FID CIUDAD DE LEÓN ABANCA | RUDY FERNÁNDEZ

“Podría haber estado más en la NBA, pero el Madrid me acogió de una manera...”

Rudy Fernández se abre junto a su hermana, Marta, en el FID de León. Los héroes de la plata de Los Ángeles, también protagonistas.

León
Javier Casares (AS)

Con las lágrimas aún por secar, apenas dos días después de una de las jornadas más especiales de su vida, Rudy Fernández volvió a navegar entre emociones. El miércoles, el Real Madrid le brindó el homenaje que tenía pendiente al tercer jugador con más partidos de su historia (754); este viernes, los sentimientos se trasladaron al Foro Internacional del Deporte Ciudad de León ABANCA, que dibujó una escena única. Esta vez, Rudy no estuvo solo para repasar su infinita carrera. A su lado, y con el periodista Fran Fermoso como conductor de la charla, también se sentó su hermana, Marta, otra ilustre del baloncesto. Ambos lo llevaban en la sangre. “Nuestros padres ya jugaban y nos inculcaron ese amor por el baloncesto desde pequeños. Nacimos con una pelota. Mi madre me daba el pecho en los pabellones”, introdujo la mayor de los Fernández Farrés.

Desde entonces hasta París, donde Rudy puso el punto final a su carrera con sus sextos Juegos Olímpicos, siendo el primer jugador de baloncesto en alcanzar dicha cifra. “Estoy liadísimo, pensaba que era una jubilación de estar con la familia y estoy de lado a lado. Se ve extraño. El otro día estuve en la Supercopa y ese tipo de partidos se van a echar de menos. Desde el otro lado de la grada, cuesta. Terminar mi carrera en unos Juegos, como le prometí a mi padre, y llegar a seis era el objetivo”, empezó el hermano pequeño sobre su nueva vida. “Ha sido la retirada perfecta y no se puede quejar de la carrera que ha tenido el hermanito”, añadió Marta, con Pepu Hernández entre los espectadores.

Marta y Rudy Fernández, con el periodista Fran Fermoso. Javier Casares (AS)

En total, Rudy, a sus 39 años, se despidió del Madrid con 26 títulos, en el escalafón más alto de la de la entidad blanca, con tres Euroligas y siete Ligas, entre otros. A nivel de clubes, también levantó trofeos con el Joventut de Badalona. A nivel de Selección, su leyenda se dispara: es el jugador masculino con más internacionalidades (266) y el más laureado, con dos Mundiales, cuatro Europeos y dos platas olímpicas que se sitúan en lo más alto de la historia del deporte español. Ahora, aún no tiene claros sus próximos pasos. “Viendo cómo trabajan todos los ayudantes de entrenador (en su día, dijo que era donde se veía), creo que es demasiado. Encima, es volver a la rutina de los viajes, con 90 partidos. Echas de menos a la familia y la decisión de retirarme fue por eso. En petit comité, como jugador era difícil de llevar. No me imagino ahora tener que llevarlos yo”, explicó Rudy entre risas.

Con Marta como espejo, Rudy empezó compaginando el baloncesto con el fútbol. “Yo jugué dos años al fútbol. El otro día (en el homenaje) le dije a Florentino: ‘Te has perdido un delantero aquí...’. Luego, mi padre me hizo elegir y elegí el baloncesto porque mi hermana jugaba y también todos mis amigos del colegio. Creo que tomé la mejor decisión”, recordó ante un auditorio entregado. “Yo siempre he seguido los pasos de mi hermana. Era una referencia para mí. Marta, para mí, ha sido un espejo. También a nivel personal. Antes, me metía palizas. Luego, cuando crecí, ya no quería jugar”, explicó entre risas. “Siempre hemos tenido piques. Teníamos una pista de tenis y nuestro padre nos montó una canasta allí, no dejábamos de jugar el uno contra el otro”, completó una Marta que se retiró en 2015 con el Perfumerías Avenida como último equipo.

El Auditorio de León, en pie para recibir a Rudy Fernández.Javier Casares (AS)

A lo largo de su trayectoria, Marta acumuló cinco Ligas (en dos, fue MVP), seis Copas de la Reina y seis Supercopas de España, entre otros trofeos nacionales. A nivel de selecciones, sumó 120 internacionalidades y se colgó dos bronces europeos y uno mundial. A la hora de saltar el charco, fue pionera. En 2007, con Los Ángeles Sparks, se convirtió en la octava española en disputar la WNBA y, además, se convirtió en la primera y única jugadora nacional elegida en el quinteto de rookies. En León, tras repasar su trayectoria, con la que abrió muchas puertas, celebró la mayor naturalidad con la que se tratan la salud mental y la maternidad, con la reciente decisión de interrumpir su carrera de Cristina Ouviña, para la que pidió un aplauso.

