Fórmula 1 | La contracrónica

Mejor lo olvidamos...

Enorme decepción en el circuito de Valencia. La afición se merecía mucho más que ver a su ídolo abandonar en la primera vuelta de carrera y aguantar otras 56 sin apenas alicientes.

¡Menudo chasco! Las desgracias nunca vienen solas. A perro flaco todo son pulgas. No hay dos sin tres... El refranero popular rebosa de referencias para explicar la rachita de decepciones que viene sufriendo Fernando Alonso desde que comenzó esta temporada de Fórmula 1. Pero la de ayer resulta especialmente cruel e inoportuna, porque nos dejó a todos con cara de tontos a las primeras de cambio. Y lo lamento especialmente por esas más de cien mil personas que retaron al intenso calor y a la crisis económica para estar junto a su gran ídolo. La ilusión les duró menos de una vuelta y eso no es justo. Sobre todo porque el asturiano nada tuvo que ver en el incidente que le costó el abandono, más allá de las complicaciones propias que siempre supone arrancar en mitad del pelotón. Entiendo así la desilusión de Fernando, que aún siendo consciente de sus escasas opciones sí que estaba dispuesto a hacer disfrutar a su público. No pudo en Montmeló y tampoco ha podido en Valencia. Vendrán tiempos mejores... aunque ya no este año.

Carrera aburrida. El GP de Europa perdió su mayor aliciente con la retirada de Alonso, aunque peor fue que las 56 vueltas siguientes resultaron un auténtico tostón. Soy un defensor a ultranza de que la F-1 puede ser un enorme espectáculo al margen de los adelantamientos o las luchas directas, apelando a la estrategia, la incertidumbre, los incidentes en pista o los errores de pilotaje. Pero ayer no hubo apenas nada de eso, así que la competición se convirtió en un acontecimiento tan tedioso como previsible, al menos en lo que se refería a los puestos de cabeza. Sólo la avería de Raikkonen nos sacó del sopor de la sobremesa, aunque tampoco alteró demasiado el devenir de los acontecimientos.

Massa en estado puro.Así las cosas, nos tocó soportar a un Massa en estado puro. Es decir, el piloto rápido y machacón que cuando tiene las cosas de cara es tremendamente eficaz. En ese sentido me decepcionaron bastante Hamilton y su McLaren, de los que esperaba algo más que la actitud amarrategui de conservar a toda costa una segunda posición que le mantenía en el liderato del Mundial. Cierto es que el brasileño y su misil rojo parecían inalcanzables, pero ni siquiera en eso tuvimos la fortuna de disfrutar de algunas vueltas de diversión o emoción.

Prueba superada. Lo único positivo del estreno del circuito de Valencia fue que la afición española tampoco falló esta vez (y eso que la situación no invita a muchas alegrías) y que la inauguración se saldó sin mayores incidencias o problemas. Me defraudó, eso sí, la sensación de cierta monotonía que dejó la transmisión televisiva. El circuito carece de referencias, de puntos de interés especiales, de contrastes... Supongo que con el tiempo, en próximas ediciones del gran premio, la situación mejorará y la organización buscará soluciones (porque se han mostrado tremendamente eficaces en la resolución de los inconvenientes), pero ayer lo cierto es que tal percepción tampoco contribuyó demasiado al espectáculo.

Esperando el milagro. Y esto es lo que hay. Siento parecer pesimista, pero la verdad es que este fiasco ha supuesto un varapalo para mí. Seamos realistas: de donde no hay no se puede sacar. Y Alonso poco puede hacer con un R28 que le tiene permanentemente en la cuerda floja. Quizá un día suene la flauta y esa suerte que tan esquiva le está siendo se reconcilie con él. Pero ya empiezo a dudarlo...

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