Marc Coma tiene ahora su quinto título mucho más cerca

Marc Coma ya roza el cielo con sus manos. Tras uno de los dakares más duros que se recuerdan, en el que ha mantenido una lucha de poder a poder frente a otro gigante durante una semana, Joan Barreda, el piloto de KTM ya tiene a la vista la tierra prometida. Su último escollo, la otra Honda del portugués Paulo Gonçalves, ha perdido su rebufo al ser penalizado con quince minutos y, a falta de dos etapas, todo parece visto para sentencia.

Las etapas maratón han acabado con los dos puntales de Honda para frenar a Coma. Si en la primera de ellas era Barreda el que decía adiós a sus opciones por culpa de la sal de Uyuni, en la segunda, la que unía Calama y Termas de Río Hondo pasando por Cachi, fue Gonçalves el que perdió el tren de Coma. El portugués llegó allí remolcado, con su motor desfallecido. De nuevo en Honda tuvieron que mover ficha. Barreda le dio el suyo, el más nuevo, al luso y tomó prestado el de Jeremías Israel, el chivo expiatorio como buen mochilero. Una maniobra por la que Gonçalves recibe quince minutos de penalización y Joan, 45, pero que mantiene al portugués segundo.

Pero que nadie piense que mientras eso ocurría Coma se dedicaba a coser y cantar. Ni mucho menos. Si Uyuni fue duro, el periplo Calama-Cachi-Río Hondo no se quedó corto. Los pilotos de nuevo cruzaron la cordillera de los Andes a temperaturas de diez grados bajo cero, no tuvieron camas para dormir y después llegaron al calor asfixiante del circuito de MotoGP con la misma ropa que un día antes les protegía del gélido frío de las alturas. Una prueba más de la crueldad de este Dakar que, al decir de la mayoría, está siendo uno de los más duros de la historia, sólo apto para los más fuertes. Y una vez más, y ya vamos camino de cinco, el más fuerte fue este grandullón de Aviá que sigue sin querer lanzar las campanas al vuelo, conocedor de que hasta que no llegue a la meta de Baradero mañana no podrá celebrar el repóquer de títulos.

La especial fue para Jakes. Y es que parecía que Barreda se llevaría su cuarto triunfo de etapa, pero finalmente la penalización le dejó sin victoria. A pesar de que de nuevo había realizado un esfuerzo titánico, primero remolcando a Gonçalves hasta la meta del miércoles y después cambiando motores hasta bien entrada la noche, el bravo castellonense sigue dejando claro que algún día debería ser el ganador de esta prueba legendaria.

La que sigue sin fallar es una excepcional Laia Sanz (decimocuarta ayer), que se mantiene octava en la general de las dos ruedas, aunque no esconde que el cansancio acumulado es cada día mayor también para ella. “Por primera vez, me estoy poniendo nerviosa. Ya queda muy poco y eso se nota. He dormido mal porque tenía una gotera que me ha molestado toda la noche y se nota la paliza que llevamos encima de estos días”, explicaba la gran protagonista de este Dakar, en el que llevamos camino de cantar un doble alirón: el de Marc y el de Laia en féminas. Dos gigantes del motociclismo, del desierto.