Un karateca del siglo XXI

Mientras Damián Quintero realiza los últimos ejercicios de su entrenamiento, Ignacio Paramio, jefe de prensa, no para de sacarle fotos y grabarle vídeos. El karateca, a sus 38 años, es único en su especie. Como mínimo, pionero. Y tiene la fórmula secreta del tiempo infinito. “Si quiero sobresalir en esto y tener visibilidad para, básicamente, atraer a las marcas y que los medios me empiecen a conocer, tengo que poner a mi lado a gente que lleve temas de comunicación”, pensó hace ya más de diez años. En las instalaciones del CAR de Madrid, suda como nadie (atiende a AS después de una sesión extra); cuando sale de ellas, su vida no es menos ajetreada. Cuida las redes sociales con mimo, se deja ver constantemente en eventos sociales y deportivos, promueve iniciativas solidarias y también pisa los despachos, en los que se ve en un futuro no muy lejano, como gestor deportivo. El año pasado, barajó la retirada. Finalmente, decidió seguir. Esta semana (del 22 al 26 de marzo), competirá en los Europeos de Guadalajara, donde aspira al oro.

El kárate tiene su origen en el siglo XVI, en las técnicas marciales nativas de las islas Ryukyu (hoy, Okinawa); pero Damián, el mejor de todos los tiempos en la modalidad de katas, es un karateca del siglo XXI. En 2011, creó su primera cuenta en una red social, Instagram. “Luego, me abrí una en todo lo que había”, amplía entre risas. Actualmente, acumula casi medio millón de seguidores entre la mencionada plataforma (210.000), Facebook (69.000), Twitter (18.800) y Tik Tok (151.500). Su contenido es bien variopinto. Bailes, rutinas, anécdotas, estilo de vida... “Yo creo que tienes que ser natural, no actuar. Eso es lo que le gusta a la gente. Conozco futbolistas y son excelentes personas, pero están endiosados. Se ha hecho una cúpula para ellos. Nosotros somos más buscavidas. Entonces, en ese sentido, somos personas normales. Y eso le gusta a la gente: verte entrenar, cuál es tu vida, etc.”, explica.

Cuando empezó a utilizar las redes, muchos compañeros no le entendían. “¿Te crees futbolista subiendo una foto entrenado o qué?”, le decían. Ahora, se han convertido en una necesidad para todos. “Yo les miraba e iba a mi bola. A día de hoy, ellos también tienen las redes sociales abiertas, pero claro, uno ya tiene una marca hecha”, enfatiza con orgullo. En su caso, han confluido los dos factores necesarios para penetrar en la esfera mediática: una estrategia para ello y, sobre todo, resultados deportivas que le avalen. Además de la plata en los Juegos Olímpicos de Tokio, “el gran salto”, “otro rollo”, Damián puede presumir de más de 120 medallas en su palmarés. Defiende que “uno debe invertir en sí mismo” y también forma parte de la agencia You First, que se encarga de la parte comercial y de patrocinios. “Nosotros vivimos de las becas y los sponsors privados. Yo, gracias a Dios, tengo varios desde hace años. En este sentido, creo que lo he hecho bastante bien. Si te quedas sentado… ‘Ha salido este y yo no he salido’, escucho a veces. Bueno, pues haz algo para salir”, desarrolla. Él lo hace, tanto dentro como fuera del tatami.

Cambios para renovar la motivación

“2022 fue un año raro, justo después de los Juegos. ‘Me retiro, no me retiro… qué hago, cómo viene 2023′, reflexionaba. Sabía que estaban estos Europeos en España, que pueden ser los últimos, y eso es algo muy guay”, revela Damián sobre sus pensamientos antes de arrancar la temporada. En Guadalajara, encontró una nueva meta hacia la que ir; en Antonio Expósito, su nuevo preparador físico, una nueva forma de motivación. “En septiembre, cuando arrancó la temporada, volví al CAR y vi que la cosa estaba muy parada. Yo creo que los cambios, a veces, son necesarios”, dice. Contrató a Expósito a título personal, más allá de los medios que facilita la Federación, y se agarró a José Antonio Alburquerque para resguardar el camino que lleva andado hasta el momento. Jesús del Moral, pareja de Sandra Sánchez, con quien ha iniciado multitud de proyectos, y el nombre que reluce tras los grandes éxitos del kárate español, ya no forma parte del equipo nacional; Alburquerque, que era su ayudante, se ha quedado como nexo de unión con ese pasado, que aún es presente, esplendoroso. “José me ha dado esa estabilidad, esa continuidad también necesaria tras la salida de Jesús, que es un cambio muy gordo. Ahora es mi entrenador, más allá de Fran Salazar (seleccionador), y Expósito es mi preparador. Luego, tengo a Pablo del Río como psicólogo”, especifica Damián, desgranando su equipo.

Funciona. En la Premier League de El Cairo, su primera competición internacional en diez meses, fue oro. “Los resultados son el chivato de si las cosas se están haciendo bien”, celebra. El año pasado, en Turquía, tras caer ante el local Ali Sofuoglu, Quintero fue plata. En Guadalajara, quiere invertir la historia. “Tengo ganas de enfrentarme a él en casa, he entrenado duro y en Egipto vi que estoy por encima”, avisa. Es su objetivo más inmediato. Porque persigue más. Por un lado, avanzar en la profesionalización del kárate, en la que “se ha dado un paso atrás”. “Si sales campeón del circuito mundial te llevas 5.000€ y con eso no vive nadie. ¿Qué hace la gente? Deja de entrenar y se va. El pádel es un ejemplo a seguir”, analiza. Por el otro, intrínsecamente ligado a lo anterior, devolver el kárate a los Juegos. De momento, “no hay novedades”. “No hay ninguna respuesta clara en cuanto a Los Ángeles (2028). Hay mucho practicante en Estados Unidos, pero es verdad que el surf, el skate, la escalada o el break dance son competidores muy duros que nos hacen más difícil volver”, profundiza. Luchará por ello. Con o sin karategi puesto. A su manera, que son todas. Por el kárate del XVI y del XXI. Por los siglos de los siglos.