F1 | ANIVERSARIO

30 años sin Ayrton Senna

El 1 de mayo de 1994 falleció en el circuito de Ímola el piloto brasileño, leyenda de la F1 y del deporte. Este 2024 es el trigésimo aniversario de su adiós.

Este 1 de mayo de 2024 se cumple el 30 aniversario de la muerte de Ayrton Senna, para muchos el mejor el piloto de todos los tiempos. El GP de San Marino de 1994, en el circuito Enzo e Dino Ferrari, quedará para siempre marcado como uno de los más trágicos de la historia de la F1. Porque fue un fin de semana marcado por los fuertes accidentes, ya desde el mismo viernes.

Durante los entrenamientos libres, Rubens Barrichello sufrió un impactante accidente en la Variante Bassa, a unos 225 km/h. Perdió el control del Jordan-Hart que pilotaba tras pisar un bordillo y se estrelló violentamente. El Jordan voló, golpeó el muro de neumáticos y aterrizo sobre un costado. El mundo de la F1 contuvo la respiración ante el grave incidente, e incluso el propio brasileño dijo posteriormente en una entrevista con motorsport.com que estuvo “muerto durante seis minutos”. Rubens también aseguró que se tragó la lengua en el impacto y que le provocó pérdida de memoria durante un mes. Afortunadamente, el brutal impactó se saldó con un diagnóstico mucho más benigno de lo que las imágenes ofrecieron: dislocación en una costilla y una pequeña fractura en su nariz.

El día siguiente, el 30 de abril, sábado, el fin de semana más trágico en la historia de la F1 vivió su primer episodio desgraciado. En la sesión de clasificación, el austriaco Roland Ratzenberger salió a luchar contra el crono y el destino a borde del Simtek S94-Ford. A 300 km/h su monoplaza perdió el alerón delantero, se cree que por un toque con David Brabham. Como consecuencia, el Simtek perdió adherencia y se fue recto para golpearse con el muro en la curva Villeneuve, llegando a la variante Tosa con el austriaco inerte y ya fallecido, por una fractura de la base del cráneo, dentro del coche. Nada se pudo hacer por salvar su vida.

El domingo 1 de mayo la tragedia continuó. Y es el día más recordado del infame fin de semana. El rostro serió y preocupado de Ayrton Senna antes de tomar la salida con su Williams no hacía presagiar la tragedia que se avecinaba a escasas siete vueltas desde que se apagase el semáforo. Era su primera temporada con aquel Williams Renault, una obra de ingeniería que a su vez no resultaba fácil de domar. Pero el brasileño, tras sus tres títulos mundiales con McLaren decidió aceptar el reto. 1994 no comenzó como el de Sao Paulo esperaba, con tres abandonos en las dos primeras carreras, en Brasil y el GP del Pacífico en Japón.

La cita de Ímola era casi crucial para las aspiraciones del brasileño, incómodo con un coche que no era capaz de domar. Tras la salida, se estuvo a punto de vivir otra tragedia tras una colisión al apagarse el semáforo. Salió el coche de seguridad y se retiró en la sexta vuelta. En la séptima, Senna enfilaba Tamburello, curva que quedará para siempre en el recuerdo. El viraje era, y es aunque ahora con una chicane para reducir la velocidad, de izquierdas, larguísimo y rapidísimo. El Williams del brasileño no giró como debería y se fue derecho al muro. La velocidad era superior a los 300 km/h y los informes de las posteriores investigaciones concluyeron que Senna impactó contra el muro, casi de frente, a 218 km/h. La rueda delantera derecha se desprendió y golpeó al piloto, mientras que una de las barras de suspensión le atravesó el casco, ocasionándole fracturas en el cráneo con pérdida de masa encefálica. Poco pudieron hacer las asistencias que le practicaron una traqueotomía casi con las cámaras de televisión en directo, ante una audiencia que estaba viendo morir a una leyenda que luego lo sería más.

El piloto fue trasladado al hospital de Bolonia, donde permaneció en coma inducido hasta que pocas horas después se anunció su fallecimiento. La carrera la ganó Schumacher, pero eso ya daba igual. Senna permanece desde entonces en la memoria colectiva y queda para siempre su recuerdo en Tamburello. Allí, en el contiguo parque de Acque Minerali se levantó un monumento en homenaje al brasileño, lugar de peregrinación de los aficionados a la F1 y a los deportes del motor. Acercarse a su estatua es vivir el aura especial que desprende el lugar. Lleno de admiradores, el silencio que rodea el lugar es atronador. Es el homenaje al que muchos consideran el más grande y que se fue antes de tiempo.

M. A. Del Pozo

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