MOTOGP

Honda y Yamaha resisten al infierno

Las motos japonesas fueron las únicas que no registraron abandonos en India. Las altas temperaturas marcaron una carrera que pasó factura también en los pilotos.

Repsol Honda Team

El GP de la India no lo puso fácil desde el principio, pero tampoco alivió tensiones al final. El retraso de los visados provocó en un primer momento que varios pilotos llegasen el circuito de Buddh con el tiempo encima, pero no necesitaron demasiado para saber que afrontarían uno de los fines de semana más exigentes del calendario. En primer lugar porque se enfrentaban a una pista desconocida para todos donde era esencial una adaptación lo más rápida posible y por último, pero no menos importante (fue lo que marcó el fin de semana en general y el domingo en particular), porque se encontraron con una especie de infierno donde la carrera acabó siendo cuestión de supervivencia para pilotos... y máquinas.

Resultaba casi épico resistir al calor y la humedad de un trazado que dio la bienvenida con una especie de simulacro leve de lo que estaba por venir, pero lo suficientemente alarmante para los pilotos que nada más llegar el jueves, fueron conscientes de lo que les iba a tocar sufrir. Desde el primer momento pidieron que se redujese el número de vueltas en carrera. El esprint bajó a once y el domingo, primero pasaron menos tiempo del esperado en pista las categorías inferiores y después, MotoGP. De las 24 vueltas iniciales a las 21 definitivas, fue duro igualmente y solamente Honda y Yamaha, por extraño que parezca en el marco actual de la categoría reina, fueron capaces de sobrevivir sin abandonos.

Con 33 grados en el ambiente, 39 de sensación térmica y un 61% de humedad, las condiciones lo llevaron todo al límite. El primero en caer fue un Augusto Fernández que no pudo acabar por problemas técnicos en la RC16. Cinco vueltas más tarde la Aprilia de Aleix Espargaró tampoco superó la prueba de fuego y aunque el calor tenía la culpa de ese abandono, el de Granollers era incapaz de explicar el por qué. Los mecánicos de la marca de Noale comenzaron un análisis de la RS-GP y se descartaron problemas de motor, algo que ya sabía el español sobre una moto que “siempre sufre con altas temperaturas”: “Le lleva ocurriendo dos o tres años, tenemos que mejorar. La caja de cambios funcionaba, pero la moto se paró, se quedó sin potencia. Estaba hirviendo y era muy difícil pilotar”.

El desenlace que se esperaba sobre todo para una Honda que siempre ha achacado problemas de temperatura lo vivieron otros en sus carnes en un domingo donde, por primera vez en este 2023, las dos motos japonesas acabaron dentro del top-10. No lo pudo hacer un Di Giannantonio que cuando rodaba octavo, el calor le puso frenos. El italiano se resintió de su lesión y tuvo que regresar al box del Gresini con la Ducati antes de tiempo a causa de una condición física que Pol Espargaró gestionó de manera diferente. El piloto de GasGas admitió que tuvo que dosificarse para poder completar las 21 vueltas: “Nunca antes había llegado a 198 pulsaciones por minuto. Esta carrera es muy extrema. Perdí mucho tiempo por sentirme débil físicamente, pero de no haber aflojado no hubiese terminado la carrera”.

“No puedo más, no puedo ver”

Fue un final agónico en el que los abrazos dentro del garaje de Joan Mir se convirtieron rápidamente en botellas de agua. El español estaba desesperadamente pidiendo agua a su equipo en Honda para reponerse y aunque lo pudo hacer por sus propios medios, también se reclamó un médico en la sala. Martín tuvo que parar en su box de camino al parque cerrado exhausto. “No puedo más, no puedo ver, no tengo aire”, comentó el piloto de Pramac a Gino Borsoi, su jefe de equipo, que le tuvo que llevar como una muleta hasta el corralito, donde apareció el Dr. Charte para recuperarle después de haberle alcanzado “el hombre del mazo”. Dicho de otra manera, al madrileño le dió “una pájara y no se puede hacer más”. Bastante tuvo con poder acabar.

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