NATACIÓN

Romanchuk se entrena en Ucrania entre el agua, sirenas y el búnker

El medallista olímpico regresó en verano a su país, donde “es realmente duro y peligroso estar”, y allá prepara un curso crucial, pese a que la piscina de Dnipro fue alcanzada por un misil ruso.

MARTON MONUSREUTERS

Se sumergirá en el complejo olímpico de Otopeni (Rumanía), junto a decenas de figuras de la natación, la próxima semana. Y aspirará a lo máximo en el Europeo de piscina corta, igual que cuando en el Mundial de Budapest, en el verano de 2022, se colgó dos bronces, en 800 metros libre, en piscina, y en los 5 km de aguas abiertas. Pero ni entonces ni ahora la vida es lo que se toma por normal para Mykhaylo Romanchuk, el nadador ucraniano que salió de su país tras iniciarse la invasión rusa y que hace unos meses regresó pero se entrena en unas condiciones más que precarias.

Con permiso para abandonar Ucrania en febrero de 2022 por su condición de deportista de elite, y mientras su padre era llamado a filas, el doble medallista olímpico en Tokio-20 decidió aceptar la invitación de su rival y amigo, el alemán Florian Wellbrock, quien le dio cobijo y un lugar idóneo para ejercitarse en Magdeburgo. Tuvo serias dudas, y deliberaciones con su familia antes de abandonar el país. “Pero decidimos que no soy un guerrero tal como se entiende al soldado en la batalla, pero sí un guerrero en la piscina. Era mi manera de poder decir que los ucranianos podemos seguir compitiendo a un alto nivel, y por eso me mudé a Alemania”, relata Romanchuk, en una entrevista para European Aquatics.

Por eso considera indescriptibles sus sentimientos las dos veces que subió al podio en el Mundial de 2022. “Es increíble hacerlo por nuestro país, y también por nuestro ejército. Hacen lo que están haciendo sin todas las armas y luchando contra uno de los mayores ejércitos del mundo, por eso estamos increíblemente orgullosos de nuestro país”, esgrime. Y lo mismo cuando, como por azar del destino también en Budapest, su mujer, Maryna Bekh-Romanchuk, consiguió este pasado verano una plata mundial en triple salto. “Me puse a llorar como un bebé”, admite.

Algo le faltaba, evidentemente, a Romanchuk. “Mentalmente, era duro para mí estar lejos de Ucrania. Llevaba fuera un año y media, echaba de menos a mis padres y mi casa”. Así que regresó. “Ahora, que puedo despertarme e ir a ver a mis padres, tumbarme en el césped con el perro y disfrutar del tiempo con mi mujer, es muy bonito”, celebra.

Maryna Bekh-Romanchuk abraza a Yulimar Rojas.BERNADETT SZABOREUTERS

Pero el conflicto con Rusia continúa abierto. Y sólo dos semanas después de su regreso a Dnipro, el centro nacional de natación fue alcanzado por un misil nocturno ruso, durante un ataque con drones. Allí se entrenaba y entrena, a pesar de que sigue a medio reparar. “Es realmente duro y peligroso estar en Ucrania ahora, verdaderamente no existe un lugar seguro”, lamenta el nadador, quien explica que “cuando suenan las sirenas aéreas, tienes que salir rápidamente del agua e ir al búnker o al refugio, por lo que es difícil mantener un entrenamiento constante”.

Mi padre ha vuelto a casa, ya no está en el ejército”, suspira Romanchuk, “pero las historias que cuenta sobre los combates son terribles. Por eso regresé a Ucrania, para mostrarle a los otros deportistas de mi país, a los jóvenes que se mudaron a otros países, que Ucrania nos necesita ahora”, proclama. Y culmina, antes de representar a su país orgullosamente en Otopeni: “Estamos luchando por la nación, por todos los que están en primera línea de la guerra y no sólo por la paz en Ucrania, sino en toda Europa”.

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