AJEDREZ

Un ‘británico’ Ding gana y vuelve a empatar el Mundial

Apoyando su juego en un Sistema Londres que le ha brindado una gran posición, Ding Liren ha rematado una partida repleta de complejidades tácticas.

FIDE/Stev Bonhage

Dos de las aperturas que más concuerdan con la personalidad de Ding Liren fuera del tablero y con su estilo delante de las 64 casillas son la Inglesa y el Sistema Londres. La primera le sirvió para estrenar su casillero de victorias en un Campeonato del Mundo, mientras que la segunda le ha valido para repetir triunfo y volver a empatar la contienda contra Ian Nepomniachtchi (3-3).

La superioridad de Ding durante toda la partida fue similar a la que había demostrado su rival tan solo una ronda antes. Si el Gran Maestro ruso consiguió exprimir el potencial de la casilla ‘d5′, Ding fue un paso más allá y sacó partido de su dominio de las casillas negras. Y eso que el Sistema Londres que planteó no parecía estarle dando todo el rédito que esperaba.

El número tres del mundo explicó más tarde que no sabía qué jugar. “Quería emplear algo con lo que estuviera más familiarizado. He intentado estar tranquilo tras perder ayer”, indicó después de admitir que estaba fuera de la preparación en el sexto movimiento. Aún así, el esquema empleado -últimamente muy popular entre aficionados por la lógica y la facilidad de las jugadas-, le permitió alcanzar una ligera y cómoda ventaja.

El blanco tiene un control total de las casillas negras, especialmente de e5 y b6.

Un error en el movimiento catorce terminó por otorgarle toda la iniciativa a las piezas blancas. El Nepomniachtchi torturador desde el punto de vista posicional se había convertido de la noche a la mañana en un reo sobre el que Ding iba a poner en práctica todo su potencial. Así lo hizo, sin darle apenas chance a su rival, hasta el vigesimotercer turno.

Aunque el plan de Ding asemejaba ser el más correcto desde la perspectiva humana, los módulos de análisis encontraban opciones mejores. Los mismos contendientes se sorprenderían con la cantidad de recursos defensivos que existían en una posición que aparentaba estar totalmente dominada. Entre ellos, un jaque continuo (y su correspondiente empate inmediato) o una captura de peón compleja de evaluar que el chino podía haber evitado retrocediendo su dama a las catacumbas del tablero.

La idea de Ding es empeorar la posición del alfil para la defensa, pero Nepomniachtchi tenía la casi imposible 27...Txe5, seguida de 28...Dd8 amenazando con jaque continuo.

Nepomniachtchi no optó por ninguna de las citadas opciones e intentó hacer la guerra por su cuenta con el peón pasado (aquel que no tiene ningún peón rival ni delante ni en las columnas colindantes) de la columna ‘a’. Pero mientras lo iba avanzando, soñando con una segunda dama, Ding coordinó sus fuerzas para lanzar un ataque decisivo al rey rival.

El envite terminó cuando el Gran Maestro chino se disponía a darle una muerte más que digna al monarca de Nepo. De todos los remates que habían planeado sobre el estaba a punto de suceder uno de los más bonitos. Sin embargo, el subcampeón del mundo no quiso convertirse en todo un gentleman permitiendo que se materializara y se rindió tras 44 jugadas.

“He jugado una de las peores partidas de mi vida”, admitía enfadado Nepomniachtchi, que incluso respondió de forma cortante a alguna de las preguntas que le plantearon en la rueda de prensa. Por su parte, Ding se mostró mucho más feliz por haber conseguido no dejarse llevar por haber perdido ayer. “Me he sentido en buena forma durante toda la partida y estoy muy contento con las ideas que he planteado sobre el tablero”, confesó tranquilo y sonriente.

El negro no puede evitar Dxg8, seguido de Ta8 y Tf8#.

El séptimo envite, tras el que se cumplirá la mitad del evento, se celebrará el próximo día 18. Más allá de la igualdad que marca el resultado, las sensaciones denotan que cualquier cosa puede pasar. Nepomniachtchi tendrá piezas blancas para demostrar que su mandíbula ahora es de acero, mientras que Ding, liberado de toda ansiedad, intentará llegar al ecuador sin desventaja. Y en esa ardua tarea, aunque le pese, no le podrán ayudar sus silenciosas armas británicas.

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