INDYCAR | PORTLAND

Palou, segundo, no pudo con Power

Victoria al australiano sobre el español, que sigue líder, con 54 puntos de ventaja sobre el de Penske. Herta está a 67 y McLaughlin, a 88. Dixon, KO.

Matt Fraver

Carrera estratégica en el circuito de Portland de la IndyCar en la que Álex Palou y su muro jugaron una partida de ajedrez para llegar a la meta en segunda posición, lastrados por una cuestionable estrategia con los neumáticos. Por delante acabó Will Power, quien atacó pronto la primera plaza de un Ferrucci totalmente fuera de posición, para irse por tercera vez en lo que va de año al victory lane. A pesar del segundo puesto, el negocio no le salió mal al español, que lo intentó por todos los medios y se consuela con que acabó delante de todos los rivales por el título, salvo del australiano. Los demás, todos por detrás. Por orden, vio como Herta no pudo pasar del cuarto puesto, Scott Dixon abandonó tras un accidente en salida y Scott McLaughlin llegó a meta séptimo. La serie americana sigue liderada por el barcelonés, con 54 puntos de ventaja sobre Power y 67 sobre Herta. Con los tres óvalos por delante que faltan (cita doble el próximo fin de semana en Milwaukee) no hay que descartar a McLaughlin, a 88 puntos, ni a Dixon, a 101.

Se dice en la IndyCar que las carreras no se ganan en la primera vuelta, pero sí se pierden. Y en la cita de Portland, tras la salida Scott Dixon confirmó la sabiduría popular. Cometió un ligero error en lucha con Kirkwood y al intentar reengancharse, Pietro Fittipaldi le mandó al muro. No se habían completado las tres primeras curvas y adiós a la carrera y al título. Por delante Power y Palou tardaron poco en deshacerse del sorprendente Ferrucci. El panorama se le aclaraba al español, con su compañero KO y McLaughlin, sancionado de salida por cambiar el motor, perdido en la plaza 16. Algo mejor marchaba Herta, quinto con el Andretti.

Con el pelotón estirado y las posiciones estabilizadas, Palou se mantuvo detrás de Power en la distancia que bailaba sobre el segundo. Y daba la impresión en ese primer stint, errónea, de que en el Ganassi había algo más que en el Penske y que el bicampeón tenía dos platos en el fuego: uno para abrir hueco con el tercero y otro para empezar a buscar la victoria sin caer en riesgos innecesarios. Cuando el dúo cabecero se encontró con el doblado Fittipaldi, el barcelonés avisó al australiano. La siguiente oportunidad que le surgió al catalán llegó con la primera parada en boxes. Fue un repostaje conservador, con mucha carga en el coche rojo y amarillo y neumáticos duros otra vez; el equipo de Power apostó por las ruedas blandas. Y por ahí se empezó a ir la victoria. En consecuencia, el ‘10′ cedió distancia más allá de los tres segundos, pero en teoría se aseguraba alargar ese segundo stint. No fue así, porque hubo cambio de planes sobre la marcha, ya que Palou no estaba cómodo con los duros. Entró, cambio a rojos y se cubrió rápidamente Power. No hubo más oportunidades reales de atacar el triunfo.

A la vuelta, la distancia era de cinco segundos en favor del australiano, pero a igualdad de compuestos, rápido se puso otra vez el bicampeón a la estela del Penske, a menos de un segundo y viendo más ‘torpe’ a Power a la hora de rodar en el tráfico de los doblados. El último rush fue el determinante. Paró primero el líder y Palou intentó esta vez el overcut parando una vuelta más tarde para poner duros, por los blandos del australiano. No funcionó tampoco esa estrategia ni esos Firestone negros, como reconoció Álex en la televisión: “Contento con el P2, hemos hecho un gran trabajo, quizá nos hemos equivocado en la estrategia y el uso de los neumáticos blandos. El coche 12 ha hecho un gran trabajo. Los neumáticos duros no han sido la mejor opción”. Pero mirando la calculadora el resultado no es malo. Lo malo, o lo menos bueno, es lo que viene: tres óvalos y dos Penske (Power y McLaughlin) y un Andretti (Herta) acosando al líder.

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