Rahm sale en la pole a por el gran premio de la FedEx
Jon arranca los playoffs primero en la clasificación del PGA, que nunca ha ganado un español. Comienza un último tramo de curso con mucho en juego.
Desde su implantación en 2007, ningún español ha sido campeón de la FedEx Cup, el nombre comercial que recibe la carrera anual por lo que antes se conocía como la Orden de Mérito, el título de campeón del PGA. Quien más cerca ha estado fue Jon Rahm hace dos años, cuando acabó segundo en el Tour Championship, la gran final, y en la clasificación general. Este jueves, el vizcaíno sale en la pole a la primera de las tres mangas de los playoffs, el FedEx St. Jude Championship. Así que, salvo descalabro (le saca casi 200 puntos al estadounidense Scheffler, segundo) en Memphis y después en Wilmington, sede del BMW Championship, la segunda parada, dentro de dos semanas tendrá en Atlanta la mejor oportunidad de su carrera para tachar otra línea de la lista de deseos del golf español.
En el TPC Southwind comparecen los 70 jugadores más regulares de la temporada, sin caras habituales como el australiano Adam Scott, que había estado siempre hasta la fecha, o el estadounidense Justin Thomas, en un bajón tremendo de juego que puede costarle la Ryder. Novedad respecto al año pasado, cuando entraban 125. Los 70 mantendrán estatus completo en 2024.
En la dinámica por crear un producto más jugoso, capaz de contener la acometida del LIV, el filtro se ha endurecido. Los 125 primeros siguen manteniendo la tarjeta del circuito para el año que viene, pero quien quiera garantizarse las ahora denominadas ‘signature series’, lo que este año se llamaba ‘eventos designados’, la creme de la creme de los torneos regulares, debe estar en el top-50, el que jugará el BMW la próxima semana. Lo que está en liza estos días básicamente es pertenecer a la élite del PGA en 2024, la que jugará esas citas con un field reducido, bolsas de 20 millones de dólares, más puntos FedEx y de ranking mundial y, salvo tres casos (los de los invitacionales, Genesis, Arnold Palmer y Memorial), sin corte.
Todo eso ya lo tiene garantizado Rahmbo, que más bien va a por el gran premio, el cheque de ocho cifras (el año pasado 18 millones de dólares, este aún no se ha anunciado el montante) que recibe el campeón anual. Y que puede completar en noviembre en el DP World Tour Championship, la final del circuito europeo. Un doblete que solo han conseguido el sueco Henrik Stenson, en 2013, y el norirlandés McIlroy, el año pasado. “No elijo cuando tengo que ir al baño, así que una cabina en el tee de cada hoyo. Tan simple como eso. Hay pequeños detalles que podrían hacernos todo mucho más ameno, como un área de fisioterapia mejor, opciones variadas de comida en más torneos a lo largo del año... No me importan tanto las bolsas de premios y los bonuses como eso”, dijo entre risas Rahm preguntado por qué le pide al PGA de cara a 2024, con el ambiente entre jugadores y circuito de nuevo enrarecido en Memphis.
Allí se reunió este martes con los jugadores, después de semanas ausente de sus funciones por un problema médico no revelado, Jay Monahan, comisionado del Tour, en un encuentro que varios pesos pesados como McIlroy, Schauffele, Cantlay o Homa rehuyeron, y del que Rahm se ausentó tras estar cerca de una hora. “El asunto se ha vuelto repetitivo. Es lo mismo que ya sabemos”, argumentó en declaraciones recogidas por Golf Digest el león de Barrika, que saldrá este jueves a la 16:26 de la España peninsular con McIlroy y Scheffler, en un partido que junta a los tres mejores jugadores del mundo en la actualidad.
Uno de los asuntos que se trató fue la dimisión de Andy Pazder, durante mucho tiempo responsable de torneos y competiciones del PGA, vinculada al principio de acuerdo con el PIF saudí, que debe materializarse en principio antes del 1 de enero. El elefante sigue en la habitación, pero mientras en los despachos se teje el futuro del golf profesional en los campos se llega a la recta final de la temporada, con torneos importantes por ventilarse y mucho dinero por repartir a ambos lados del Atlántico. Y sobre todo, con la Ryder, el Santo Grial del golf, ya cercana en el horizonte.