JUEGOS PARALÍMPICOS PARÍS 2024

Las voluntarias, las otras medallistas españolas: “Hay que vivir esto una vez en la vida”

María Vicenta, Paula, Penélope y Carolina charlan con AS sobre esta experiencia. “Es más lo que recibes que lo que das”, aseguran.

París

El autobús que va del Stade de France hasta Porte Maillot se llena de algarabía cuando suben ellas, tres voluntarias españolas contándose el día y haciendo bromas. María Vicenta Calcerano, Paula Contreras y Penélope Mateo no se conocían antes de los Juegos, pero ahora son inseparables. Las dos primeras viven en Barcelona y la última en Madrid, pero todas trabajan en Sanofi, una multinacional farmacéutica francesa. Ha sido, precisamente, su empresa la que les dio la oportunidad de ser voluntarias para París 2024.

El plazo se abrió y llegaron más de 13.000 solicitudes de empleados de todo el mundo. A partir de ahí, un sorteo para las 2024 plazas: mitad para los Olímpicos y mitad para los Paralímpicos. La confirmación les llegó dos años antes de los Juegos y conocen sus funciones desde 2023. Los agraciados tendrían una ayuda de la multinacional, que les sufragaría el alojamiento. Ellas fueron tres de la treintena de españoles de su empresa que están allí en París. Nada más llegar organizaron un evento para que se conocieran y aquel fue el principio de una gran amistad. “Es una experiencia única. Aquí los valores del deporte se elevan a la enésima potencia. Siempre tuve claro que quería los Paralímpicos”, asegura Penélope, a lo que Paula añade: “Yo soy de Barcelona y me quedé con las ganas de ser voluntaria en el 92. Por fin me he sacado esa espinita”.

“Aquí los valores del deporte se elevan a la enésima potencia. Esto es una lección de vida”

ÚNICOS

Todas las mañanas tienen un briefing para acotar qué hace cada una y una App que consultan diariamente. A unas les toca ayudar en los accesos. A otras, en la zona donde se colocan los fotógrafos. Hicieron un entrenamiento previo, con nociones de primeros auxilios, y un test psicológico para asignar las diferentes misiones. Tienen sus turnos, de ocho horas, y son rotatorios, pero disfrutan y exprimen cada momento. Lo viven como un premio. “Me impresiona la energía de los deportistas, los espectadores, los voluntarios... Hay una comunión increíble”, destaca Paula. Entre los voluntarios hay gente de todas las edades. “Desde chavales de 18 años a jubilados”, puntualiza Penélope, con una marcada vocación de servicio: “Estamos para ayudar a los demás y lo vivimos todo muy intensamente y con mucha emotividad. Todos. Y eso que hay gente de muchas nacionalidades y culturas diferentes”.

Pasado el ecuador de los Juegos, hay un momento único para las tres y está en la piscina. El 31 de agosto. “Me tocó el corazón la carrera de Miguel Ángel Navarro, con todo el mundo en pie. Lo sigo recordando y se me pone la piel de gallina”, se emociona Penélope. Ese mismo día Teresa Perales hizo historia. “Verlo in situ fue brutal”, reconoce Paula, a quien llama la atención la cantidad de niños y familias que acuden a las competiciones. “Los profesores traen a los peques para enseñarlos qué es la discapacidad y que nada puede limitarte. Es una lección de vida”, reflexionan. Es más, lanzan un mensaje: “Esta experiencia hay que vivirla una vez en la vida. Animamos a todos a que lo prueben”.

María Vicenta, Paula y Penélope son debutantes, pero Carolina Moreno es veterana. Vive sus segundos Juegos, después de haber ejercido como voluntaria en Londres 2012. “He repetido porque me gusta. Hay muy buen rollo”, comenta. A ella le ha tocado trabajar en el Grand Palais, durante el taekwondo, y en el Puente Alejandro III, durante el triatlón. “Según tu experiencia te asignan una posición y una función. Más por el emplazamiento que por el deporte. Hicimos una formación online y presencial”, matiza esta madrileña afincada en París desde hace dos años y medio, aunque se fue de España allá por 2008.

Lo del voluntariado no es nuevo para Carolina, ya lo hacía una vez a la semana con una persona en silla de ruedas mientras estuvo viviendo en Barcelona. “Lo que ellos hacen es increíble. Mucha gente en su situación tendría una depresión o se quedaría en casa sin hacer nada. Ellos, por su parte, hacen cosas extraordinarias de las que nosotros seríamos incapaces”, afirma, por eso quiere formar parte de algo más grande que ella. Más grande que todos. “Quiero ayudar a que se difunda y salgan las cosas bien”, sentencia.

“Ojalá pudiésemos trasladar este mundo, esta burbuja maravillosa, fuera”

DESEO

Las diferencias entre Londres 2012 y París 2024 están ahí. “En París ha ayudado que todo esté en el centro, porque en Londres estaba más lejos. Entonces, me tocó encargarme de lo relacionado con los eventos ecuestres”, desgrana Carolina, que tiene compañeros que han venido desde México para vivir esta experiencia. La suya la recoge una instantánea. “¡Tengo una foto con la reina Letizia en el Grand Palais! Se la he mandado a mi familia por el grupo de WhatsApp. Es muy simpática, me estuvo preguntando”, dice la madrileña, que siempre estaba al quite. Especialmente con sus paisanos. Pendiente de Dani Molina y Susana Rodríguez en zona mixta o acompañando a Héctor Catalá, abatido después de que se le rompiera el tándem.

“No hemos encontrado ni un voluntario que no haya sido encantador”, comentaban los deportistas. A la salida del velódromo Saint-Quentin-en-Yvelines decenas de ellos hacían pasillo a quienes se quisieran acercar a ritmo de las Spice Girls. Crean momentos mágicos. “El mundo está peleándose y aquí estamos en una burbuja maravillosa. No sé por qué no podemos trasladar este mundo fuera”, desea Penélope. Las cuatro españolas insisten en algo: “Es más lo que recibes que lo que das”. Los voluntarios hacen una labor invisible, pero imprescindible. Ellos son los otros medallistas, quienes consiguen que los deportistas puedan brillar con luz propia.

Lo más visto

Más noticias