accidente pasa de los frenazos, el hospital con los mejores médicos de España está justo al lado.
Sin embargo, el primer incidente con un carril bici que recuerdo ocurrió en Munich en el año 2000 conmigo de protagonista. Me quedé plantado en una especie de minicamino marrón que transcurría a lo largo de la calzada y de repente escuche un grito “¡Aufmerksamkeit!” que en alemán significa “¡Atención!”, seguida de otra palabra en alemán que creo no tiene traducción en nuestro idioma. Un ciclista me estaba advirtiendo que no me quedase parado en mitad de la vía ciclista.
Fue la primera vez que pisé un carril bici, aunque no encima de una bicicleta. Desde entonces, Munich ha implementado tales medidas para la circulación de bicicletas que le ha valido ser paradigma de la ciudad ciclable por excelencia. En la ciudad donde se encuentra la fábrica de BMW, el tráfico con bicicletas alcanza el 20% del total y en el 2021 solo tuvieron 3 muertos, 8 menos que los provocados por ataques de tiburón en todo el mundo ¡no está mal!
Aunque Munich es mucho más planita que Madrid, las medidas que han adoptado parece que han hecho de la ciudad bávara un lugar mucho más seguro para los ciclistas. Los alemanes han convertido un gran número de calles en “Bike Streets”, donde los ciclistas tienen toda la prioridad. Las calles de sentido único son de dos direcciones para las bicicletas. Y no tienen que parar ante las señales de tráfico, solamente respetar la prioridad de calles principales y ceder ante el tráfico que viene por la derecha. Para los políticos muniqueses moverse en bicicleta es una prioridad, y la muestra es que desde los años 90 han invertido más de 50 millones de euros (Landeshauptstadt München, 2010) para construir gran cantidad de infraestructuras (como parkings para bicicletas, señalización, mapas digitales) con el fin de establecer su doctrina München, Gescheid mobil (Munich, la movilidad inteligente)
Pero claro, las normas y la concienciación no son la panacea. Un rápido vistazo a la oficina federal de estadística alemana, donde se recogen los datos de accidentes con bicicleta en Munich y el bajón es inmediato. No hay más que ver la cantidad de accidentes con heridos que se extienden por la ciudad como si fuese el virus de The Walking Dead.
Separar tráficos
La baja siniestralidad en Munich, comparada con el alto volumen de ciclistas que soporta es una gran promesa, pero yo no quiero ni morirme ni tener un accidente en el que me tengan que poner un par de clavos en la pierna, otra vez. Incluso en Munich, el ciclista es la parte débil del tráfico.
Soy consciente de que la bicicleta de montaña también conlleva sus riesgos. De hecho, el incidente más grave que yo he sufrido con una bici no ha sido de carretera, sino descendiendo por una pista forestal. No iba muy deprisa, la pista estaba perfecta, pero de repente mi bicicleta saltó y yo salí despedido como el proyectil de una catapulta. Revente el casco y estuve unos diez días sin poder andar bien ¿Me ha quedado algún resquemor por la BTT? Ninguno, probablemente porque cuando vas con tu bici por senderos en la naturaleza dependes de tí, y no tienes que estar preocupado por si algún rugiente tiburón de acero te pega un mordisco por la espalda.
Para mí el problema es claro: disponer juntos vehículos que pesan una tonelada y media con otros que pesan 8 kilos no es buena idea. Da igual la concienciación de los conductores, las medidas que se adopten o las leyes de seguridad vial que se aprueben,
basta un simple despiste de un conductor para que su coche golpee con el retrovisor a un ciclista y, si la velocidad es alta, por la tercera Ley de Newton, el ciclista será triturado. Contra la física no hay enmiendas posibles.
La única solución que yo veo para evitar está sangría, que lleva más de 200 ciclistas muertos en los últimos cuatro años, es que se separen por completo los tráficos, sin posibilidad alguna de que coches y bicicletas coincidan. Básicamente esta es la misión y objetivo de la navegación aérea, los vuelos comerciales deben estar separados tanto vertical como horizontalmente durante sus rutas aéreas. Y cerca de los aeropuertos, sendas de aproximación o hipódromos de espera no se permite el vuelo de ninguna nave ni objeto sin plan de vuelo. Ni drones, ni parapente, ni cometas. A lo que se dedica un controlador aéreo es exclusivamente a que los aviones no se acerquen entre ellos.
Yo abogo por una batería de medidas multinivel que separen a los ciclistas de los conductores de forma análoga a la navegación aérea. Como las de la carretera de Colmenar a su altura por Tres Cantos, donde la vía ciclista está separada de la carretera incluso por una mediana de hormigón de un metro. Con el desarrollo de la inteligencia artificial que impidan a los coches arrollar ciclistas, o medidas logísticas que permitan circular por la ciudad a ciclistas y coches, sin que estos se crucen ni una sola vez ¿Cómo? Ni idea, para eso están los ingenieros informáticos, los urbanistas y los expertos en tráfico. Yo lo único que sé es que el medio de transporte más seguro es el avión, 0,006 muertes por mil millones de kilómetros de viaje, y eso es debido a que los aviones están separados con distancias de seguridad infalibles.
Ya sé que el riesgo de gran mortalidad en un accidente aéreo, que puede involucrar a 500 pasajeros, es mucho mayor que entre un coche y un ciclista, y por eso las medidas tan drásticas en navegación aérea, pero para las víctimas de atropellos no hay diferencia.