Scheffler esculpe un Memorial a Tiger Woods
El texano abrocha su quinto triunfo de la temporada y es el primero desde el Tigre en ganar en Muirfield, el API, el Masters y The Players en un mismo año.
No acostumbra Scottie Scheffler, normalmente adusto en su lenguaje corporal, a gestos como el golpe de puño con el que celebró este domingo su victoria en el Memorial. Quizá le nació el fist pump, que patentara en su día Tiger Woods, sabedor de que acababa de esculpir un homenaje al Tigre con su quinta victoria del año, cosecha inédita en el PGA desde la de Justin Thomas en la campaña 2016/2017. Ese putt para par en el 18 de Muirfield Village que acababa de embocar el texano de 27 años (nunca está de más recordar su edad, aunque el relato en este caso no necesite edulcorantes) le convertía en el primer golfista desde Woods en 2001 que gana en un mismo año esta cita, el Arnold Palmer, The Players y el Masters. Más carbón para el horno de la comparativa, cada semana menos osada.
También fue, en cierto sentido, un homenaje a Jack Nicklaus, el ideólogo de Muirfield, su gran proyecto como diseñador, al que nombró como su campo favorito de la rotación del British Open. Se ha perdido ya la cuenta de las remodelaciones que ha operado el Oso Dorado en su ‘casa’ de Ohio, obsesionado con mantener el trazado competitivo, con alejar a los campeones de los dobles dígitos. No los alcanzó Scheffler, que este domingo firmó su cuarta (¡cuarta!) vuelta sobre par de la temporada. Otras dos le salieron a finales de mayo en el Charles Schwab, en Colonial, plaza complicada, y otra una semana antes, en el PGA de su detención. De enero a abril no cayó ni una vez en los números rojos. Inmaculado en las primeras 41 rondas del año. Quizá ese dato explique mejor que ninguno lo que es Scheffler al golf hoy por hoy.
Ni siquiera el +2 con el que remató este domingo, para -8 en total, les sirvió a sus perseguidores. El que más cerca estuvo fue su paisano Morikawa con su -1 para -7, botín exiguo en otros lares, oro puro en Muirfield y otro pasito más en la recuperación del californiano para las grandes causas de este deporte. El canadiense Hadwin arrancó potente, tres birdies del 1 al 7, antes de ser zarandeado por el mortífero tramo final del campo. Le hizo bogey al 16, al 17 y al 18 y terminó tercero en +2 para -4. Por debajo, del top-10 solo Matsuyama (-2) y Fitzpatrick (-3) jugaron bajo par. Y tampoco importó mucho, porque el bueno de Scottie se había dejado una bolsa de cuatro golpes como colchón el sábado pese a la anomalía del triple bogey en el 9. Estaba fuera de alcance para la mayoría.
¿Asteriscos?
Decía Talor Gooch, en unas declaraciones justamente desmerecidas por varios jugadores antes del PGA Championship, que una victoria de Rory McIlroy habría tenido un asterisco por la ausencia de varios de los integrantes del LIV (básicamente quiso decir por su ausencia, sin invitación de la PGA, aunque prefirió esconderse en sus compañeros a hablar claro). El melón en cualquier caso es interesante aplicado a Scheffler y lo que podría ser de estos resultados si aún camparan por el circuito estadounidense los Koepka, Cam Smith, Dustin Johnson y sobre todo Jon Rahm, que apuntaba a fraguar con Scottie una rivalidad de época, al estilo de las que sostuvo Tiger con Vijay Singh y Phil Mickelson a comienzos de siglo.
Pero eso serían cuentas de la lechera (en cualquier caso seguramente favorecerían a un tipo que viene de ganar un Masters en el que participaron 12 LIVers, muchos de ellos campeones en el pasado) y la realidad es la que es, impepinable: que Scheffler es de largo el mejor jugador libra por libra del que aún permanece como el mejor circuito del mundo y un justo líder del ranking mundial, tenga este la legitimidad que cada uno quiera darle. Tras esta undécima victoria en el PGA, asoma ahora en su horizonte el US Open que arranca el jueves en Pinehurst. Nadie desde Tom Watson en 1980 había llegado a la cita con cinco triunfos en la temporada en curso. Meter su nombre y favorito en la misma frase es ya a estas alturas una redundancia.
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