HÍPICA | MADRID HORSE WEEK

Un show con 150 millones de euros en las cuadras

Madrid Horse Week reúne a la élite de la hípica en la capital española. Contará con una infraestructura preparada para recibir a más de 300 caballos.

EDUARDO CANDEL REVIEJODIARIO AS

Madrid Horse Week cada año mejora el escenario de un fin de semana largo (24 al 26 de noviembre) dedicado al caballo. Las pistas cuidadas y perfectas, con la arena especial para que no sufran las patas de equipos, para evitar lesiones, con una luz especial que permita una visibilidad perfecta sin zonas grises u oscuras que pudiese molestar a los animales. Incluso la grada en los pabellones del IFEMA madrileño está ideada de manera confortable y pantallas de televisión donde se pueden seguir las pruebas.

En las bambalinas, sin embargo, queda un apartado que sólo los escogidos pueden disfrutar, aunque la mayoría no lo aprecia por la costumbre de encontrarse con lo que considera la normalidad: las cuadras en los Grandes Premios. En Madrid, a un costado exterior de los pabellones de la competición se habrá durante cuatro días más de 300 caballos en estabulación fija, con un pequeño recinto donde descansará de los entrenamientos y la competición. Dado que estos animales son la flor y nata mundial, que el mercado está en ascenso y su valor fluctúa al alza, a medio millón de euros de media cada caballo o yegua, habrá más de 150 millones de euros de la súper élite.

Pese a ese dineral nunca ha habido un robo. Y desde OXER (Mélanie Aragón), empresa organizadora, dan razones para ellos: “Resultaría muy complicado llevarse un caballo, porque allí están los mozos de cuadras, los responsables de cada animal, y además la vigilancia de Madrid Hourse Week, y además el propio servicio del IFEMA. Y, la otra parte, son reconocidos y reconocibles, con lo cual no hay posibilidad de mercado”.

Durante estos días que estén en Madrid, quien tenga la oportunidad de pasar por las cuadras, observará que la colocación no es arbitraria, que se estudia y decide dónde poner a las yeguas, a los castrados y a los enteros, y luego tutelar a los más nerviosos “para que no haya heridas”.

La organización proporciona heno, virutas y paja para todos, y luego los piensos y las zanahorias ya llegan con los propios caballos especiales para transportar a estos atletas de cuadro patas. Sabiendo todo esto, el afortunado aficionado que puede entrar es posible que haya momentos que extasíe viendo el porte y la gallardía, y más al saber que puede darse de bruces con machos de diez millones de euros, como el de Athina Onassis.

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