JUEGOS PARALÍMPICOS PARÍS 2024

Ricardo Ten y Sergio Garrote tiñen de oro París

El ciclista valenciano se hace con el oro en la prueba de contrarreloj C1 tras sumar una plata y un bronce en pista estos Juegos. Garrote revalida su corona en handbike H2.

París
@UCI_paracycling

La vida te quita, pero también te da. Cuando Ricardo Ten (Valencia, 1975) se cayó, como consecuencia de un golpe de calor, yendo tercero en la prueba de contrarreloj en Tokio 2020, no imaginó lo que el destino le depararía. Se le quedó eso clavado como un puñal, pero este miércoles la herida ha sanado con un oro. “En Tokio pasaron un montón de circunstancias que se nos escapaban a nosotros. Aquí había que aprovechar la oportunidad. Esta prueba ha salido a las mil maravillas”, admitió feliz en zona mixta, tras amarrar la medalla que le faltaba en el ciclismo.

Este nuevo metal agranda la leyenda de Ricardo Ten, que se ha colgado cuatro oros, dos platas y cinco bronces en siete Juegos. De momento, en París lleva tres. A este oro en contrarreloj C1 le suma un bronce en persecución —la primera española de esta cita— y una plata como parte del equipo de velocidad. Triplete de color. Es la cuarta presea que consigue subido en una bici, puesto que las siete anteriores se fraguaron en la piscina. Su hábitat hasta que perdió la motivación. Hasta que el ciclismo le devolvió las ganas. “Quería tener nuevos retos y cambiar de disciplina me hacía especial ilusión. Ha sido una temporada de ensueño, no se puede pedir más. Hay que seguir disfrutando y, en el momento en que eso no pase, habrá que dejarlo o volver a cambiar”, corroboró.

Ricardo Ten, que bien podría apellidarse Eleven (11), completó el recorrido en un tiempo de 20:39 y sacó 38 segundos al alemán Michael Teubey en 39 al polaco Zbigniew Maciejewski. “La realidad ha superado, por mucho, las expectativas que tenía puestas en estos Juegos”, confesó el valenciano, a quien su celebración se le solapó con la de su compañero Sergio Garrote. Otro hombre de oro.

Sergio Garrote (Barcelona, 1979), por su parte, se impuso en la contrarreloj en handbike H2 al italiano Luca Mazzone y al francés Florian Jouanny con un tiempo de 24:33.71 y revalidó su corona. Aquella que consiguió en esta misma prueba durante su debut en unos Juegos, los de Tokio 2020. No tiene rival. Su hambre le mantiene en la cima. Eso, precisamente, fue lo que le impulsó a seguir adelante después de sufrir un accidente laboral, mientras trabajaba en una obra, que le dejó una lesión medular y en silla de ruedas.

“La sensación es increíble. Es el premio al trabajo, al sacrificio y al esfuerzo. Llevo desde abril concentrado con mi familia. Día tras día he entrenado bajo nieve y bajo un sol infernal, en altura y a nivel del mar. Lo he hecho todo para llegar aquí”, dijo con la voz rota de la emoción y las lágrimas asomándole por los ojos. Se ha vaciado. “No he bajado los brazos en ningún momento, mi único instinto fue pedalear hasta el final como si se tratase de un león en busca de su presa”, contó. En muchos momentos, su gasolina fue escuchar a sus compatriotas gritarle: ‘Vamos, Garrote’. “Es mi grito de guerra cuando se te acaban las fuerzas y crees que no puedes más”, sollozó.

El catalán ahora aguarda la ruta, donde consiguió un bronce en los pasados Juegos. No está saciado y eso que este ciclo se ha dado un buen festín. Sacó un oro y dos bronces en el Mundial de Baie-Comeau en 2022, por no hablar de 2023, año en que se llevó una plata en la Copa del Mundo de Maniago y un oro en la de Huntsville, para después ampliar su palmarés con el primer puesto en la contrarreloj en el Mundial de Glasgow. Además, le ha dado tiempo a formarse y ha cursado Medicina y Criminología. Su ambición y su talento también son dignos de estudio.

Eduardo Santas fue plata y Damián Ramos, bronce

El ciclismo fue sobre ruedas este miércoles y España aumentó su botín gracias a la plata de Eduardo Santas en la contrarreloj categoría C3, en la que el español se situó sólo por detrás del francés Thomas Peyroton-Dartet, y al bronce de Damián Ramos en la categoría C4, que no pudo superar a los franceses Kévin Le Cunff y Gatien Le Rousseau.

Eduardo Santas (Tarazona, Zaragoza, 1989) forma parte de una saga de ciclistas. Su abuelo, su padre y su hermano le inculcaron esa pasión por la bici que se tradujo en un bronce en Río 2016 en la prueba de velocidad por equipos. Eduardo, que sufre una parálisis cerebral por culpa de una varicela siendo niño, se quedó a las puertas del podio con un cuarto puesto en persecución individual de 3.000 metros y un quinto en la contrarreloj de ciclismo en ruta de Tokio 2020. De ahí que se haya sacado la espina y disfrutado de una plata que le sabe a oro.

Por su parte, Damián Ramos (A Coruña, 1986) también lleva el deporte en vena. Fue profesional del piragüismo, llegando a formar parte de la Selección entre 2009 y 2011, con la que rozó la participación en Londres 2012. Sin embargo, una caída desde 30 metros de altura durante una competición de montaña en 2014 le obligó a cambiar de planes. Reorientó su carrera hacia el ciclismo, donde se ha estrenado en unos Juegos con un bronce.

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