En tierras estadounidenses, también dejó huella Rudy, satisfecho con su aventura americana, con los Portland Trail Blazers (2008-2011) como principal franquicia. “Estoy contento con mi trayectoria en la NBA. En Estados Unidos, siempre me han tenido mucho respeto. Tuve la mala suerte de las lesiones, pero creo que tuve 20 minutos de media, que está muy bien. Puede que hubiera podido estar más tiempo, pero en el Madrid me acogieron de una manera... y ya no me quería mover de allí”, reveló sobre una carrera que también tuvo momentos complicados. “He tenido tres operaciones de espalda y la tercera fue muy dura. Me dieron tres o cuatro años más como profesional. Luego, con las herramientas, yendo a una psicóloga de hipnosis... Me ayudó a desviar la atención del dolor de espalda para poder desconectar”, completó sobre su vieja vida. Ahora, empieza la nueva: “Me quedo con, simplemente, haber jugado al baloncesto. Ahora, seguiré jugando con mis hijos en casa y también lo disfrutaré”, aseguró. Como cuando él y Marta jugaban con sus padres.

Los Ángeles 84, el origen de todo

Antes de Rudy y Marta, de la generación de oro, hubo otro baloncesto, el que inició el efecto dominó. Y antes de que los hermanos Fernández Farrés se subieran al escenario del Auditorio de León, se subieron Juan Antonio Corbalán, Juan Domingo De la Cruz, José Manuel Beirán y Juanma López Iturriaga, cuatro de los héroes que se colgaron la plata en Los Ángeles 84. Una metáfora perfecta. Un inicio entre chascarrillos. “Como madridista, te tengo que dar las gracias, porque parecía que jugabas con nosotros”, le dedicaba Iturriaga a De la Cruz, el único de los cuatro que militó en el Barça. “El equipo español llevaba mucho tiempo intentando retar a los grandes, pero no conseguíamos pasar del cuarto puesto”, introdujo Corbalán para entrar en materia.

Corbalán, De la Cruz, Iturriaga y Beirán, en el FID de León. Javier Casares (AS)

“El proceso que vivimos es bastante reproducible. 20 años después, la generación de Gasol y compañía obedece a lo mismo. Están los júniors de oro, que se combinan con gente más veterana, como Garbajosa, y savia nueva, como Ricky Rubio. A nosotros nos pasó un poco lo mismo”, dijo Iturriaga para enlazar épocas, lo mismo que se hizo en el Auditorio de León. “En ese momento, había dos jugadores que podrían haber jugador en la NBA y aquí tenemos a uno de ellos (mirando a Corbalán). No habíamos ganado nunca a Yugoslavia y les conseguimos ganar dos veces. En ese momento, tampoco teníamos la presión a la que se somete hoy en día a los deportistas olímpicos...”, continuó Beirán. “Vivíamos en la ignorancia, en el mejor de los sentidos. Eso nos ayudó a desdramatizar la situación. En 2024, las semifinales contra Yugoslavia, por ejemplo, se hubieran vivido de forma muy distinta”, completó ‘Itu’.

Ese equipo, que fue creyendo en sus posibilidades “poco a poco, a medida que se ganaban partidos”, retó en la final olímpica a los Estados Unidos de un jovencísimo Michael Jordan, de Patrick Ewing o de Sam Perkins, otro germen de algo todavía más grande, el Dream Team de Barcelona 92. El único escalón que no se pudo subir. La historia, sin embargo, ya era inmensa. “Estoy convencido de que nuestro momento era ese. Si no, se nos hubiera pasado el arroz. Jugamos mucho mejor el Preolímpico que los Juegos Olímpicos, pero teníamos la madurez suficiente”, señaló Corbalán, que ensalzó la figura de un Fernando Romay que, en múltiples momentos, fue el destinatario de bromas, siempre en un tono amable. “Gracias a Romay, tuvimos una estatura que nos permitía mirar a los ojos al resto”, señalaba el que fuera base del Madrid. “Romay era el niñito de Antonio (Díaz-Miguel, el seleccionador). Si nosotros hubiéramos tenido a Gasol y esta generación a Romay, la historia hubiera cambiado. Tendríamos cinco medallas olímpicas...”, bromeó Iturriaga.

Con la figura de Díaz-Miguel muy presente, los cuatro coincidieron en el punto de inflexión que supuso ese equipo en el deporte nacional. “La mayor aportación que hicimos en aquel momento, y que creo que valió para lo que vino después, fue el ‘¿por qué no?’. En ese momento, estábamos saliendo de una dictadura, estábamos como estábamos, y una serie de deportistas se plantearon que podían ganar. Ahí empezó un proceso que terminó donde estamos ahora, con una España que tiene un papel muy importante en el mundo del deporte. Nosotros nos criamos viendo perder. Nos parecía imposible llegar a ganar. Los chavales de los 2000, se educaron en ese ¿por qué no? Si Fernando Martín podía llegar a la NBA, todos se podían permitir soñar con ello”, concluyeron. Este sábado (18:00), siendo ejemplo de la exitosa España actual, pondrán el broche final al FID Amaya Valdemoro y Marta Fernández, nadadora que se colgó tres medallas en los recientes Juegos Paralímpicos, y el K4 conformado por Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, bronce en París. Un fin de fiesta a la altura de tres días olímpicos.

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