POLÍTICA DEPORTIVA

Víctor Gutiérrez: “En el waterpolo se dan más palos que en la política”

Internacional con la Selección de waterpolo en más de 70 ocasiones, el madrileño atiende a AS para hablar de su nueva faceta como diputado por el PSOE.

PEPE ANDRESDiarioAS

Víctor Gutiérrez (Madrid, 1991) es un tipo valiente. Más de 70 veces internacional con la Selección española de waterpolo y tres veces máximo goleador de la División de Honor, en 2016 reunió el coraje suficiente para convertirse en el primer deportista español de élite en deportes de equipo que reconoció públicamente su homosexualidad. Activista desde hace tiempo en favor de los derechos del colectivo LGTBI, desde el pasado 5 de diciembre es, además, diputado por el PSOE en el Congreso. Con 32 años, compagina sus viajes, compromisos y apretada agenda política y social con su labor como jugador del Real Canoe. AS se ha citado con él, para unir sus dos pasiones, en su escaño del Hemiciclo, en vísperas de la celebración del Día Internacional contra la LGTBIfobia en el deporte (este lunes 19 de febrero), fecha elegida por coincidir con el nacimiento de Justin Fashanu, primer futbolista británico en hacer pública su condición sexual, que se suicidó en 1998, a los 37 años, tras una vida traumática y un juicio paralelo al ser acusado de abuso sexual, para buscar “la paz que nunca tuve”, como escribió en su carta de despedida.

Político, activista, deportista en activo y diputado. ¿Qué pondría en su tarjeta de visita?

Me siento un deportista y activista en la política. Tengo una especie de síndrome del impostor. Aún no identifico del todo el mundo de la política como el mío porque vengo de otro ámbito, pero es evidente que soy diputado.

Dos meses después de su nombramiento, ¿se siente ya tan cómodo en el Congreso como en la piscina?

Poco a poco me voy encontrando como pez en el agua. Los dos años previos que he estado en el partido llevando la secretaría de políticas LGTBI me han servido como un buen entrenamiento para llegar a esta Cámara y me siento completamente preparado para afrontar este reto.

Sus dos mundos son muy diferentes. ¿Se puso más nervioso la primera vez que fue internacional o en su estreno como diputado?

Impone más el Congreso. Mi sueño deportivo siempre fue ir a la selección, pero me preparé para ello desde los 8 años. La política, sin embargo, me llegó de un día para otro. El día que recibí la llamada del presidente para entrar en la ejecutiva del partido entendí el cambio de vida que iba a suponer para mí, pero también que era un tren que no podía dejar pasar. Tuve una sensación de salir de mi zona de confort y situarme frente al abismo. Era como tener que tirarme a una piscina sin saber si había agua. Ahora, por suerte, me siento mucho más cómodo con mis responsabilidades, que son muy grandes.

En este Hemiciclo suele verse mucha crispación. ¿Se dan más palos aquí que en el agua?

RNo. En el waterpolo, que es un deporte de contacto extremo, se reparte más. La diferencia es que lo que pasa en la piscina se queda ahí y después puedes irte con los rivales a tomarte una cerveza y en la política no sucede igual. Eso es algo peligroso porque los políticos debemos ser conscientes de que lo que decimos tiene repercusión en la calle. Yo entré en la escena política por el aumento en los discursos de odio. En el agua los golpes no salen de la piscina y en la política lo que se dice tiene consecuencias en los ciudadanos. Esa es la gran diferencia. Los discursos de algunos políticos a veces derivan en agresiones fuera de aquí y eso nos debe responsabilizar mucho más.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido hasta ahora de la política?

Me ha llamado la atención la competitividad que hay y la cantidad de gente buena, noble y honrada que he encontrado, que ha roto los estereotipos que podía tener antes de llegar a este ámbito. Sin embargo, lo que más me ha impactado es la responsabilidad que tenemos porque ya no nos representamos a nosotros mismos sino a un partido y una idea y la magnitud de nuestras acciones es enorme en la sociedad.

“El gran desafío de mi vida fue aceptarme a mí mismo”

Víctor Gutiérrez

¿Qué decisión le costó más: salir del armario o entrar en política?

El gran paso de mi vida fue salir públicamente del armario. Sin embargo, el gran desafío que tuve fue aceptarme a mí mismo. Durante el final de mi infancia y toda mi adolescencia lo pasé muy mal. Yo pensé que estaba enfermo. Llegué al punto que cuando mi padre murió de cáncer, cuando yo tenía 13 años, pensé que se trataba de un castigo divino. Viví esa etapa con mucho miedo, preocupación, vergüenza y, sobre todo, me sentí solo por temor a ser rechazado. He tenido que luchar mucho en mi vida por abrazarme y quererme a mí mismo y entender que no me pasaba nada malo. Cuando das ese paso, lo cuentas a tu familia y amigos y recibes cariño y apoyo ya estás preparado para todo lo que venga detrás.

¿Qué cualidad del deporte aplicaría a la política?

Tal vez el compañerismo. Aunque aquí hay gente muy buena, se tiende a ensalzar más lo que nos separa que lo que nos une. Falta algo de deportividad. Si no se resaltasen tanto las diferencias sino los puntos en común, el país funcionaría mejor.

