El Dakar A Diario

Mucho frío y poca actividad

La jornada previa al día de descanso fue de las más tranquilas de la edición. Volvimos a vivir el frío tradicional del norte y nos reencontramos con el Ford de Sainz.

Ha'il (Arabia Saudí)

Después de tres años viviendo el Dakar, sería justo decir que la jornada de descanso (para los periodistas) llega justo el día anterior a lo que marca el programa. Durante la tarde previa al día de pausa, los pilotos no realizan más actividad que la de acompañar las máquinas hasta su posición en el vivac y a partir de ahí, el campamento se va despejando. Sin tiempo para entrevistas o cualquiera de las tradiciones que se realizan en una jornada de carrera normal, los paseos en busca de protagonistas o cualquier historia empezaron a llenarse más de recuerdos que de normalidad.

Para empezar, porque nunca se es consciente del frío que hace en el norte del país, hasta que llegas al norte del país. La ropa térmica, que apenas acompaña más que durante las noches frías de la edición, adquiere mucho protagonismo en el vivac de Ha’il incluso cuando sale el sol. En apenas tres días hemos reducido en más de la mitad las temperaturas y cuando pasas la mayor parte del día al aire libre eso nunca es buena noticia. Como tampoco el volver a ver el Ford de Carlos Sainz, en esta ocasión, de una manera muy diferente a la que estábamos acostumbrados. Ese Raptor que llegó al Dakar para ganar carreras, todavía acompaña al equipo en el chasis dentro de una caravana, en la que nunca nos hubiera gustado verlo. Pero no nos hemos olvidado de él; volverá.

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