INDYCAR | 500 MILLAS

Newgarden repite triunfo

Palou desfallece en el último tramo de las 500 Millas, en las que remontó, llegó a liderar momentáneamente, pero finalmente acabó quinto.

JUSTIN CASTERLINEAFP

Con cuatro horas de retraso por la lluvia y el aparato eléctrico que cayó sobre el circuito de Indianápolis, dieron comienzo las 500 Millas, su 108ª edición. Tras el intenso trabajo de secado, se normalizó la situación, pero a medias. Si no volvía a llover, la carrera iba a tener un fin delimitado: 200 vueltas pactadas o las 20:15 hora local (02:15 en España), para garantizar el regreso seguro de los fans a sus hogares. Y porque los monoplazas, no tienen luces. El agua trastocó los planes iniciales del ‘mayor espectáculo de las carreras’, y los de Kyle Larson, quien aspiraba a hacer el doblete Indy 500 y Charlotte 600 de la NASCAR.

El inicio de carrera fue muy accidentado, con tres amarillas en las primeras 30 vueltas y las primeras paradas en boxes, que desdibujaron rápido la parrilla de salida. Primero Tom Blomqvist pisó el húmedo césped y chocó con Marcus Ericsson y Pietro Fittipaldi. Luego el Dale Coyne de Katherine Legge regó el óvalo de aceite y más tarde Linus Lundqvist se fue al muro. Y por entonces otro Ganassi, el de Marcus Armstrong, se había quedado fuera por problemas mecánicos.

Mientras los motores Honda se rompían, poco más tarde lo haría el del Meyer Shank de Felix Rosenqvist, Herta (Andretti) y Palou (Ganassi) ignoraban la fiabilidad de la marca de su unidad de potencia y mantenían las esperanzas para el propulsor japonés. Pero el americano, en un exceso de voracidad, perdió la trasera de su coche y dejó sus opciones en el muro. Todo lo contrario que un Álex que poco a poco, sin hacer ruido y sin riesgos innecesarios, se iba colocando en el top-5, en el que figuraban los rapidísimos Penske de McLaughlin y Newgarden, los McLaren de Rossi y Larson y el AJ Foyt de Santino Ferrucci. El plan del barcelonés, como el de todos, era poco a poco situarse en las posiciones cabeceras, sobrevivir a la carrera y llegar al último tramo allí, con los mejores para jugarse la botella de leche en el óvalo de Indianápolis.

Final. Y así se llegó a las últimas vueltas de la mítica prueba. Palou ya se dejaba ver con un espectacular adelantamiento doble a McLaughlin y Rossi y casi a la vez se descartaban cabeceros, Kyle Larson penalizado por exceder la velocidad en boxes y Will Power por irse a las protecciones. A cambio, aparecieron otros aspirantes como, Conor Daly, Rinus VeeKay, Scott Dixon y Pato O’Ward, aprovechándose de su estrategia cambiada. Se esperaba un final de locura con invitados que no habían dado la cara en toda la tarde noche.

Cuando todos hicieron la última parada, la fiesta quedaba para cuatro que llevaban el cuchillo entre los dientes, con Dixon y Newgarden estudiándose, y Rossi y O’Ward, al acecho. Se diluyó el español en las últimas vueltas para ser quinto. Apareció la falta de velocidad punta que se intuía en Ganassi cuando había que poner el pie a tabla, porque Dixon tampoco pudo con Newgarden ni los McLaren de Rossi y O’Ward. Y al español le costó varias vueltas deshacerse de un correoso Kirkwood. El desenlace fue al esprint, ya sin miramientos, entre dos. El mexicano pasó en la última vuelta al liderato, pero Newgarden se revolvió al contraataque por el exterior y sumó su segundo triunfo consecutivo. Nadie repetía victoria dos años seguidos desde Helio Castroneves en 2002.

En clave de campeonato, el resultado es bueno para Álex Palou, quien se va del óvalo con más distancia en la clasificación de la que tenía. Cierra el doblete en el Indianápolis Motor Speedway con un triunfo en la carrera del trazado interior y un quinto en las 500. Llegaba con 12 puntos de ventaja sobre el Penske de Will Power y se va camino de Detroit, (próxima carrera) con 20 sobre su compañero en Ganassi, el neozelandés Scott Dixon. Tercero es el americano a 26.

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