¡Un sideral bronce sobre la bocina!
La Selección femenina, que comenzó afectada aún por la derrota ante Estados Unidos, acabó eufórica por una victoria lograda con un gol desde el centro de la piscina en el último segundo.
Iba para batalla de las Termópilas, por la derrota que se intuía en algunos tramos, y acabó en una victoria épica, digna de la Odisea o la Iliada de Homero. Sufrió España como nunca para ganar como casi siempre, salvo en esa semifinal ante Estados Unidos (9-11), tan dolorosa que de inicio nubló incluso el mayor de los talentos y el sacrificio de meses, de años. Pero las Guerreras del Agua fueron suturando sus heridas hasta colgarse el bronce, el único metal que les faltaba en unos Mundiales, en el último segundo, con un golazo de Elena Ruiz desde el centro de la piscina. Elena contra las helenas. Y en el podio. Otro más. De infarto.
Entró Grecia más conectada y aparentemente motivada a la piscina, aunque esa espesura española no se tradujo en el marcador. Lo estrenó Judith Forca, con la ayuda involuntaria de una Margarita Plevritou que se desquitó pronto con el empate. Y Bea Ortiz desatascaba un primer cuarto gris al anotar el 2-1, asumido con poca alegría para tratarse de la lucha por una presea.
Comenzó el segundo cuarto con una buena noticia, el gol de Judith Forca en superioridad, y una mala: el penalti de Elena Ruiz sobre ante Athina Giannopoulou, que significó el tanto de Eirini Ninou y la segunda expulsión prematura de la catalana. Puso el 4-2 Maica García a asistencia de Nona Pérez. Y las porteras se lucieron, primero Martina Terré ante Ioanna Chydirioti y acto seguido Chrysoula Diamantopoulou en un mano a mano con Anni Espar.
De ese posible 5-2 se pasó al empate a cuatro, con las dianas consecutivas de Eleni Xenaki y Eleftheria Plevritou. Y a cinco, con las de Bea Ortiz y Nikoleta Eleftheriadou. Paula Crespí, en superioridad, situó el 6-5 al descanso.
Pudo cambiar definitivamente el signo del partido en un tercer periodo que comenzó con el gol de Paula Camus a asistencia de Anni Espar, y que prosiguió con un paradón de Terré en un penalti ejecutado por Nikoleta Eleftheriadou. Ante una Grecia que entraba en recesión, incluso tuvo el 8-5 en el marcador España, pero el VAR aclaró que no había entrado. Tanto desaprovechamiento confluyó en el 7-6 de Xenaki.
Y por fin volvió la España de siempre. La de las platas en el Europeo de Eindhoven y los Mundiales de Fukuoka. La que llevaba un inmaculado pleno de victorias hasta esas dichosas semifinales. Lo demostraba la rabia con la que Judith Forca celebraba el 8-6 de penalti. El revés con el que Paula Leiton anotaba el noveno. Y el robo de Forca ante una Grecia aturdida que se intercambió los papeles.
Pero había sido un mero espejismo. Desde lejos metió Plevritou de nuevo a las helenas en el encuentro, y Eirini Ninou establecía el 9-8 que volvía a meter el miedo en el cuerpo a las españolas, que se confirmaba con el penalti de Judith Forca sobre Alexandra Asimaki que no desperdició Ninou para empatar.
Quedaban menos de tres minutos y las caras regresaban a la seriedad y pesadumbre del arranque. Y máxime cuando Diamantopoulou –que ahí se lesionaba el hombro– le detuvo un disparo a bocajarro a Maica García, aunque contrarrestaba Martina Terré con otra gran intervención.
Así se llegó a los 26 segundos finales, con 9-9 y posesión favorable a España, que no pudo culminar con el tiro de Forca desbaratado por la nueva portera, Ioanna Stamatopoulou, que se lanzó al ataque a falta de seis segundos. Y como cometieron una falta en ataque, sin nadie en la meta Elena Ruiz agarró el balón y desde el centro de la piscina chutó, a falta de centésimas, para anotar el definitivo 10-9. ¡Qué locura!
Se hace la Selección española femenina con el primer bronce mundial de su historia, que añade al glorioso palmarés de una generación única, que con Miki Oca como director de orquesta cuenta ya con 12 metales en las grandes citas. Se trata de un oro, tres platas y un bronce en Mundiales, tres oros, dos platas y un bronce en Europeos, y dos platas en Juegos Olímpicos. Ése es el próximo reto. París 2024. Enormes.