¿En cuál de sus dos pasiones hay más juego sucio?

Depende. El deporte es una escuela de valores, pero también hay personas antideportivas, sucios en la competición y malos compañeros. Ser deportista no te convierte en buena persona. La política tiene fama de ser un territorio hostil, con juegos de traiciones continuas, pero también hay gente maravillosa. No es todo blanco o negro, existe una escala de grises.

¿Ha sufrido más acoso y violencia verbal en el deporte?

Sin duda. En la política nadie me ha faltado al respeto ni me ha insultado desde que llegué a este mundo y en el deporte lo he sufrido toda la vida.

¿Cuál es su gran reto como activista y diputado?

Trabajar por mejorar la vida, la dignidad y los derechos de las personas LGTBI. Hace un año se aprobó una ley que ha supuesto un avance muy importante en nuestro país a nivel social y nos pone en vanguardia mundial. Ahora toca desarrollarla y buscar un Pacto de Estado contra los discursos de odio.

Víctor Gutiérrez, durante la entrevista con AS en el Congreso de los Diputados. PEPE ANDRESDiarioAS

En España ha habido deportistas que han reconocido su tendencia sexual en natación, judo, atletismo, boxeo... ¿Por qué en fútbol no?

Porque el fútbol es el deporte más mediático y es como una realidad paralela dentro del deporte.

¿Es miedo o cobardía?

Es una mezcla de varias cosas. De todas formas, no es sencillo. Si un futbolista gay duda si hacerlo público, pero sabe que tendrá que enfrentarse el resto de su carrera a que 40.000 personas en un estadio le griten “maricón” seguramente no le apetecerá ni esté preparado psicológicamente para ello. Por eso, quito el foco del deportista y lo pongo en todos los actores que forman el fútbol, que son los que deben trabajar para que los futbolistas se sientan en un espacio seguro.

¿La Premier nos lleva mucha ventaja en ese sentido?

Totalmente. En estas fechas, conmemorando el Día contra la LGTBIfobia en el deporte (19 de febrero), la Premier tiñe de arcoíris su logotipo, los brazaletes de los capitanes, los banderines,…y no les importa lo que piensen en otros países menos tolerantes. Ellos trabajan por dar visibilidad a ese colectivo. En LaLiga no pasa nada de nada. Nuestro fútbol debe ser también embajador de esa lucha. Hay gestos que se agradecen, pero necesitamos más compromiso de los grandes clubs, LaLiga y la Federación para generar ese espacio seguro para que los jugadores se sientan respaldados y se atrevan a dar ese paso.

¿Cree que lo veremos a corto plazo en algún futbolista de élite?

Soy optimista por naturaleza, pero también pienso que es difícil. Hace poco lo hizo el futbolista checo Jakub Jankto, cuando estaba cedido por el Getafe en el Sparta de Praga, y la reacción internacional fue muy buena. Quizás eso puede animar a otros a perder el miedo.

Porque casos hay…

Claro que los hay, por una simple cuestión de porcentaje. Es triste que en un país como España una persona no pueda mostrarse tal como es por miedo.

“El fútbol debe ponerse a la altura de la sociedad española”

Víctor Gutiérrez

¿Cómo cree que reaccionaría la sociedad?

No debería ser ni noticia que una persona reconozca que es homosexual, pero sí lo es por desgracia en el fútbol. Según diversos estudios y listas internacionales somos la sociedad europea con más nivel de aceptación del colectivo LGTBI. El fútbol es quien debe evolucionar para ponerse a la altura de la sociedad española. Hay comportamientos que sólo se ven en campos de fútbol y no en otros recintos deportivos. Contra eso hay que luchar porque es el deporte más mediático y el que más capacidad tiene de cambiar la sociedad.

¿Aplicaría la amnistía a todos los que le han insultado y menospreciado durante su carrera por su orientación sexual?

Todo el mundo tiene derecho a equivocarse y yo no soy rencoroso. Es importante denunciar, pero no guardo rencor eterno a alguien que me ha insultado. Los que lo hacen deben tener el derecho a recapacitar y a convertirse en mejores personas.

¿Amnistiaría a todos o hay líneas rojas?

Yo no tendría problema en perdonar a todos, incluso a los que más daño me han hecho. Arrastrar rencor no sirve para nada y yo quiero dormir con la conciencia tranquila.

La selección española acaba de proclamarse campeona de Europa. ¿Se ha valorado lo suficiente?

Es el eterno debate. El waterpolo es un deporte minoritario y tiene un espacio reducido en los medios, pero esta vez lo he visto reflejado en alguna portada y es algo que se agradece. Si tuviera un escaparate mejor generaría más interés.

Como diputado, ¿qué piensa de la Superliga?

Hasta los 18 años jugué en un equipo de waterpolo modesto que se enfrentaba a los grandes y luego me fichó un histórico, con lo cual he vivido en ambos lados de la película. No se le puede arrebatar la gloria a un equipo humilde que lo hace bien por no tener tanta repercusión como otros. Esa magia de competir y poder ganar a los grandes no se puede perder. No sería una competición justa excluir a algunos por no pertenecer a un círculo tan elitista. Debe estar el que se lo gane.

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